Elección de Estado histórica y millonaria

Por Florentino López Martínez

AMEXI. Ciudad de México. 06 de junio de 2024.- La jornada electoral que se vivió este 2 de junio en el país además de histórica fue millonaria, pero lo más costoso es que ninguno de los elegidos a ocupar los cargos votados representan realmente los intereses de la clase trabajadora mexicana.

Según el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), estas elecciones en donde se decidieron 20 mil 108 cargos de los tres niveles de gobierno (Presidencia de la República, Senadores, Diputados Federales, Gobernadores, Diputados Locales, Alcaldes Municipales e integrantes de cabildo) costaron 32 mil 767 millones del presupuesto público.

Esto significa que para el erario público cada cargo que se eligió nos costó 1 millón 630 mil pesos, aproximadamente.

Las otras fuentes de financiamiento de las elecciones.

A parte y nos es ningún secreto, que en México, además del dinero público, también fluyen grandes cantidades de dinero de los banqueros y empresarios, nacionales e internacionales, para tratar de inclinar la balanza, y tener en los cargos públicos a sus marionetas, que desde el poder público realicen diversas maniobras para el beneficio de sus respectivos negocios.

En este mismo sentido, pero más alarmante, es el dinero de la delincuencia organizada que también llega a las campañas políticas, para apoyar a candidaturas que les garanticen la impunidad, el control de grandes territorios, vías de comunicación y sistemas financieros de los cárteles de la droga.

Estas dos últimas fuentes de financiamiento no están documentados, pero existen, se ven por todas partes.

El que paga manda.

“El que paga la música manda el baile” dice un refrán que es perfectamente aplicable al sistema político mexicano, y si añadimos un poco de sentido de clase a esta realidad, hay que decir que ni los actuales administradores del erario público, ni los banqueros y empresarios, ni los cárteles de la droga, que financiaron las elecciones representan los intereses de los trabajadores y los pueblos de a pie.

Es así como en esta gran “fiesta democrática” a la que fuimos invitados a participar casi 100 millones de electores, sólo el 1% fue el que decidió las candidaturas, de todos los niveles, pasando por encima incluso de los propios militantes, dentro de los Partidos Políticos.

En el caso de la elección de la Presidencia de la República, en los primeros minutos de este 3 de junio, con los resultados del conteo rápido del INE, se dio a conocer que obteniendo arriba del 57% de los votos emitidos, Claudia Sheimbaum es virtual Presidenta Electa de México.

Hasta 35 millones de votos a favor de Sheinbaum

En su primer pronunciamiento en un acto público, incluso presumió que podría sumar hasta 35 millones de votos a su favor; lo que sí podría ser por la naturaleza clientelar de los programas sociales que sometieron muchas voluntades durante este sexenio.

Cualquiera que sea el número de votos, en cualquiera de los cargos que se votaron, no cambia la naturaleza de las elecciones, porque en última instancia, las elecciones sólo sirven para decidir qué fracción de la misma clase gobernante va a ostentar la administración de las instituciones en un siguiente periodo.

Porque una cosa es lo que se dice en las campañas y otra son los hechos, así fue con el Presidente Obrador. Lo único firme hasta ahora, es que la nueva clase política organizada en MORENA, los multimillonarios y los carteles de la droga, son los que principalmente decidirán lo fundamental del curso que tendrá la próxima administración, cuya orientación ya lo reiteró Sheimbaum, será un gobierno de continuidad, y se comprometió en avanzar hacia el segundo piso de la autodenominada “cuarta transformación”.

Necesaria una nueva constitución

Ya antes señalamos que la 4T no cambió el curso de la vida económica y política en el país, la declaratoria del fin del neoliberalismo, en realidad no hizo más que mejorar las condiciones para el desarrollo del sistema capitalista en México; los datos de la distribución de la riqueza y las ganancias del capital así lo demuestran, lo demás se quedó en palabras y promesas.

Para que realmente cambien las cosas en el país, hace falta más que obtener millones de votos, o salir a votar masivamente cada tres o seis años; es indispensable que el conjunto de las leyes y las instituciones actuales que sustentan el sistema político se quiten totalmente y en su lugar, y a través de una nueva constitución, deriven nuevas leyes, nuevas instituciones y un nuevo orden político y económico.

Y para que eso suceda, hace falta una revolución que quite del poder a la burguesía y entregue la conducción de la sociedad a la clase obrera que en alianza con los campesinos pobres y los sectores populares construyan un país diferente, sin explotación ni opresión. Sólo así podemos avanzar mejor hacia los senderos de nuestra lucha de clases.

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