La caída del precio internacional del petróleo y de las bolsas de valores del mundo: ¿Qué hacer?
Foto: Cuartoscuro
Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 10 de marzo de 2020.- El lunes 9 de marzo ha sido la continuación de datos negativos para la economía mundial y nacional. Como consecuencia del desencuentro entre la OPEP y Rusia, el viernes pasado en relación a limitar la producción de petróleo, para frenar la caída internacional del precio del petróleo que viene dándose por la menor demanda por dicho insumo, debido a las consecuencias de desaceleración económica derivada del coronavirus. Rusia se opuso a disminuir la producción en 1.5 millones de barriles diarios, y Arabia Saudita respondió con una guerra de precios. Anunció que aumentaría la producción diaria a 10 millones de barriles y a partir de abril la elevaría a 12 millones, lo que ha derivado en una caída del precio internacional del petróleo cerca de 30%. Ello ha acentuado los pronósticos negativos del acontecer económico mundial, y ha llevado a la caída generalizada de los mercados de capitales. El índice de las bolsas de Europa cayó en 7.4% y lleva una caída acumulada de 20% desde febrero 19. Noruega, que es un país petrolero, su bolsa de valores cayó el lunes en 9.4%. La de Londres disminuyó en 7.7%; Italia cayó en 11.17%, Francia cayó en 8.3%, Alemania disminuyó en 7.94%, la de España cayó en 7.96%, el Dow Jones disminuyó 7.79% y la BMV su caída fue de 6.42%. La caída de las bolsas de valores acentúa los problemas de las empresas que han visto disminuido el valor de sus activos financieros, sobre todo de aquellas que tienen altos niveles de endeudamiento. Al caer el precio de sus activos, menos posibilidad tendrán de hacer frente al pago de sus deudas y de aumentar su inversión, por lo que se desacelerará más la actividad económica mundial, como la generación de empleo y el nivel de vida de las grandes mayorías.
En nuestro país, la caída internacional del precio del petróleo, llevó a que la mezcla mexicana de petróleo, esté en 35.75 dólares el barril, lo que afectará las finanzas de Pemex, como del gobierno, siendo que cerca del 20% el ingreso presupuestario, son los ingresos petroleros. Aunque el gobierno compró un seguro para protegerse frente a una caída de dicho precio, donde le cubre el precio presupuestado de 49 dólares el barril, dichos seguros no le cubren toda las exportaciones, sino una parte, por lo que dicha caída del precio, terminará por afectar las finanzas públicas y de Pemex, y más cuando se encuentra en una débil situación financiera en que le pueden bajar la calificación crediticia por parte de las calificadoras internacionales.
Por más que el gobierno reitera que la economía tiene elementos ‘sólidos’, dada su austeridad fiscal y las reservas internacionales, para encarar los embates externos, ello no es tal. Ese era el mismo discurso que las autoridades monetarias y hacendarias pronunciaban en 2008 ante la crisis financiera en Estados Unidos, y la economía mexicana cayó en 6.2% en 2009, evidenciando que la austeridad fiscal y las reservas internacionales para nada reflejan fortaleza de la economía nacional. Las reservas internacionales no son nuestras. Ahí está el capital financiero que ha ingresado por las altas tasas de interés que el banco central ofrece por la deuda pública (CETES) y se puede ir en el momento en que consideren que la economía nacional no ofrece expectativas de estabilidad, rentabilidad y pago. Las finanzas públicas ‘sanas’ han sido la causa de la recesión económica que el país enfrenta, y del hecho que no tengamos capacidad productiva y económica, ni manejo soberano de política económica para hacer frente a los embates externos, por lo que caeremos en una severa crisis económica.
El gobierno mexicano para evitar ello, debe modificar radicalmente su política económica. El banco central y Hacienda deben trabajar con tipo de cambio flexible para poder bajar la tasa de interés e incrementar el gasto público a favor de impulsar el mercado interno, como la inversión en sustitución de importaciones y sobre todo de aquellos productos que China ha dejado de abastecer a las empresas estadounidenses, como a las que están ubicadas internamente, y así impulsar la dinámica industrial y el empleo, como para mejorar la posición de la balanza de comercio exterior, lo que generaría condiciones de crecimiento con estabilidad cambiaria y baja inflación. De proseguir con altas tasas de interés y finanzas públicas ‘sanas’, la economía caerá en una severa crisis.