Favor con amor se paga

Foto: Galo Cañas / Cuartoscuro

Por Teresa Gurza

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 06 de febrero de 2019.- Uno de los personajes más peculiares de la Cuarta Transformación es la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; que me parece se conduce en política, como si mandara a los jardineros de su casa.

Como cada que habla me sorprende, ya le tengo un archivo y solo verla envuelta en mascadas y casi siempre soñolienta y regañona, es un espectáculo.

Este miércoles 30 se superó a sí misma, al ordenar a los diputados federales de Morena aprobar las iniciativas legislativas de López Obrador, “para devolverle el favor de haberlos apoyado para llegar a la legislatura”.

La nota respectiva, escrita por Claudia Salazar y publicada en Reforma con el título Marca Segob Agenda Legislativa, muestra que la titular de Gobernación, desconoce que la Constitución establece la independencia de los tres Poderes de la Unión, en este caso del Ejecutivo respecto al Legislativo; asunto en el que bien podría instruirla su coordinador de asesores, Jorge Alcocer, experto en el tema.

«Ayudémoslo (al Presidente) tanto como él nos ha ayudado durante la campaña» les dijo y agregó: «Lo que nos corresponde es devolverle el gesto, así como dice la canción: ‘Amor con amor se paga'».

Y les explicó que tienen que garantizar salgan las prioridades de López Obrador: guardia nacional, reforma educativa, revocación de mandato, iniciativa popular y fuero; advirtiendo que como para todas ellas se necesitan cambios constitucionales, deben evitar diferencias internas que impidan su aprobación.

Además de muy recomendadora la antigua magistrada, de salario mensual rondando los 450 mil pesos y actual pensión de poco menos, nos salió ducha en ocultar lo que tiene.

Y pese a la amenaza de su patrón relativa a que quienes no informen su patrimonio quedarán fuera del gabinete, se las arregló para ocultar un departamento de 11 millones en Houston Texas, saldos de sus cuentas bancarias y de inversiones y el valor de sus obras de arte.

Pero lo que más me intriga, es ese terrenito rústico de 380 mil metros cuadrados que dice haber comprado en 1992 en 90 millones de viejos pesos, porque no especificó dónde se ubica.

Porque me parece que no es lo mismo, tener un terreno de esas dimensiones en la Ciudad de México o en la capital de algún estado, que en una sierra o montaña inaccesible; en la playa de Acapulco, que en otro litoral; en un corredor comercial o zona fabril, que en alguna comarca escondida.

Es urgente que aclare dónde se ubica el inmueble, para que no se piense está cerca de alguna obra por hacer; como el Tren consentido, del que se cansa como ganso.

Y tampoco sabemos si en los 26 años transcurridos desde que lo adquirió, el terrenito perdió su “rusticidad” y aumentó su precio.

Por lo demás, si Sánchez Cordero iba a violar la Constitución interviniendo donde no se lo permite, hubiera sido mejor sugerir a los diputados legislar en pro de los más desposeídos para disminuir la desigualdad, o sobre alguno de los tantos asuntos pendientes que tenemos como país.

Entre ellos, el uso del plástico que nos ahoga y al que tan afectos son los candidatos en sus campañas; gastando millonadas que hacen falta para otras cosas, en esa cara y contaminante basura plástica imposible de reciclar, como se reciclan ellos; que llevan décadas, saltando de partido en partido y puesto en puesto, para seguir en el presupuesto.

Entre los plásticos más nocivos de uso cotidiano, están los popotes y las bolsas desechables; de las que, según la ONU, cada año consumimos alrededor de cinco billones.

Muchos países las han prohibido; entre ellos Chile que, a partir de este domingo 3 de febrero, vetó que los comercios las entreguen a sus clientes.

Y antes de Chile lo hicieron, Rodesia y Nueva Zelanda y 28 países europeos que prohibieron también, la venta de popotes, cotonetes y cubiertos de plástico.

La oficina de Medio Ambiente de la ONU pidió desde principios del diciembre pasado, que nadie regalara plástico en la Navidad; como medida para evitar sigan llegando a los océanos, 13 millones de toneladas plásticas anualmente.

Pero los diputados mexicanos tal vez no se enteraron, ocupados como andan en quedar bien con López Obrador.

Y únicamente Tijuana ha acatado la petición universal de prohibir a las tiendas dar bolsas de plástico a su clientela; lo hizo en junio de 2017, tras una labor conjunta del Ayuntamiento con personal de la ONU.

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