Fase 2 y contando
Foto: Cuartoscuro
Por Jorge Meléndez Preciado
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 26 de marzo de 2020.- Lo anunció oportunamente el antes elogiado y hoy satanizado (desde que descubrió el liderazgo moral), doctor Hugo López Gatell, llegamos a la etapa Dos de las Tres que habrá debido al coronavirus. Sin deseos de espantar a nadie, el asunto no acabará rápidamente y quizá para junio o julio ya podamos ver un panorama diferente al presente. En este segundo periodo, ya comenzaron a cerrarse muchos lugares que antes nos hacían la vida más bella, amable, lúdica. Ahora tendremos que estar más tiempo en casa, lo que permitirá hacer tareas pendientes, leer volúmenes que estaban guardados y hasta platicar telefónicamente con muchos a los cuales dejamos en pausa.
Las primeras cifras de lo que hacen quienes ya no salen no son alentadoras. La audiencia ante lo que se denominó “la caja idiota”, la televisión, ha crecido ampliamente, según un funcionario de Televisa, Javier Tejado Dondé (El Universal, 24 de marzo), pues hasta una misa dominical rebasó los 650 mil espectadores. Mientras que no tenemos noticias de las descargas de libros, que en algunas plataformas ya se pueden hacer (especialmente en Akali, Anagrama Errata Nature, Ítaca y Planeta, según nos informa el talentoso: Arturo Sandoval).
Que hasta ahora lleguemos a poner distancia entre nosotros y se lleve a cabo el cierre de muchos lugares, de antros a bibliotecas pasando por cines, no fue una ocurrencia, descuido o malas artes, sino más bien planeado en un país donde el 57 por ciento de los trabajadores está en la economía informal por la decisión de los pasados gobiernos que privilegiaron a unos cuantos y dejaron en la indigencia a millones, sin servicios de salud, de agua y de luz. Millones más sobreviven con dos o tres salarios mínimos, algo que da idea del capitalismo salvaje que vivimos.
Por ello, en una entrevista con Jean Marc Gabaston y Cristian Morales, funcionarios de la OMS (El País, 21 de marzo), ambos señalan que se hicieron bien las cosas por la parte gubernamental, incluso elogiaron a los especialistas mexicanos y algunas medidas que se realizaron, aunque advirtieron “los peores escenarios están por venir”.
Ello porque la población mexicana sufre de diabetes, obesidad e hipertensión, entre otros problemas. Algo que ha sido producto de la publicidad, la venta de alimentos chatarra, la pésima dieta, los horarios largos e improductivos en el trabajo, el amplio tiempo en el transporte de casa a hogar y viceversa y muchas cuestiones más. Esto alentado por los medios masivos y los espectáculos (hoy cerrados en muchas partes del orbe).
El Covid-19, entonces, es un virus que desveló muchos de los problemas que hemos vivido en los últimos decenios y que tienen como meta: el individualismo, la ganancia fabulosa, el engaño, la discriminación, el recorte a los sistemas de salud (ver el reportaje de Proceso acerca de Europa, número 2264), la mala educación (recordando a Almodóvar) y muchas otras cuestiones más.
Frente a esos asuntos no resueltos, el contagio trajo otro grave problema: la crisis económica que se está padeciendo. La cual sufren los países europeos, aunque sacudirá, desde luego, al propio Estados Unidos, que según la OMS será el epicentro del asunto en los próximos días. En tanto en la provincia de Wuhan (China) ya no aumenta el número de contagiados y quizá pronto los habitantes puedan volver a la normalidad.
Así pues, querer echarle la culpa a López Obrador, no obstante sus dislates y torpezas, es algo ruin. Así lo señala el sacerdote jesuita y rector de la Universidad Iberoamericana, David Fernández (Nota de Martha Zamarripa, 21 de marzo). Algo que ha intentado, entre otros, Felipe Calderón, a quien hasta el embajador estadounidense en México, Christopher Landau, lo llamó a no politizar todo y a trabajar juntos para la resolución de los problemas. Ante ello, el antiguo panista y esposo de Margarita Zavala, simplemente enmudeció.
Algunos más, como la actriz Thalía, se hizo presente como si fuera conocedora del asunto. Algo que mueve a risa sino fuera por el espacio que le dedican medios que se dicen profesionales de la información (al respecto ver a Jairo Calixto, en Milenio, 24 de marzo).
En la crisis de 2008-2009, gobierno de Calderón, se aumentó en 3 millones el número de pobres, se perdieron 700 mil empleos, se cayó la economía en 7 por ciento (el famoso “catarrito” pronosticado por Agustín Carstens), hubo mil 316 fallecidos por el AH1N1. Días antes de que empezara la epidemia, el secretario de Salud, José Córdova Villalobos, negaba el asunto.
¿Qué pasará ahora?
No lo sabemos, pero la suspensión de actividades en la Ciudad de México, decretada por Claudia Sheinbaum podrá hacer que la sacudida sea menos terrible de lo esperado. Y el contagio aminore.
También se necesitan acciones urgentes en apoyo a millones de forma económica. El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ha dicho que auxiliarán a los gobiernos de los estados, y Andrés Manuel señaló que habrá adelanto de dinero a los pensionados. Aunque es necesario más: condonación de impuestos a los que ganan menos de 10 mil pesos mensuales, auxilio a los pequeños y medianos comercios, contratación de médicos y enfermeras, compra de medicinas e instrumental a muchos hospitales que se quejan de ello, los del IMSS, entre otros. Amén de postergar obras federales que no son indispensables. Y no tenerle miedo a endeudarse, como apunta el doctor Arturo Huerta (periodistasunidos.com, 24 de marzo).
Estamos en una época donde resuenan las palabras de Carlos Marx: “El capitalismo crea a sus sepultureros”, según nos recuerda en un texto Alejandro González. Quien concluye: habrá cambios pacíficos o violentos, no hay más (Literal, 21 de marzo).
PD: En el sitio Politika, buscar un artículo de Jean- Dominique Michel, titulado: “¡Fin de fiesta para el coronavirus!: el profesor Raoult y la cloroquina”, cuyo epígrafe de Michel Audiard es: “Los desastres son como los impuestos: siempre pagan los más pobres”
@jamelendez44