El poder del narco y la debilidad del Estado

Foto:  Juan Carlos Cruz / EFE

Por Jorge Meléndez Preciado

En apoyo a Sergio Aguayo, quien sufre el embate de un politiquillo

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 20 de octubre de 2019.- Las cifras más recientes dicen  que en el jueves negro de Culiacán tuvo  como saldo: ocho muertos, 39 presos fugados y 13 soldados heridos. Una exigua cantidad de daños si vimos las impresionantes acciones  donde las bandas de narcos, mejor armados que el ejército, daban órdenes a la población, tomaban posiciones en toda la entidad y en audios afirmaban que pagarían  10 mil pesos iniciales y 20 mil después a quien participara  en el rescate de   Ovidio Guzmán López.

            De la otra parte,  la mea culpa del gobierno que se trató de una operación mal planeada,  peor  desarrollada (30 soldados en la acción principal) y desastrosamente  concluida. Tanto que se tuvo que liberar al capturado para evitar una matanza de proporciones incalculables.

            No es la primera vez que se puede detener a un maleante de la droga y se le deja ir, lo mismo con Félix Gallardo, los Beltrán Leyva y Nemesio Oseguera, en Jalisco. Pero el  17 de octubre resulta el asunto más notorio y preocupante, sobre todo para la administración que quiere cambiar las reglas para abatir a los narcotraficantes y rescatar a la sociedad de las manos del hampa.

            Alfonso Durazo está, obviamente, incapacitado para ser el encargado de una tarea que necesita aplomo, inteligencia y mando suficiente. Mantenerlo en su puesto es una necedad y un gran riesgo.

            Dice bien el doctor Edgardo  Buscaglia que resultó plausible, a pesar  de todas las críticas,   se dejara libre a un maloso en lugar de entrar en un baño de sangre. Pero es necesario, como asegura el especialista, replantear  el esquema y atacar a los   barones de la droga en: cuentas bancarias, apoyos en la policía y el ejército, decomiso de bienes y, sobre todo, relaciones con Estados Unidos, donde aparentemente no hay capitanes del trasiego de estupefacientes.

            Por cierto, el director de la DEA, Uttam Dhillon, fue a Sinaloa días antes de la torpe y frustrada operación gubernamental. ¿A qué?

            No será con “abrazos y no balazos” como se resolverá el grave problema, sino con inteligencia, mandos serios, jueces probos y apoyo social. De otra forma López Obrador fallará estrepitosamente.

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@jamelendez44

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