¿La guardia o el diluvio?

Foto: Misael Valtierra / Cuartoscuro

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 08 de febrero de 2019.- El general Luis Cresencio Sandoval González, secretario de la Defensa Nacional, consideró “incongruente” que, por una parte, se reconozca el esfuerzo de los militares y, por otra, se desconfíe de ellos. Hay que decir que no es el caso, pues si bien hoy contamos con Fuerzas Armadas que tienen el respeto y la admiración de los mexicanos y jefes militares patriotas, civilistas y apegados a la legalidad, nadie puede asegurar que en otro momento no empeore drásticamente la situación y las fuerzas castrenses, como en buena medida ya ocurre ahora, tengan que hacerse cargo de aquello que las autoridades civiles no pueden o no quieren resolver. Tampoco se puede ignorar al vecino que tradicionalmente ha alentado el golpismo, una potencia ante la cual México mantuvo en lo militar una prudente distancia, la que se perdió por el entreguismo de los gobiernos neoliberales.

Al abordar lo referente a la guardia nacional, el almirante José Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina, consideró ofensivo decir que con ella se militarizará el país, pues “es —dijo— la oportunidad para que, finalmente, los militares regresen gradualmente a sus cuarteles”, a lo que agregó ante los legisladores: “Ustedes pueden constatar que estamos dando solución a los problemas”.

Lo último es, por lo menos, discutible, pues si bien es cierto que se lanzó a soldados y marinos a cumplir funciones de policía, lo que, desde luego, no les corresponde, es cierto también que están dando solución a los problemas ahí donde actúan, lo que si en términos tácticos es correcto, en lo estratégico ha resultado desastroso, pues se trata de una respuesta momentánea, y una vez que los militares se van a apagar otro fuego, en el territorio que dejan atrás se reproduce el mismo cuadro siniestro que motivó su actuación. El resultado es que, lejos de disminuir, la criminalidad sigue en aumento.

En la misma comparecencia, Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública, insistió en que, de no aprobarse la creación de la guardia nacional, el gobierno retirará a las Fuerzas Armadas del combate al crimen organizado, algo que pudo haber hecho desde el pasado primero de diciembre si de veras se trataba de respetar la Constitución. Pero el planteamiento suena más bien a amenaza: o se aprueba la guardia nacional o dejamos a la sociedad al garete, dilema que, por supuesto, es impolítico e inaceptable, en tanto que implica la renuncia de la autoridad a guardar el orden.

Durazo propuso que mientras se constituye y opera la guardia nacional, para lo que fijó un plazo máximo de cuatro años, se agregue a la Constitución un artículo transitorio “que habilitaría a las Fuerzas Armadas para participar en apoyo de las tareas de seguridad pública”. Pero si resulta tan fácil esa habilitación, lo procedente sería aprovechar esos cuatro años para depurar y fortalecer los cuerpos policiacos, proporcionar a sus integrantes adiestramiento físico y en el uso de las armas, impartirles los necesarios conocimientos sobre investigación criminal, derecho, procedimientos ante multitudes y otras disciplinas de las que ahora carecen, sin olvidar que las familias de los policías requieren habitación decorosa, alimentación suficiente, vestimenta necesaria, educación escolar y extraescolar, facilidades para el desarrollo físico-atlético y espacios para la convivencia vecinal y profesional, entre otras cosas.

La respuesta a la criminalidad no puede limitarse a un cuestionable empleo de la fuerza, lo que hasta ahora no ha dado los resultados apetecibles. La solución pasa necesariamente por la política, y eso implica la legalización de las drogas y una amnistía negociada con los capos mafiosos para que inviertan sus enormes capitales en actividades lícitas (de hecho ya lo hacen) y ellos y sus pistoleros vivan en paz.

Por supuesto hay y habrá resistencias de los sectores más afectados por la delincuencia, lo que incluye a las fuerzas que han combatido en defensa de nuestro maltrecho orden, pero los estadistas están obligados a ir más allá de lo inmediato y a pensar en las futuras generaciones. Para eso están.

hum_mus@hotmail.com

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