IV República, año 0

Foto: Misael Valtierra / Cuartoscuro

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 30 de noviembre de 2018.- La democracia también está en crisis. No de ahora. Dista mucho de reflejar los supuestos enseñados por los clásicos y los obtenidos de la praxis. Adquieren actualidad las observaciones sobre Persona y democracia formuladas por María Zambrano.

No pudo ser peor la coincidencia del clima y el anuncio el día en que dieron a conocer la propuesta de la Gendarmería Nacional para reordenar al país. Estuvo nublado, llovió durante más de 12 horas. Lo que pudo haberse hecho a la luz del sol, sólo se vio desde el parpadeo de las luces encendidas. El titular del poder que ensombrece los mejores augurios. Quieren llevarnos de la mano a la tragedia, en la mejor de sus expresiones de origen. ¿Será Esquilo el que ordena el escenario y convoca a los actores?

La primera imagen que reaparece en la memoria al mencionarse que tendremos Guardia Nacional es la del tricornio. Obviamente no la del Sombrero de tres picos de Joaquín Pardavé. Anuncian en España la exhumación del fantasma de Francisco Franco, espero que no lo dejen suelto.

María Zambrano, que debió huir de su patria, dejó anotado: “En las épocas en que se produce un cambio violento o una crisis, o las dos cosas, como ahora, las generaciones son consumidas y son además portadoras de nuevas esperanzas y nuevas desesperaciones. No hay continuidad.

Y al no haberla, sucede que restos de las generaciones ya pasadas se eternicen en el poder y que su desesperación produzca el efecto de una catástrofe, porque no hay otra preparada, y las que llegan, separadas como están de las que aún mandan, no pueden continuarlas”.

No está mal, es lo que se espera, el rompimiento con los modelos políticos del pasado para reformar al Estado, refundar al país y dar a luz la IV República. No hay espacio para la restauración, aunque…

Explica la mismísima Zambrano: “El poder y el amor (pienso en la República amorosa) tienen en común el estar necesitados de este desprendimiento de sí mismo, esta sustracción de sí mismo, aunque en modo diverso. El que ejerce el poder ha de librarse del fantasma de su sueño convertido en personaje. Este personaje histórico en el cual tantos hombres han vaciado su alma, confundiéndola quizá con el desprendimiento de sí mismos. Porque se trata de desprenderse del poder al mismo tiempo que se ejerce, conservando íntegra la sustancia de la propia alma, de la propia persona. De ser, en suma, bajo el que manda, bajo el personaje histórico cuando a tal grado se llegue, una persona. Que la persona sea la máxima realidad, y no el personaje”.

¿Qué nos dejará el mensaje político de la toma de posesión? ¿Estaremos en el umbral de la IV República, u ocurrirá lo mismo que cuando nos ofertaron el Primer Mundo como resultado del cambio? ¿Su palabra acreditará con más certeza la legitimidad y la confianza, o iniciaremos el paseo por el sendero de la desilusión? Mantiene a México en vilo.

Twitter @OrtegaGregorio

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