Esa Política: México es pez sujeto

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 07 de agosto de 2019.- Los tatamandones de Estados Unidos son metódicos y persistentes. Para comprenderlo basta la relectura de Herman Melville, con motivo del bicentenario de su nacimiento. Revisitar las aventuras de Ahab y su contienda con la ballena blanca, abre una pregunta: ¿Acudieron, algunos de los miembros del nuevo gobierno, al Instituto Lingüístico de Verano? Comportamientos y declaraciones obligan a pensar que sí.

Los estrategas políticos de la Casa Blanca muy pronto supieron que, para intervenir en México, como la han hecho y lo continuarán haciendo, era necesario derrotar al catolicismo acedo y vengativo que enjuició a Hidalgo y Morelos, y además combatió el triunfo de la Revolución.

Las diversas denominaciones religiosas cristianas llegaron a través del Instituto Lingüístico de Verano. Primero al sureste, después y ahora, desde hace mucho, en todos lados.

Supongo que Melville y su alter ego Ahab son cristianos. Quizá cuáqueros, o bautistas; es posible que el personaje Stubb, de Moby Dick, deje en claro esa fe: “… aunque el hombre ame a su semejante, el hombre, sin embargo, es un animal que hace dinero, propensión que a menudo interfiere con su benevolencia”.

Es el origen de la confrontación permanente entre honradez y corrupción, entre opulencia y austeridad… un ying-yang sociopolítico con perfiles religiosos, cuyo propósito es transformar un mundo.

Desde las obsesiones de Ahab llega la percepción de que “en tiempos de fuerte emoción, la humanidad desdeña todas las consideraciones bajas, pero esos tiempos se desvanecen. La condición constitucional y permanente del hombre, tal como está fabricado, es la sordidez. Incluso concediendo que la ballena blanca incite plenamente los corazones de esta mi salvaje tripulación, y que, dando vueltas a su salvajismo, llegue incluso a producir en ellos cierta generosidad…”.

Los programas sociales son sólo eso, generosidad, que aplaza la solución definitiva, final, pero no la resuelve, porque a fin de cuentas la vida diaria se convierte en incertidumbre, y la muerte en un sueño de verano.

La solución definitiva adquiere niveles globales, generales, porque la Casa Blanca determinó -hace más de una centuria- administrarnos bajo la doctrina del pez sujeto, que Melville explica con todas sus letras.

“Pero si la doctrina del pez sujeto es aplicable de modo bastante general, la doctrina afín del pez sujeto lo es con mayor amplitud. Se aplica de modo internacional y universal.

“¿Qué era América en 1492 sino un pez libre, en que Colón clavó el estandarte español poniéndole el arpón marcado para sus reales señor y señora?… ¿Qué será al fin México para los Estados Unidos? Todos, peces libres…. ¿Qué son los derechos del hombre y las libertades del mundo sino peces libres?”

Esta actitud impregna el TLC y se manifiesta, otra vez, en el TMEC, pero con mayor fuerza en las políticas migratorias que, a todos, nos convierten en peces sujetos, y así pueden clavar el estandarte, o el arpón, cuando lo consideran necesario, u oportuno. Ya lo hicieron con el hondureño asesinado en Saltillo.

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