El tiempo que me robaron, es el que hoy cobro

Por Paloma Escoto

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 18 de agosto de 2022.- Cuando somos jóvenes, la mayoría de veces es muy común la precipitación y la impaciencia, nadie nos enseña a caminar despacio y por naturaleza caminamos hambrienta y vorazmente por el mundo.

Premura al andar, ser el número #1, lograr rápidamente lo que creemos que deseamos, tenemos como propósito comernos el mundo y la vida, buscamos aprobación y simplificamos la existencia en la búsqueda de una tribu, buscamos pertenecer a una clase social o grupo, vamos tan aprisa que se nos olvida la genuina capacidad de contemplar, tal vez no se trate de juventud ya que iniciamos la vida contemplando y es una aptitud en “el ADN” de todos. Considero que es más bien la vorágine de este sistema que compartimos. El orden de las sociedades y su antiritmo, una constante en el robo de identidad y de tiempo, nuestro tiempo.
Sin tirar la toalla, quién a esa velocidad va, también encuentra siquiera una racima de conciencia, entiende en el camino que para todo hay tiempo y que este nos pertenece. Aprendemos a disfrutar cada paso, aprendemos a construir sin sucumbir, aprendemos a ir despacio, pero sin pausa, aprendemos a dejar de brincar etapas, aprendemos a no permitir que se nos robe el proceso de cada experiencia, adquirimos comprensión y madurez sin extraviar el espíritu mágico de la juventud.
“Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de otro… Vive tu propia vida. Todo lo demás es secundario.” (Steve Jobs)
La premisa de este sistema es obligarnos disfrazadamente a vivir la vida que unos pocos quieren que vivamos, en estructuras rígidas y carentes de opciones, vidas limitadas de sueños, burbujas dónde desmeritan sueños y desdeñan contra la voluntad de los que se atreven. Sobre todo, disimuladamente ponen trabas en el camino para hacer desistir a los que sueñan mundos diferentes. Es para ellos una prioridad mantenernos en la madriguera, somnolientos y sin sueños, descifrables y automáticos, ignorantes de la capacidad humana y de los poderes que contenemos sin saberlo.
“Un hombre que se permite malgastar una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida.”
(Charles Darwin)
Nos enseñaron a vivir sus tiempos, no los nuestros, aprendieron a dominar la rebeldía con la angustia de una sobrevivencia que sólo existe en un esquema de su circuito, nos enseñaron a no creer en nosotros y nuestra capacidad de crear circuitos propios y colectivos en dónde existe incluso mayor funcionalidad para nuestra sociedad. Nos enseñaron a regalarles nuestro tiempo y a desconocer el valor de nuestro tiempo, nos hicieron números, cifras, participantes de sus más oscuros y abominables propósitos en dónde las ganancias son para unos cuantos, en donde la productividad es para ellos mientras lo exhaustivo incierto se mece en la madriguera dónde tienen paralizada y controlada a la mayoría.

¿POR QUÉ NUESTRO TIEMPO ES TAN ATRACTIVO?

En las masas encuentran el tiempo que esos pocos no quieren perder, al perder el tiempo de los demás salvan su propio tiempo, que son incapaces de sacrificar. Y es que no hay una culpa en sí, es una responsabilidad personal despertar la conciencia y aplicarla.
Bien decía Saramago:
“Que es lo que tenemos nosotros para oponernos a eso. No tenemos poder, no estamos en el gobierno, no tenemos multinacionales, no dominamos las finanzas especulativas mundiales, no tenemos nada de eso.»

¿Qué es lo que tenemos entonces para oponernos? Nada más que la conciencia.

La conciencia de los hechos. La conciencia de mi propio derecho. La conciencia de que soy un ser humano, sencillamente un ser humano y que no quiero ser más que eso. La conciencia de que lo que está en el mundo me pertenece, no en el sentido de propiedad, me pertenece como responsabilidad, me pertenece con derecho a saber, con derecho a intervenir con derecho a cambiar, eso se llama la conciencia.”
“El retrato fiel, claro, más fiel más claro y más cruel de la sociedad está allí. Todo lo demás, no es más (con alguna excepción) que la espuma con que quieren cubrirnos la lucidez, la mirada que es lo que necesitamos tener para saber no solo el mundo en el que estamos viviendo y cómo podemos cambiarlo. Pero esa mirada que puede reconocer en el otro su amigo, su compañero, la persona necesaria se llama el encuentro entre las conciencias, se llama el momento en que las cosas empiezan a cambiar.”
Al despertar la conciencia nos encontramos en un primer momento indignados y enrabietados, podemos ver con claridad la realidad impuesta, los circuitos y estructuras doctrinadas, nos resulta doloroso nuestro papel en su historia y nuestra historia empieza  tomar un sentido más valioso, el más valioso, la responsabilidad empieza a jugar su papel, y despierta también una voluntad inamovible, recia, fuerte, y que miedo, que miedo para ellos que esto suceda con todos los que duermen despiertos en la madriguera que ellos construyeron, que miedo que de pronto se salga uno por uno y que de pronto cada cual empiece a construir sus sueños más anhelados, sus propósitos más ambicioso, aun peor para ellos, la unión de todas las fuerzas, no contra ellos pero sí a favor de nosotros mismos. Aterrados deberían estar quienes nos durmieron durante décadas, siglos, un despertar lento, pero sin pausa veo yo, no ahora, no ayer, un proceso lento pero seguro se viene evocando y construyendo.
Cuando somos jóvenes, muchas veces somos idealistas, futuristas, soñadores, ambiciosos y rebeldes, por naturaleza, el sistema nos pone un inmenso muro en algún momento, y entonces se hace notar la frustración, el desarraigo, la amargura y “la cordura” que ellos necesitan. Sucede, la libertad que nos dio en un inicio la juventud, la estructura conservadora nos la quita, de pronto los intereses son muy claros, ahí está el ritmo de todas las cosas dentro de esta repetición, trabajar para los sueños de los otros, sacrificando los propios, llevar un tic toc, un reloj cargado de absurdez, con resultados escasamente reales, la formula del oficio, por ejemplo, la incomoda forma de hormigas con corbata y la voz del discurso con emoción peros sin corazón. No hablo sólo de un gobierno, pero si hablo de todo el englobe neoliberalismo, sueño de los que titiritean el mundo.
El tiempo que un día me robaron es el que hoy cobro en cada uno de mis actos, pudieron robarme menos, pero me han robado mucho, ante su cacique conflicto ante mi libertad, hoy sueño despierta y activa en una revolución más plena, sin violencia, pero con poder, atesoro con conciencia lo que cobro hoy, el tiempo que me robaron ya no es suyo, me lo han pagado con la libertad con la que aleteo y las semillas que hoy riego.  Tirano sistema que crees poseerme, soy la respuesta ante tu tiranía, no me pierdas de vista, tal vez un mal golpe te tire, reposa en tu engaño, la conciencia no te asume, te deshecha y te omite.
Finalizo esta participación citando uno de mis poemas favoritos de uno de mis escritores favoritos.

OJALÁ SEAMOS DIGNOS DE LA DESESPERADA ESPERANZA

Eduardo Galeano
“Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.

 

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo”
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