Feminicidios y contrarrevolución

Por Francisco Javier Guerrero

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 13 de mayo de 2022.- Hace ya muchos años me topé con una sorpresa: leyendo un libro de Bertrand Russell llamado Vieja y nueva moral sexual, el autor afirmaba que no se podía negar que por lo general las mujeres eran más estúpidas que los hombres. Russell da a entender que los hombres eran estúpidos, pero las mujeres lo eran aún más. Me extrañó esa postura de Russell porque él fue uno de los más grandes sabios del siglo XX hombre progresista, notable filósofo y matemático. Sin embargo, no hay que olvidar que el mismo Lord John Russell era un aristócrata y se guiaba mucho por el empirismo. Para él en la supuesta desarrollada Inglaterra, los hombres eran tozudos e ignorantes y las mujeres estaban en peores condiciones. Aquí me aventuro a afirmar que la realidad es reaccionaria, porque siendo parte de ella es fácil comprobar que responde a las ideologías dominantes. Desde la más temprana infancia, los varones nos percatamos de que nuestros padres, hermanos, tíos, y otros congéneres son percibidos con mayor inteligencia, dinamismo e iniciativa personal, don de mando, vivencias más ricas y numerosas que las de las mujeres. Siendo niños, esa situación nos parece natural y no nos damos cuenta de que ese pretendido naturalismo es una situación inducida, promovida e institucionalizada por grupos propulsores del patriarcalismo, ideología conservadora que caracteriza a la mayoría de los hombres y a millones de mujeres que en menor a mayor medida trasmiten las ideas toxicas de ese patriarcalismo a sus descendientes.

La presunción de nuestra superioridad masculina se ha enraizado en las mentes incluso de muchas mujeres, como si fueran agujas de obsidiana clavadas en sus cerebros. Sobran ejemplos de ello, pero me remito a un solo caso: el de la gran artista Clara Wieck excelsa pianista y compositora esposa de Robert Schumann. Clara, llegó a opinar que ella había querido tener éxito precisamente como compositora, pero que, si las demás mujeres no buscaban la gloria, ella tampoco tenía por que buscarla; eso era patrimonio de los hombres. En relación a esta ideología patriarcalista, recuerdo muy bien que a mis primos y otros coetáneos se nos exigía que contáramos con títulos profesionales porque, de no poseerlos, seríamos unos completos fracasados. A mis primas (no tengo hermanas) jamás se les hacía la misma exigencia. La misógina es una invitación a los malos tratos e incluso al crimen. Son muy abundantes las expresiones de hombres célebres acerca del estatuto superior masculino. Napoleón decía que las mujeres solo eran máquinas para producir hijos, Nietzsche proclamaba que había que usar el látigo contra ellas, y puedo ofrecer otros centenares de citas al respecto. Los más destacados frenólogos como Isaac Asimov, Carl Sagan, Stephen Jay Gould, Howard Gardner y otros en sus admirables estudios han mostrado que la inferioridad femenina no es más que una falacia y el ilustre antropólogo Ashley Montagu ha ido más allá al postular la superioridad natural de la mujer.

El colega Roger Bartra alega que el concepto de dictadura del proletariado de Carlos Marx es un dogma. Pienso que no es así, Marx sabía muy bien que los procesos revolucionarios son combatidos brutal y ferozmente por las clases y grupos dominantes, como se demostró en la Comuna de París y en otros casos. Afirmo enfáticamente que los feminicidios son ejemplos de una contrarrevolución cada vez más brutal y extendida, y en el caso de México la situación es patética. La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres CONAVIM ha informado que lo que va del 2022 ha habido más feminicidios que en todo el año anterior. El Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Publica ha informado que ya en enero de 2022 han sido asesinadas 292 mujeres, aunque solo se investigan 75 como feminicidios.  Cuento con una gran cantidad de cifras al respecto y noto, por ejemplo, que el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas  presenta una serie de discrepancias con otros tipos de registros, pero en todos ellos se coincide en una base común: las agresiones, los malos tratos a las mujeres y los feminicidios se han incrementado de forma desbordante y ello expresa un fenómeno contrarrevolucionario. La mayor parte de homicidas misóginos (entre ellos también hay mujeres) privan de la vida a muchas féminas debido a arrebatos de cólera personales, a los celos, al despecho, al narcisismo herido y a otros factores que se presentan como motivaciones individuales; lo que la mayoría de esos agresores ignoran es que están siendo marionetas de una contrarrevolución porque en la actualidad y a nivel planetario existe un arrasador movimiento feminista cuyas participantes  no solo luchan por sus derechos laborales o ciudadanos, sino por su cabal reconocimiento como seres humanos en plenitud. Ese movimiento debe necesariamente triunfar, porque de no hacerlo, tampoco los hombres lograremos nuestra propia liberación, porque como planteaba el socialista Charles Fourier la emancipación de una sociedad  se mide por la emancipación de la mujer; por consiguiente el deber de los hombres más conscientes y de espíritu libertario es apoyar con todas sus energías al movimiento feminista con todas sus variantes, aunque ello les cueste enormes contradicciones y dificultades, ya que el patriarcalismo no deja de ofrecernos muchas ventajas a los que pertenecemos al sexo masculino, pero no tenemos por qué ser esclavos de nuestros vicios y deficiencias.

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