Entrenamiento pacificador

Por Paloma Escoto

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 20 de enero de 2023.- Sin expectativas, sin márgenes, sin estereotipos, por amor, por estrategia, en busca de una calidad de vida mayor y mejor. En el Inter voy, conociendo los músculos que desconocía, que abandoné durante muchos años por falta de consciencia y conocimiento propio. Entre el dolor y la satisfacción me voy comprometiendo a conocer las capacidades de mi cuerpo, de mis músculos, de mis articulaciones, reconociendo la magia de la actividad física, beneficiándome en muchos aspectos, uno muy importante esta semana, la regularización de mi sistema nervioso en compañía del CBD y la actividad física.

Abrazando la oportunidad de la querencia mía, reconociéndome sin rechazo, abrazando mis defectos físicos, superando limitaciones y bloqueos, apropiándome de lo que en esta experiencia me tocó ser, este cuerpo, esta forma, este tamaño, esta humana, este cascarón que me ha servido tanto, esta forma que he logrado ver cómo aliada, sin juicios y sin reproches. Con gratitud y con mucho amor.

No busco un cuerpo perfecto, encuentro un cuerpo entero que está dando lo mejor de sí para seguir transportando de la mejor manera la esencia que lo habita. Me ha costado muchísimo dejar de ser mi propia juez para ser parte de todo y a pesar de tanto. Hay muchas líneas y estándares de belleza que hacían ruido, me hacían ruido, me debilitaban, me perseguían, me atormentaban, al dejarlas de lado sentí mucha liberación, calma y mucha paz. Y es que aquí afuera hay tanto todo el tiempo, las exigencias de pronto son crueles y abrumadoras. Deshacerse de esos monstruos feroces me parece también un acto de rebeldía necesario para una revolución de consciencia que viste y calza con la armadura correcta ante una guerra de estereotipos inquisidores.

“Los hombres aman más la belleza corporal que la virtud.”

Confucio

Durante muchos años creí que si era “bonita”, encontraría el amor, me amarían y sería muy feliz siendo bonita y amada, sobre todo me sucedió en la adolescencia, siempre quise ser otra, siempre quise ser más alta, más delgada, con la cara más bonita, con el cuerpo que se pareciera a los cuerpos que salían en las revistas. Soñaba con un novio que me adorará y me mimara como si fuera lo más en este mundo. Así como sucedía en las películas de Hollywood o en las telenovelas de Televisa. Que terrible daño hacen esas creencias, esa educación vana y hueca, esas historias irreales, esas formas mentirosas. No fue hasta que conocí la literatura que empecé a descubrir otras formas, no fue hasta que me relacioné con hombres  reales, educados tal vez igual, tal vez mejor o peor, no fue hasta experimentar los descalabros amorosos y hasta que descubrí la catarsis existencial que me fue llevando a viajes más genuinos y particulares.

Entender que el amor no tiene forma, condición o edad, entender que simplemente pasa con quién decidimos que pase consciente o inconscientemente, y que es una determinación constante mezclado con un regalo de magia. Huyo de las relaciones basadas en la apariencia física, basadas en cualquier tipo de apariencia, me sumerjo en relaciones profundas que sin duda aportan lo necesario para mi crecimiento personal aunque a veces me dé de topes en la pared queriendo creer que me equivoqué, el alma no se equivoca y hay que honrar todo lo que esta elige, tal vez se trate de un poco de madurez emocional en el viaje del autoconocimiento.

“Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios.”

EDUARDO GALEANO

Desnudando la intención, asumiendo la  tarea,  creando la posibilidad de la conformidad de mi propio envase, buscando la más plena vitalidad, recorriendo el camino lento hacia romper mis limitaciones y descubrir el borde de  cada trazo, amor propio le llaman, antes de este llamo al autoconocimiento, a  la sabiduría que proporciona una estructura  hecha a medida, sin prejuicios y sin obediencia. Tan sólo encuentro lo superfluo un paréntesis de placer y lo profundo el obligatorio  salvavidas para no errar en  la vaga y hueca  superficie narcisista, veo tras el espejo quién se busca en su silueta, huelo el deseo sexual en un desborde de pesas y pilates,   veo kilos en suma, en competencia y disciplina,   sin huir encuentro un equilibrio entre   la superficie y lo profundo, sin trauma y sin prejuicio. Y aunque no soy el culo más predominante, después de sentir correr el sudor en mi cuerpo y posteriormente al salir de la ducha me siento más completa, más en forma, aunque  falte un tanto para el objetivo que me he puesto, sin prisas y sin expectativas,  la transformación externa como la interna es un derecho que decidí ejercer.

Otra forma en la que me gusta contemplar mi cuerpo y me gusta reconstruirlo es como si se tratara de una obra de arte. La opción maravillosa de transformarlo me entusiasma mucho, es un trip que tengo desde hace muchos años, acá entre nos, me llama mucho la atención el bisturí y todo ese proceso de transformación tan últimamente de moda, he visto unos videos impresionantes, así como hay personas que les gusta ver videos de pieles con espinillas, a mi me gusta ver videos de cirugías estéticas, se me antojan unas dos o tres. Respeto mucho el proceso, y la decisión de trasfondo, la transformación en todas, toditas sus formas es un derecho. Opiniones aquí y allá, hay muchas, he escuchado a quién juzga a las personas que se aumentan los pechos o se ponen nalgas o se quitan la lonja, con un juicio obtuso como “no tiene ni amor propio”, pero esa misma persona se chinga 3 cajetillas de cigarros al día, así a ese grado de incongruencia y de “amor propio”, aceptarnos cuales somos no tiene nada que ver con la transformación física, amarnos cuáles somos tampoco, puedes amar plenamente tu esencia (que es lo que realmente importa) y querer lucir unas tetas enormes, total, que la importancia sea cero si hay una crítica o un juicio, que además nadie viene y te las paga. Creó que la transformación física es un derecho y los derechos se toman y no hay que andar consultando con nadie más, claro con el entrenador, el nutriólogo, el cirujano en su caso, con quién desarrollarás la transformación y punto.

Transformarme físicamente me excita, me llama, me intriga, me motiva, me alienta, me gusta cambiar de imagen, siempre fui fan de los disfraces, me gusta mucho cambiar de look, me gusta mucho disfrutar cambios radicales, si bien no los he hecho últimamente, no implica que haya pasado esa etapa, no lo veo como etapa, lo veo como estilo de vida, por eso también vivo dentro de este personaje que amo tanto, la bruja chalada es una de esas formas mías en donde disfruto mi Sex-appeal, mi feminidad, mi histrionismos, mis máscaras, mi lado oscuro, mi sexualidad, mi curiosidad y mi espiritualidad, es mucho, tal vez, pero me gusta cuando puedo estar en este “cuarto” por así llamarlo, dónde puedo abrir la puerta y encontrarme y encontrarles a ustedes y en dónde puedo contarles de todo un poco, como hoy, sólo quise compartir que me siento muy bien en mi entrenamiento pacificador, estoy intentando domar mis bestias, y al mismo tiempo, transformar mi cuerpo, mi físico, que no es más que eso, y lo digo en el más pleno amor, y con todas las gracias, no es más que eso, un cuerpo físico, que a veces juega a lo superfluo.

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