Héctor Melesio Cuén Ojeda; se va el tirano, el cacique

Por Norberto Soto Sánchez

Por Norberto Soto Sánchez

AMEXI.  Ciudad de México. 25 de julio de 2024.- Sinaloa estuvo en el ojo de la opinión pública nacional debido a dos razones: por un lado las aprehensiones de Ismael Zambada García y Joaquín Guzmán López, dos elementos clave en la estructura criminal del llamado “Cartel de Sinaloa”, y, por otro, el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, magnate regional, líder del ultra derechista Partido Sinaloense, exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (2005-2009) y cacique universitario que desde hace 20 años controlaba a dicha institución educativa a través del clientelismo y violencia política extrema que involucró métodos de lo más variopintos.

De hecho, en Sinaloa esta última noticia ha acaparado la atención mediática incluso más que la primera, aunque a nivel nacional la muerte de Cuén también tuvo su atención: el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió a ella en la mañanera del viernes 26 de julio; además de distintas figuras políticas del país como Xóchitl Gálvez, Jesús Zambrano y “Alito” Moreno, entre muchos otros.

¿Cuén fue un martir?

Los medios de comunicación nacionales pintan a Melesio como un mártir, un luchador social. ¿Lo fue? Hagamos un muy breve recuento del papel que jugó en la universidad que dominó durante dos décadas.

Lo que impuso Cuén en la UAS fue un orden institucional que, por un lado, involucraba el minucioso cumplimiento de criterios neoliberales en educación, como son las evaluaciones, las acreditaciones, el fortalecimiento de programas de mejora al profesorado con estímulos salariales en detrimento del salario base, la eliminación del esquema de jubilación dinámica para los nuevos trabajadores bajo la justificación de un supuesto saneamiento de las finanzas universitarias, la implementación de formas contractuales hiperprecarizadas de docentes.

Además de la adecuación de planes de estudio a los preceptos de la ideología de mercado emanada de organismos imperialistas como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, en sintonía también con organizaciones nacionales como la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, lo cual llevó a la UAS a ser reconocida como una institución educativa estable y “respetable” desde este punto de vista eficientista y meritocrático propio de la iniciativa privada.

Disciplinamiento colectivo

Por otro lado, la generalidad de la comunidad universitaria de la UAS fue desmovilizada a través de un complejo proceso de disciplinamiento colectivo que combinó mecanismos de cooptación clientelar y el ejercicio de violencia política, la cual, además de agresiones físicas, desde que asumió la rectoría involucró peculiares maniobras mediáticas de desprestigio, difamación y montajes con el objetivo tanto de realizar toda clase de acusaciones artificiosas contra adversarios democráticos como de victimizar a los principales funcionarios del cacicazgo cuenista frente a cualquier señalamiento sobre los abusos que cometían. Así comenzaba a nacer un cacicazgo universitario cuyos cabecillas, comandados por Cuén Ojeda, empezaban a enriquecerse a costa de las arcas institucionales. Eso sí, siempre “cumpliendo con la función social de la universidad” y mostrando a la sociedad el acatamiento de los criterios neoliberales de “excelencia” antes mencionados a través de costosísimas campañas en medios de comunicación masiva (https://acortar.link/5CSR3q).

Esa afición por los montajes y la teatralidad de la victimización que siempre caracterizó a su estructura parainstitucional represiva hizo que, tras dos décadas de implementación de instrumentos que construían narrativas de política ficción tan espectacularmente inverosímiles (https://acortar.link/XfzPUw), buena parte de la opinión pública sinaloense, en particular la del sector democrático de la UAS, siempre dude de todas las denuncias que los cabecillas del cacicazgo hacen.

Las circunstancias del asesinato de Cuén están repletas de elementos extraños y la fecha en que ocurrió, la cual coincide con la aprehensión de “El Mayo” Zambada García, genera muchas especulaciones que no son tan descabelladas, tomando en cuenta que se documentó la relación que Cuén tuvo con figuras puente entre el crimen organizado y la política, así como con el espionaje de las áreas de inteligencia de los gobiernos estatal y federal (véase https://acortar.link/u8qul4 y https://acortar.link/sahlMC).

Cuén impulsó reformas a la Ley Orgánica de la UAS

A nivel de la política interna de la UAS, Cuén Ojeda impulsó en secrecía y a espaldas de la comunidad universitaria dos reformas a la Ley Orgánica que garantizaron su dominio sobre la universidad: la del decreto 389, expedida en 2006 por la LVIII legislatura, con la cual quitó el voto universal y nominal para la elección de autoridades, sustituyendo dicho método por el de una terna que la Comisión Permanente de Postulación le presenta al Consejo Universitario para que este elija a rector y directores, la cual es una simulación, pues la mencionada Comisión desde su nacimiento funge como la Junta de Notables personal del cacique, mientras que, en el Consejo, desde el 2009 a la fecha ─con honrosas excepciones, como la de Juan Antonio Lara Medina (https://acortar.link/Kf7AKr)─ todos los consejeros son incondicionales del cuenismo, lo cual el cacicazgo logra a través de elecciones que son filtradas con métodos gangsteriles.

