Huachicol, ¿qué oculta la tragedia?

Foto: Isaac Esquivel / Cuartoscuro

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. 02 de febrero de 2019.- Hemos de elegir con acierto el término adecuado para esforzarnos por discernir lo ocurrido en Tlahuelilpan, Hidalgo, sus orígenes y consecuencias. ¿Drama o tragedia?

     El drama es acotado y definido por humanos y su carácter. Los actores lo interpretan en el teatro; los políticos lo escenifican en la tribuna y en sus políticas públicas.

     En la tragedia se intuye o se supone participación de la divinidad (la naturaleza). La narración del suceso fue conceptuada y desarrollada por los griegos; después Shakespeare logró algunas, o Ibsen y, por excelencia, los hombres de poder, ajenos a la política, sólo adictos al control absoluto de sus gobernados: Hitler, Stalin, Perón, Maduro, Daniel Ortega… es el desbordamiento de las pasiones y la pretensión de alcanzar la divinidad, de transfigurarse. ¡Cuidado con lo que se ve, y con lo que se desea!

     Las crónicas del antes, durante y después del flamazo y el incendio, son puntuales; nos aproximan más a la idea de un happening que a un robo organizado y repetitivo de los ductos de gasolina. Llenaban los bidones, pero también reían, se bañaban con gasolina… mientras expectantes los integrantes de una patrulla militar observan y dan la voz de alarma por lo que pueda suceder.

Era una fiesta y al mismo tiempo una respuesta a las autoridades, a los tres niveles de gobierno, por la situación de precariedad en que las políticas públicas de los últimos seis lustros, al menos, colocaron a la mayoría de la población. Sí: desafío, reto, un estamos hasta la madre de que no se tome en cuenta la manera de comer, vivir, vestir, andar con el Jesús en lo boca, por la ausencia de Estado.

     Psiquiatras, sociólogos, antropólogos debieran estudiar el fenómeno de cómo se manifiestan en el comportamiento humano las consecuencias de prolongadas penalidades y privaciones. Creo que el único que lo captó en el ambiente fue AMLO, les ofreció respuestas y lo llevaron al poder. Pero, ¿y si no cumple? ¿Otro happening mortal?

     La tragedia de lo ocurrido el viernes 18 de enero último sobrepasó todas las previsiones gubernamentales y de control social del nuevo gobierno. Los muertos, heridos y testigos milagrosamente con vida, ejercieron su libertad para decir AQUÍ ESTAMOS, sabedores de un riesgo mínimo, nunca ciertos de la proximidad del fallecimiento horrible que padecen los quemados.

     San Juanico y las explosiones en los mercados donde se venden fuegos artificiales, o en los talleres donde se fabrican, son accidentes; Tlahuelilpan es una tragedia propiciada por el hartazgo de un buen número de mexicanos ante las políticas públicas de los gobiernos que prometieron regresarlos a la vida digna.


@OrtegaGregorio

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