Hacia un final desastroso

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 01 de diciembre de 2023.- Cuando falta menos de un año para el fin de sexenio, los problemas se acumulan y los vientos del fracaso soplan sin clemencia. En tal situación, salvo para los enemigos declarados del gobierno, nada hay que celebrar, pues el desastre puede ser atribuido a una persona, pero sus efectos los sufrirá toda la sociedad.

 

Los síntomas de un final nada feliz se manifiestan, un día sí y otro también. A un mes de que el huracán Otis golpeara Acapulco, López Obrador no se ha atrevido a presentarse ante los damnificados, quienes perdieron toda posesión material. Anteayer estaba anunciado que el Presidente de la República inauguraría un Teletón en Tlapa, Guerrero, pero el mandatario prefirió no llegar, pues lo esperaba un grupo de profesores para plantearle sus demandas, lo que AMLO tildó de “agresión” y aseguró, sin pruebas, que la protesta tenía detrás al exgobernador Héctor Astudillo, un político serio, como lo acredita su paso por la gubernatura guerrerense.

Desde luego, ante la falta de apoyo oportuno, se ha producido más de un exabrupto y no han faltado expresiones irrespetuosas hacia el mandatario, pero su deber era estar en el lugar de los hechos, no para dar solución en ese momento a todos los problemas ni resarcir el total de las pérdidas, sino, sencillamente, para mostrar solidaridad y empatía con los afectados. Ahí queda esa deuda.

Por otra parte, las grandes obras emprendidas por la presente administración, Dos Bocas y el Tren Maya, no parece que vayan a concluirse debidamente, pese a que su presupuesto se ha multiplicado en detrimento de otros renglones del gasto público. Por supuesto, las obras mencionadas pueden ser nuevamente inauguradas con bombo y platillos, pero eso no será garantía de éxito, sino nefasta herencia para el próximo gobierno.

La inseguridad es una sombra negra que ha transformado, para mal, la vida de los mexicanos. No hay día en que no sepamos de nuevas desgracias producidas por la delincuencia, frente a la cual no hay diques que la contengan. Apenas ayer, los diarios informaban que, en Chiapas, la disputa por territorios entre dos cárteles criminales ha ocasionado el cierre de negocios y la salida de los habitantes de Tenejapa en busca de seguridad.

En Chilpancingo, cuatro reporteros fueron baleados cerca de un cuartel militar, en tanto que otro colega resultó agredido a tiros en Apatzingán. Todo en un solo día. Pero la embestida contra el periodismo no es sólo de la delincuencia. Después de tres años en los que el gobierno fue incapaz de resolver su pliego petitorio, el personal sindicalizado de Notimex, al que incluso le pusieron enfrente un sindicato charro creado por la empresa, se enfrenta ahora a una medida antilaboral, que es la extinción de su centro de trabajo, lo que muestra un acentuado desprecio por sus derechos y un afán de derrochar recursos públicos, pues, durante la suspensión de labores, la agencia siguió recibiendo su presupuesto íntegro y aumentado, cuando no tenía que cubrir nómina.

Al suprimir Notimex, el gobierno incurre en un despropósito, pues muestra su rotundo desconocimiento de la utilidad o, más bien, necesidad de que el Estado cuente con un órgano informativo con los alcances de una agencia. Pretender que para informarse basta con seguir la conferencia mañanera es creer que las necesidades de un político son iguales a las del Estado mexicano.

En el plano económico, las cosas no van mejor. Este año, la deuda pública creció en un billón de pesos y, en 2024, crecerá en dos billones más. Y, quien venga atrás, que arree. Paralelamente, crece la economía informal por el desempleo y los bajos ingresos, que no compensa la tarjeta Bienestar, mientras que, gracias a la generosidad del Banco de México y a sus elevadas tasas, la banca comercial tiene las más altas ganancias de su historia, a costa de sus clientes, por supuesto.

Por si algo faltara, el afán de amarrar buenos resultados en la votación de 2024 es causa de que se recorte el presupuesto de los órganos electorales, ya debidamente infiltrados por gente afín a las autoridades morenistas. La embestida contra la Suprema Corte va por el mismo camino. En fin, que el gobierno cuatroteísta se prepara para un final con tintes de desastre. Esperemos que los ánimos no se desboquen.

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