Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 28 de octubre de 2024.- La Real Academia de las Ciencias de Suecia otorgó el Nobel de Economía 2024 a tres economistas por sus investigaciones de cómo las instituciones afectan a la prosperidad de las naciones. Dicha Academia señaló que los ganadores mostraron la importancia de las instituciones para lograr reducir las enormes diferencias de ingreso entre países.
Los estudios de los investigadores – Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson -se dice “demostraron que gran parte de esta brecha de ingresos se debe a las diferencias en las instituciones económicas y políticas de la sociedad». El jurado en su justificación del premio tomó el ejemplo de Nogales Arizona versus Nogales Sonora, donde los residentes del lado estadounidense viven en mejores condiciones que los habitantes del lado de México donde «la población en general se considera más pobre” y lo adjudican a que “el sistema político de México limita las posibilidades de influir en la legislación”. Al respecto cabe decir que no mencionan que las empresas estadounidenses ubicadas en México pagan salarios mucho menores a los que se pagan en su país, acentuando ello las diferencias del nivel de vida entre ambas ciudades. Hay que señalar que lo que determina las diferencias de nivel de vida de los habitantes de ambas ciudades no es el sistema político, sino las condiciones productivas, macroeconómicas, financieras y de manejo de política económica predominantes entre los dos países que son muy diferentes. Estados Unidos (EUA) es la principal economía del mundo por su desarrollo tecnológico y productivo, por sus condiciones financieras de disponibilidad crediticia a menores tasas de interés que le permite tener mejores niveles de desarrollo y salariales que en México. Nuestro país ha perdido el manejo soberano de la política monetaria y fiscal, como consecuencia de las políticas neoliberales impuestas por la mega institución que es el FMI, que impone la política a seguir en las instituciones monetarias y hacendarias de la gran mayoría de los países, lo que impide el crecimiento, independientemente de las condiciones democráticas predominantes en los países.
Daron Acemoglu dijo que la investigación premiada subraya el valor de las instituciones democráticas. Sin embargo, no hay democracia en las instituciones predominantes en la mayoría de los países, sino que responden a los intereses del gran capital.
El sistema político y la legislación se han tenido que adecuar a las exigencias del capital financiero internacional y del FMI que han impuesto la autonomía de los bancos centrales que quitan el control de la moneda a los gobiernos y los obliga trabajar con austeridad fiscal, por lo que se deja de tener política económica para el crecimiento y bienestar de la población. Por lo tanto, son las instituciones que responden a los intereses del gran capital las causantes de las diferencias entre países.
Si en realidad fueran democráticas las instituciones que trazan la política a nivel mundial, otras serían las políticas económicas predominantes, y no las altas tasas de interés, la austeridad fiscal, el libre comercio, la libre movilidad de capitales, la desregulación del sistema financiero que solo favorecen a las empresas transnacionales y al sector financiero y han llevado al estancamiento y al creciente desempleo y subempleo y miseria a la gran mayoría de las economías y no porque no tengan democracia.
Para los economistas antes señalados, los países con gobiernos democráticos, con Estado de derecho, generan mejor progreso que los no democráticos y afirman que los países con pobre Estado de derecho no generan un crecimiento sostenible. Y ante una pregunta que le hicieron a Acemoglu de cómo encajaba en sus teorías países como China y contestó que «mi perspectiva en general es que estos regímenes autoritarios, por varios motivos van a tenerlo más difícil …para conseguir…resultados de innovación sostenible en el largo plazo”. Al respecto cabe decir que China ya tiene más de 40 años creciendo más que cualquier otra economía. Corea del Sur y Brasil tuvieron un gran crecimiento en los años sesenta a pesar de no tener estados democráticos en ese período.
Países como China e India son exitosos debido a que no han seguido las recomendaciones neoliberales emanadas por las instituciones financieras internacionales. En cambio, los países que han quedado atrapados en el estancamiento son los que están sujetos a las recomendaciones del FMI y a las evaluaciones de las calificadoras internacionales que responden a los intereses del sector financiero internacional. Las instituciones emanadas de sociedades “democráticas” defendidas por los economistas laureados con el Nobel no han reducido la brecha de ingreso entre países, sino la han incrementado.
Tales economistas afirman que “muchas sociedades, entre ellas la de Estados Unidos, han hecho con éxito la transición a lo que llaman sociedad inclusiva”. Si en realidad fueran inclusivas, tendrían pleno empleo y no habría diferencias de ingreso en tales economías.
La posición de tales economistas no se constata históricamente. Japón, que es un país democrático, tiene tres décadas que no crece más de 1.5% promedio anual. Europa tiene dos décadas de estancamiento y Alemania actualmente está en recesión. Lo que determina el crecimiento y el bienestar de los países son las políticas económicas y la gran mayoría dejaron de crecer, no por la falta de democracia, sino por las políticas de libre mercado que predominan desde la década de los años ochenta y en cambio han crecido aquellos que no han instrumentado tales políticas y no se han sujetado a la mega institución que es el FMI e impone las políticas neoliberales.