El titulo de Fraustro

Foto: Victoria Valtierra / Cuartoscuro

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 14 de enero de 2020.- A fines de 2018, la hoy secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, obtuvo la licenciatura en derecho. Lo curioso es que la UNAM clasificó como confidencial su expediente, aunque, a fines de 2019, el Comité Universitario de Transparencia, de acuerdo con la propia Frausto, lo desclasificó en forma parcial, lo que impide conocer el trabajo que presentó la funcionaria para obtener el respectivo cartón, porque, según las autoridades de la UNAM, “no se advierte un interés público para su difusión (e) incluso cualquier pronunciamiento en relación a dicha información debe mantenerse en el ámbito de la esfera privada de su titular”. El ocultamiento de tales datos a la ciudadanía se basa en el artículo 21 de la Ley General de Protección en Datos Profesionales de Posesión de Sujetos Obligados, norma redactada con las pezuñas y aprobada por el Congreso con fecha 26 de enero de 2017, la que protege, sobre todo, a los funcionarios públicos que suelen aparecer como algo que no son. Así, gracias a esa ley, no es posible saber si una tesis profesional o un “trabajo final” son plagiados. Es una vergüenza.

MÁS DEL ZAPATA GAY

Le fue mal a López Obrador en Anenecuilco, donde estuvo hace una semana. Lo esperaba un grupo de manifestantes que lanzaron gritos de “¡fuera!” y otras lindezas. Jorge Zapata, descendiente del Caudillo del Sur, tildó de “cinismo” acudir a la cuna de Emiliano Zapata “manteniendo la exposición de la porquería de pintura que están exhibiendo en Bellas Artes”. Pues sí, porque un deber del Estado es promover el respeto a los héroes, pero, en este caso, la sección gay de la exposición denigra a Zapata, somete su figura al escarnio público y, para colmo, en el malhadado cuadro el Caudillo aparece envuelto en un listón con los colores nacionales, lo que implica una grosera violación al artículo 56 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales.

RECUENTO DE PÉRDIDAS

A fines de diciembre murió el poeta infrarrealista Darío Galicia (DF, 1953), quien figura como Ernesto San Epifanio en la novela Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Fue incluido por Gabriel Zaid en su Asamblea de poetas jóvenes de México y escribió los poemarios Historias cinematográficas y La ciencia de la tristeza. Ya en enero perdimos a Sergio Fernández, quien fue un profesor respetado y querido. Autor de ensayos vigorosos sobre las letras españolas de ambos lados del Atlántico, en 1968 apareció su novela Los peces, que entusiasmó a quienes nos asomábamos al mundillo intelectual. Se mantuvo alejado de las glorias efímeras que proporcionan los reflectores, pero su grandeza era conocida y reconocida. Otra muy sensible baja fue la de Nacho Toscano, promotor cultural, director de Bellas Artes, impulsor de jóvenes talentos, bailarín de excepción y hombre bueno y generoso que tuvo multitud de amigos en el ámbito intelectual. Apenas el sábado, nos dejó Ángel Goded, arquitecto y urbanista que optó por ser camarógrafo. Filmó con Paul Leduc, Felipe Cazals y otros directores notables películas como María de mi corazónFrida, naturaleza vivaBarroco o In God we Trust y obtuvo dos veces el Ariel. Nuestro pésame a los Goded.

MEDALLA FRANCISCO TOLEDO

La Comisión “de Cultura” de la Cámara de Diputados propuso crear la Medalla Francisco Toledo, lo que aprobó el pleno y hasta se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 18 de diciembre del año pasado. Pero todo se hizo sin consultar a la familia y ahora los hijos del artista, Natalia, Laureana, Jerónimo, Sara y Benjamín, así como la viuda, Trine Ellitsgaard, se oponen a que la presea lleve el nombre del inmenso Toledo, quien no gustaba de tales homenajes. Como es obvio, los “representantes populares” quisieron pararse el cuello usufructuando el nombre de una gloria nacional cuya vida y obra desconocen.

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