La demanda contra Loret

Por Humberto Musacchio

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 02 de marzo de 2024.- Pío López Obrador, hermano del Presidente de la República, fue captado en video cuando recibía dinero en sobres que le entregaba David León Romero, quien fuera funcionario del gobierno federal entre 2018 y 2020. Carlos Loret de Mola, al igual que muchos otros periodistas, difundió la grabación y ahora el hermano del mandatario demanda a Loret por 200 millones de pesos y por una suma igual al portal de internet Latinus, medio de expresión en el que labora el citado periodista.

Pillado Pío en la recepción de una suma en efectivo estimada en un millón 400 mil pesos, declaró que era “para el movimiento”, lo que puede entenderse como Movimiento Regeneración Nacional o Morena, partido que hoy está en el poder. Sin embargo, no hay información comprobable sobre el destino real de ese dinero, pues las autoridades electorales no parecen haberse enterado de la operación y el grueso fajo de billetes bien pudo acabar en los bolsillos de Pío o tener otro destino.

Pese a que constitucionalmente no es delito difundir una información de interés público, hubo una juez que aceptó la demanda, lo que implica una violación a la libertad de prensa, algo que debe preocupar al Consejo de la Judicatura y a todo mexicano, pues con el mismo criterio se puede llevar a tribunales a cualquier ciudadano que actúe dentro del marco de la ley.

Pío, el impío, afirma que tiene nueve años sin ver a su hermano Andrés Manuel, pero ni falta que hace, pues el mero apellido suscita las caravanas de funcionarios públicos serviles, además de ser una formidable tarjeta de presentación para los negocios más peregrinos y para el éxito económico del que debe gozar el ahora demandante, que se mueve en un auto de lujo.

Anteayer, el careo entre el periodista y el hermano del Presidente duró ocho horas. Para quien trata de ganar 400 millones de pesos, se trata de una muy interesante inversión, en cambio, para un periodista que vive de su trabajo, es una grosera pérdida de tiempo y, consecuentemente, de dinero. A lo anterior debemos agregar que en estos litigios se requiere el apoyo de abogados, los cuales no trabajan gratis.

Loret es un periodista exitoso y tal vez pueda pagar lo que cobran los abogados, pero el peligro es que el mismo juez o colegas suyos, igualmente ayunos de conocimiento jurídico o de escrúpulos, conviertan en costumbre perseguir a periodistas indóciles. Todos estamos en peligro si, insisto, el Consejo de la Judicatura deja pasar este asunto y, no sobra decirlo, el perjuicio mayor será para la sociedad, porque si se permite que un juez incurra en violación al marco jurídico, lo esperable es que aquel colega que disponga de una información relevante prefiera guardársela, con lo cual se privaría al público de conocerla.

No es necesario estar de acuerdo en todo para solidarizarse con el colega Carlos Loret de Mola. La diferencia de enfoques y criterios enriquece al periodismo, lo que representa un beneficio para la sociedad. Recordemos el grito que lanzó en 1968 el rector de la dignidad, don Javier Barros Sierra, ante el embate del autoritarismo: “¡Viva la discrepancia!”, dijo entonces aquel gran maestro.

Por eso, desde la coincidencia o la discrepancia, hay que desplegar una amplia solidaridad con Loret, miembro de una dinastía que ha dado grandes figuras de la prensa. A la vez, hay que condenar, sin rodeos, la prepotencia del hermano del hermano, ya que, si avanza esta demanda, seguramente seguirán otras, pues Loret de Mola no es el único incluido en la lista de informadores a los que Andrés Manuel López Obrador ha decidido convertir en enemigos.

Sobre el desenlace de este triste episodio, AMLO dijo que “no sirven de nada las denuncias porque no se puede denunciar a un mafioso que está protegido por un Poder Judicial mafioso, porque forman parte de la misma mafia. Es perder el tiempo, yo por eso no presento ninguna denuncia”.

Después de eso, es previsible que la fobia presidencial contra los periodistas se acreciente en este fin de sexenio. Para entonces, gane una u otra candidata la próxima elección, el manto protector que acompaña a quien ocupa tan alto cargo se irá deshilachando hasta desaparecer y dejará en la indefensión a quien hoy usa y abusa de los recursos que le encomendó la ciudadanía. Lo tendremos presente.

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