Flor de Canela. In Memoriam (Parte 1)
Feminalia
Por Araceli Zúñiga Vázquez
Flor de canela, suspiro y suspiro porque me acuerdo de ti/
Suspiro yo porque me acuerdo de ti”. (*)
Periodista Unidos. Ciudad de México. 10 de julio de 2019.- Un pastel de chocolate, me dijo, eso es lo que quiero… lo siguiente ya fue el INER, con su internamiento. La conocí en 1973, con su abundante cabellera afro y una actitud desenfadada: de una inteligencia y disciplina excepcionales. Nos hicimos amigas (casi) de inmediato. Mi mejor amiga, casi una hermana. Ella, tan estructurada y de juicios contundentes. Pero vivimos juntas importantes ciclos de nuestras vidas que, como en toda relación humana, tuvo claroscuros, altas y bajas, pero siempre con un afecto que nos duró para toda una vida.
Conchita Salcedo Meza (†), vibrante como Flor de Canela de sus amadas pirekuas michoacanas que nos enseñó a valorar. ¿Los años setenta? Fueron los años cuando, recién egresadas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, nos estrenábamos como comunicadoras/ divulgadoras científicas y culturales en la entonces Dirección General de Divulgación Universitaria, frente al Parque Hundido de la ciudad de México, dependencia que con el tiempo se fusionó con Cupra para dar nacimiento a lo que ahora es TV-UNAM.
Y nos recuerdo por las estrechas oficinas, con nuestros escritorios muy juntos, contestando el teléfono sin solemnidades, para espanto y soponcio de quiénes pretendían fuésemos serias y formales; pero no, no había modo con nosotras, pues nuestra irreverencia y alegría no sólo significaba que fuésemos un grupo de universitarias recién egresadas con ganas de provocar sofocos (y divertirnos). No, no sólo era eso. Era una de las manifestaciones del otro modo que teníamos de ver el mundo, del otro modo de ver la ciencia, del otro modo de ver el arte, y, en consecuencia, del otro modo de ejercer la comunicación universitaria, de la cual hemos sido parte durante los últimos cuarenta años.
Compartimos con este grupo una época muy interesante para la Universidad y para nuestro país: cambios acerca de la orientación académica y científica, cambios en las formas de gobierno interno (y externo), cambios en nuestra percepción de lo que hacíamos como divulgadoras del arte y de la ciencia; actividad ante la cual siempre mantuvimos una posibilidad de respuesta (espero que) crítica: malmodientas, respondonas, desafiantes y (quién sabe si) transgresoras.
Las pasionarias (de la irreverencia) política y cultural universitaria. Eso fuimos. ¿Eso fuimos? Eso quisimos ser.
Desde lo que fue “Periódico Vivo”, una de nuestras aventuras culturales más excitantes y divertidas, proyecto desarrollado –y desmesurado– en y a partir de la propia UNAM, acompañados siempre de nuestro periódico mural “La Lengua” (en su primera versión de 1974), recientemente reciclada, por cierto. Pero en su edición de 1974 se “publicaba” en las instalaciones universitarias llamadas “del Parque Hundido”, siempre en la búsqueda de un lenguaje visual propio, dentro de la divulgación científica y cultural.
Éramos un grupo (una generación) con el año 68 grabado (con marca de fuego, de sal gruesa, de vinagre) en la frente y en el espíritu: entre ellas Conchita Salcedo (†), por supuesto Guadalupe Zamarrón (presencia bienhechora siempre, investigadora, maestra de varias generaciones), Belinda Bernal, Marina Bayón, Patricia Salas (artista visual, integrante del Grupo SUMA); nuestra querida Tere Blanco, Lourdes González, Teodora Durán y Gloria Valek (¿Cómo Ves?), y otras y otros más, como León Chávez Teixeiro y Jaime Reyes(†), que contribuyeron sacando La Lengua con nosotras. Lengua, por cierto, diseñada por Sergio Valdés: enorme, obscena (just do it!) y, por supuesto, Pola Weiss (†), que en una de mis imágenes/ pensamientos siempre encuentro riendo y bailando, con su bolsa/ ladrillo con la cual recogía aportaciones de toda especie para terminar su casa, entonces en construcción. (Continúa)