Por Humberto Musacchio
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 07 de marzo de 2025.- El gobierno mexicano ha estado jugando con la posibilidad, ciertamente remota, de que Donald Trump nos perdone la vida y no aplique medidas que lesionan a nuestro país. La imposición de aranceles de 25% demuestra que su juego nada tiene que ver con la amistad entre las naciones y que, si le resulta conveniente, puede romper con sus aliados y poner en peligro la paz, donde todavía la hay.
La absurda entrega de 29 capos del narcotráfico no apagó la rabia que, hoy por hoy, guía la política de Trump, como se pudo confirmar en el encuentro con su empleado Volodímir Zelenski, a quien amamantó Estados Unidos para dejarlo caer ahora, cuando así conviene a los intereses empresariales de quien gobierna la nación vecina.
Por hechos como los citados, doña Claudia Sheinbaum pide “serenidad y paciencia”, como le recomendaba Kalimán a su querido Solín, quien, en voz de la Presidenta, es algo así como la encarnación del pueblo mexicano. Por supuesto, cada quien tiene el derecho de citar a sus clásicos, pero la situación no está para sentarnos a esperar el siguiente golpe, sobre todo si de varias maneras Washington anuncia que hará uso de su poderío militar contra los países que no le obedezcan, México incluido.
Lo que aparece como necesario, o más bien indispensable, es prepararse para lo peor, pues estamos ante un enemigo que no está dispuesto a respetar la soberanía de otras naciones, ni siquiera las de sus aliados militares, mucho menos las de sus socios comerciales, como México.
La presidenta Sheinbaum afronta la insolencia del vecino, pero ésta tiene su origen en la herencia negra de López Obrador, quien permitió que se desbocara la criminalidad durante su mandato. Por su parte, los gobiernos neoliberales diseñaron un proyecto de cabal dependencia, ante el cual debemos contar con alternativas. El modo de responder a las agresiones, dijo la Presidenta, “ya lo definiremos, vamos día con día”. Perdón, pero lo aconsejable es adelantarse y disponer de opciones.
Ante la locura agresiva y las amenazas bélicas de nuestro vecino, no cabe esperar el día con día para ver qué procede. La guerra contra los narcos no la ganarán las autoridades con fusiles, sino con inteligencia política. La unidad nacional no se logrará mientras el gobierno cuatroteísta se empeñe en su guerra contra los mexicanos críticos, mientras continúe la destrucción de instituciones levantadas con inenarrables esfuerzos a lo largo de nuestra historia, como es el caso del Poder Judicial. Pero, ahora, el obstáculo mayor para esa unidad no son los adversarios del gobierno, sino las propias fuerzas de Morena en el Poder Legislativo.
Guillermo Prieto, el 12 de mayo de 1863, con Puebla sitiada y la soldadesca francesa ocupando gran parte del país, dejó dicho: “Escribimos sobre ruinas, sobre devastación y proscripciones. Los campos de la patria, en zona ocupada por el invasor, están talados; las fábricas, desiertas; las artes, muertas; los pueblos, saqueados; las familias, errantes en los bosques; los soldados franceses, insultando mujeres que lloran, y deportando a los hombres que escapan al asesinato… Éstas son las horas sombrías de la bestialidad humana, las horas de las hienas y las serpientes… Sus últimas convulsiones serán terribles, torturarán a nuestros prisioneros, calumniarán a nuestros caudillos, los matarán con plomo francés, encarcelarán a las mujeres, mancharán el lecho de las vírgenes, espiarán el secreto de los padres sobre los labios de los hijos y cometerán todos los atentados que les son familiares, pero vendrá un día de expiación y de castigo, porque “cuando una causa encuentra héroes, hasta en medio de las nulidades y la sangre ha corrido en las ciudades y en los caminos, esta causa es santa y se convierte en una religión”.