La brutal ruta de Rutilio

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 28 de mayo de 2021.- La bestial represión contra los aspirantes a ingresar a la Normal de Mactumactzá es un atentado contra la inteligencia, una grosera limitación del derecho a estudiar y una muestra más de que Rutilio Escandón Cadenas, responsable de lo ocurrido, no merece gobernar ni la cuadra donde vive.

Todo empezó porque la convocatoria de ingreso a la citada normal estableció que el examen de selección no sería presencial, sino virtual, esto es, por internet, lo que requiere que el aspirante cuente con computadora y luz eléctrica. Sobra decir que hay comunidades en Chiapas que no cuentan con electricidad, que ahí la computadora es privilegio de minorías y que el servicio de internet en amplias zonas rurales sencillamente no existe.

 

El proceso es discriminatorio en más de un sentido, pues el examen de selección también implica que serán dejados fuera los que no tuvieron la suerte de contar con buenos maestros, libros adecuados y escuelas dignas de ese nombre. Pero los políticos, ya en el poder, pretenden olvidar que México es un país donde predomina la pobreza y que la carrera normalista es una salida a la miseria y la desesperanza.

Por todo eso, los aspirantes fueron agraviados con la convocatoria de marras y la respuesta no se hizo esperar. Ante la sordera de las autoridades educativas, los muchachos pasaron a los hechos y bloquearon una carretera de cuota, y eso sí lo escuchó el “gobernador”, quien mandó de inmediato a la policía que atacó brutalmente a los jóvenes.

Satisfecha la sed de sangre del gobernador, lo lógico hubiera sido mandar a sus casas a la chamacada, pero después de la salvaje agresión, 19 varones y 74 chicas fueron recluidos en el penal El Amate, de Cintalapa. A todos, la Fiscalía los acusó de motín, pandillerismo, robo con violencia, daños, atentados a la paz y a la integridad corporal y patrimonial de la colectividad y del estado. Los varones fueron golpeados y humillados y a las mujeres las obligaron a desnudarse en presencia de los policías, que las insultaron y tocaron en partes nobles. Por si algo faltara, el servilismo de un juez sometió a todos los detenidos a proceso.

Desde los años cuarenta, las normales rurales han sido objeto de innumerables agresiones de los gobiernos estatales y del federal, de sus policías, sus agentes del Ministerio Público y de jueces venales y convenencieros. Pero los estudiantes de esos centros son, en su mayoría, muchachos de familias muy pobres y la carrera magisterial es la única posibilidad de superación. Eso explica la resistencia juvenil.

En 1939 había 36 normales rurales, pero el gobierno de Ávila Camacho las redujo a la mitad en 1941. Las escuelas, en varios casos, fueron construidas con el trabajo voluntario de los estudiantes y de sus familiares. Con presupuestos ínfimos, los alumnos han sufrido hambre, carecen de mobiliario adecuado y, con frecuencia, hasta de profesores.

La razón de tan canallesco abandono es que, pese a todo, en esas escuelas alienta un ejemplar espíritu de superación, una sólida conciencia de clase y una voluntad indomable para combatir la injusticia. Eso explica que de esas escuelas salieran Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas, entre muchos otros luchadores sociales.

Rutilio Escandón llegó a la gubernatura con apoyo de Ya Saben Quién, pero el despliegue de brutalidad, a unos días de las elecciones, es un pésimo servicio a Morena y a López Obrador, que todavía no puede informar qué les pasó a los 43 muchachos de la normal de Ayotzinapa y ahora “explica” lo ocurrido en Chiapas con la vieja cantaleta de que hay en el caso gente ajena a los estudiantes y seudolíderes, pero que el gobierno federal tiene voluntad de diálogo, lo que mucho recuerda la “mano tendida” de 1968.

En medio de la crispación actual, cabe recordar lo que decía un líder chino: una chispa puede incendiar la pradera.

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