Periodistas Unidos. Ciudad de México. 11 de abril de 2023.- Raúl Padilla López pertenecía a la estirpe de los caudillos o caciques constructores, de esos que han sabido dejar un saldo positivo, como de Carlos Chávez, creador de la Sinfónica Nacional y del INBA; de Salvador Zubirán, padre del Instituto de Nutrición; de Ignacio Chávez, fundador de Cardiología, y de otros personajes ciertamente autoritarios, como la abrumadora mayoría de los políticos mexicanos. Lo cierto es que supo mezclar dureza y negociación para pacificar la casa de estudios, algo que logró como rector al dar opciones a los pistoleros. Pero fue al dejar la Rectoría cuando asumió un poder que le permitió logros extraordinarios, como la creación de un centro de educación cinematográfica para el que reclutó al gran Emilio García Riera y otros personajes, lo que derivó en el hoy relevante Festival Internacional de Cine. Levantó también el Centro Cultural Universitario y descentralizó la UdeG para provecho de los jaliscienses, sin embargo, su obra mayor fue hacer de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara la segunda en importancia en el mundo y la primera en el ámbito de habla hispana. La FIL es motivo de orgullo para la cultura mexicana, convoca a las más altas figuras de las letras y ha sabido contar con la aprobación de las pandillas culturales del país, pero permitiendo siempre la presencia de quienes no comulgan con tales mafias. Raúl Padilla entendía muy bien que la política sólo da buenos resultados cuando es una adecuada combinación de iniciativa, capacidad de convocatoria, talento para la cooptación, habilidad para hacerse de los recursos necesarios y determinación para concretar proyectos y llevarlos adelante. Deja la vara muy alta.
UNA DESTRUCCIÓN ANTICULTURAL
Con enorme asistencia, una participación sin precedente de los editores y gran éxito de ventas se celebró el Gran Remate de Libros del Monumento a la Revolución, organizado y dirigido por la incansable Paloma Saiz. La nota la dio Claudia Sheinbaum, quien al inaugurar el encuentro entre expositores y lectores se refirió a la destrucción de libros no vendidos que realizan los editores, pues por una absurda legislación fiscal les resulta más barato triturarlos que donarlos. La jefa de Gobierno de la capital informó que encargó a Claudia Curiel, secretaria local de Cultura, coordinar los trabajos con la mira de propiciar que los libros no acaben triturados y puedan ir a escuelas y bibliotecas públicas, lo mismo que a ferias y remates que pongan los títulos al alcance de todos los ciudadanos, lo que implicará modificar algunas disposiciones legales de la CDMX y promover reformas a la legislación fiscal que rige para toda la República.
LAS DIFERENCIAS EN LOS PRECIOS
Un problema no menor es la enorme diferencia en el costo que representa el libro para las pequeñas librerías y lo que pagan las grandes cadenas, que tienen capacidad de negociación para obtener descuentos muy superiores a los del pequeño librero. A lo anterior se agrega el hecho de que fuera de la Ciudad de México el flete hace crecer los costos, y eso lo paga el librero y por supuesto se lo carga al cliente. Una medida del todo antipopular fue la resolución de la Cámara de Diputados, que alargó la vigencia del precio único de 18 a 36 meses, lo que significa que el lector tiene que pagar el precio más alto por el libro durante ese lapso, lo que tiene beneficio para los editores, que pueden hacer un corto tiraje y una vez vendido cierto número de ejemplares y recuperada la inversión, los volúmenes sobrantes se van a la bodega y luego al kilo. La necesaria reforma tendría que suprimir ese castigo a los lectores y pequeños libreros, garantizar que se pueda adquirir cada título al mismo precio que en la capital, y obligar a los editores a incluir el flete en sus costos.