Periodistas Unidos. Ciudad de México. 18 de septiembre de 2021.- En la fecha emblemática del 15 de septiembre, liberaron a 681 presos comunes, gracias a un decreto expedido el 25 de agosto de este año. Algo que es una buena señal ya que nuestras cárceles están llenas de personas que no deben estar en dichos centros que no son de readaptación, como se esperaba (Sergio García Ramírez, dixit, sic), más bien de formación criminal.
Quienes salieron en esa ocasión, se encuentran personas que fueron torturadas para confesar delitos que no cometieron, quienes tienen más de 10 años sin sentencia, los mayores de 65 años con enfermedades crónico degenerativas o terminales y aquellos que ya cumplieron 70 años de edad.
Estos recluidos son diferentes a la Ley de Amnistía, proclamada en abril de 2020, que ha liberado a una treintena, algo terrible, ya que deberían ser miles los que ya no estén en prisión.
Entre quienes se encuentran privados de su libertad están, casi siempre, los más pobres; quienes están acusados de delitos federales graves y una buena cantidad de mujeres y jóvenes, los cuales han sido acusados sin mayores pruebas de muchas cuestiones difícilmente comprobables.
Según la organización Reinserta, encabezada por Saskia Niño de Rivera, el poner en libertad a muchos de ellos, es como “salvar vidas”. Y tiene absoluta razón, ya que encarcelados llegan a servir incluso de esclavos a las mafias que hay en los reclusorios y son quienes mandan internamente.
Esto ha quedado muy claro en penales de Zacatecas, Tamaulipas y otros estados del norte del país, donde los cárteles hacen de las suyas no sólo adentro, sino que incluso coludidos con las autoridades salen a diferentes horas del día para cometer tropelías o divertirse. Y sus sirvientes son los que no pagan las cuotas que se dictan por los malosos.
Hay una película y un documental que muestran ello. La primera es: El Apando, basada en un libro magnífico de José Revueltas y filmada por Felipe Cazals. Y en el segundo caso, un docudrama de cómo Arturo El Negro Durazo, jefe de la policía con su compadre presidente de la República, José López Portillo, utilizaba Santa Martha Acatitla para llevar los carros robados, transformarlos y venderlos después.
Ahora las cosas son peores con los cárteles, ya que hacen tremendos pachangones en dichos sitios. Algo que están tratando de evitar las autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública y Ciudadana (SSPC).
En la actualidad los centros de reclusión tienen 210 mil adultos, siendo que su capacidad es de 170 mil. Por ello muchos duermen en el piso, unos sobre otros e incluso a quienes se les ata a las rejas por las noches, y se les denomina vampiros.
Precisan Saskia y Eduardo García de Reinserta, a muchos se les niega el Protocolo de Estambul que afirma: si a alguien se le torturó debe liberársele de inmediato. Amén que otros tardan en la sentencia años o van desahogando proceso tras proceso, lentamente.
Por cierto, el que, al parecer, no alcanzará su liberación es Israel Vallarta, ya que el nuevo secretario de Gobernación, Adán Augusto López, dijo que está imputado de un secuestro anterior del que aparentemente realizó con Florence Cassez.
Ante esto, Carlos Loret de Mola soltó una cantidad de tonterías sin cuento. Y nos recordó a Ryszard Kapuscinski, quien dijo que el periodismo no es un oficio para cínicos, algo muy común en el nieto de un gobernador de Yucatán (Carlos Loret de Mola Mediz, 1970-1976) que mandaba asesinar a quienes batallaban por la libertad sindical y la transformación del país. Recordar el caso de: Efraín Calderón Lara, El Charras.
Buena señal en esta independencia, pero de llevar a cabo la amnistía, podrían salir 10 mil personas, algo que debe apresurar la subsecretaría de Alejandro Encinas y los legisladores que avanzan a paso de tortuga en asuntos prioritarios.
¡Viva la independencia y la libertad!
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