La segunda reforma fue la del decreto 945 de 2013, con la que se estableció la reelección de rectores prácticamente en automático, siempre que estos lo solicitaran.

Todo el acceso al presupuesto de la UAS

Así, desde que finalizó su periodo de rectoría, Cuén no solo ponía a rectores, sino también a directores de departamentos, escuelas, unidades académicas y facultades, así como vicerrectores de Unidades Regionales. Por supuesto, esto le permitió, a su vez, manipular gran parte del presupuesto de la institución, el cual asciende a 9 mil millones de pesos, parte del cual va a parar a los bolsillos de su familia, especialmente de su hijo, Héctor Melesio Cuén Díaz, vinculado a proceso por presuntamente estar relacionado con un desfalco a la UAS que supera los 700 millones de pesos, y sobre quien pesa una orden de aprehensión por diferir una y otra vez audiencias con justificantes médicos absurdos (https://acortar.link/PgHoxl).

De esta forma lo que existe en la UAS desde el 2009 no es una autonomía, sino una heteronomía. Es decir, su vida institucional no se rige por la voluntad política libre de sus órganos de gobierno, sino por la fuerza externa del cuenismo y el Partido Sinaloense, instituto que Cuén creó en 2012 con el uso clientelar y la coerción que ejerció en la UAS.

La UAS inicia una nueva historia

La muerte de Cuén abre una nueva etapa en la historia de la universidad: las distintas corrientes de su estructura parainstitucional no están unidas, entre ellas llevan a cabo muchísimas hostilidades que solo pacifica el miedo superior al cacique, seguramente comenzarán a devorarse entre ellas, aunque eso por sí mismo no garantiza su derrota.

El movimiento por la democratización de la UAS y por la obtención de pleno respeto a derechos laborales y humanos en esta institución no debe aflojar sus esfuerzos. La estructura caciquil de Cuén sigue intacta y, pretendiendo invisibilizar y quitarle su identidad política al sector democrático de la UAS, continúa con la falsa narrativa de que esto es un asunto entre el gobierno del Estado y su cúpula burocrática: nada más alejado de la realidad. La lucha por la democratización de la UAS empezó desde que Cuén asumió rectoría, hace 20 años, los grupos que la impulsan conforman un sujeto político que tiene una admirable combatividad.

Necesario el acercamiento con movimientos democráticos

Sin embargo, es necesario que este sector de la comunidad de la UAS busque acercamiento con otros movimientos democráticos de otras universidades del país en una perspectiva unitaria y clasista desde el punto de vista proletario y de los sectores populares, así como desde el anticapitalismo y el antiimperialismo. Los cacicazgos universitarios son producto de la época actual de la humanidad, es decir, del capitalismo en su etapa imperialista y neoliberal.

Imaginar otras realidades más democráticas es algo hermoso. En un futuro, cuando la clase trabajadora y los sectores populares logren imponer Estados Obreros al servicio de las grandes mayorías y las instituciones de educación sean radicalmente distintas, la humanidad volteará al pasado y contemplará con asombro y desconcierto a figuras políticas tan paradójicas, absurdas y arcaicas como lo son los caciques universitarios que existen en nuestro tiempo y se preguntarán: ¿Por qué las personas les permitían ejercer el dominio que ejercían? ¿Por qué las glorificaban? ¿Por qué las dejaban apoderarse de instituciones y bienes públicos tan importantes como las universidades y la educación? ¿Por qué toleraban sus abusos, su violencia, su hipocresía? ¿Por qué había personas que se prestaban de forma entusiasta a participar en las campañas de represión que llevaban a cabo en contra de trabajadores, docentes y estudiantes que solo buscaban el respeto a derechos laborales y humanos elementales?

Cuén Ojeda se fue impune

Se fue Melesio Cuén, no se fue un luchador social, no se fue un mártir. Se fue un tirano, un cacique como muchos otros que hay en educación, en el sindicalismo y en tantos otros espacios sociales e instituciones. Un personaje que atormentó de muchas formas a sus adversarios y adversarias, así como a sus familias.

Se fue y se fue impune, sin pagar por tanto mal que hizo a la educación no solo en Sinaloa, sino en el país. Sin embargo, su cacicazgo le sobrevive. ¿Podrá el Movimiento Democrático Universitario y Estudiantil derrotar a la estructura antidemocrática de Cuén y avanzar no solo en la democratización de la también llamada Casa Rosalina, sino en la contribución para conformación de un movimiento universitario nacional que derrote a las castas doradas? Yo creo que sí.

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