La importancia de la salud
Foto: IMSS
Por Jorge Meléndez Preciado
A Jaime Humberto Hermosillo, el transgresor elegante
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 16 de enero de 2020.- Hace poco más de seis años (noviembre de 2013) falleció el gran crítico de cine y amigo entrañable, Gustavo García. Era profesor de la UAM Xochimilco y a pesar de que tenía seguro de gastos médicos mayores se tuvo que trasladar, muy enfermo, al ISSSTE porque ya no contaba con recursos para erogar los enormes emolumentos médicos privados. Incluso una buena cantidad de sus admiradores cooperamos para las necesidades que le iban surgiendo. La falta de dinero para atacar enfermedades es algo que le sucede, frecuentemente, incluso a quienes gozan de situaciones no tan apremiantes.
Traigo este ejemplo a colación- y hay muchos otros de quienes he tenido noticias, incluso cercanos a mi persona-, por el caso del nuevo Instituto Nacional de Salud para el Bienestar Social (Insabi) que sustituye al Seguro Popular. Lo cual ha suscitado una gran polémica en los medios, a través de especialistas y opinadores.
Según Héctor Aguilar Camín (Milenio, 14 de enero), el Seguro Popular llegaba a 53 millones de personas que no contaban con servicio médico oficial (IMSS, ISSSTE, etcétera) y tenía en nómina a 80 mil trabajadores; atendía a un millón 900 mil personas diarias y realizaba 12 mil cirugías, entre otros beneficios.
Al decir de quienes lo criticaban, erogaba 9 mil millones de pesos en 8 estados, era muy deficiente en su atención, estaba sustentado en hospitales existentes a quienes se les daba una cantidad para atender a más enfermos (un caso era la BUAP), no tenía las medicinas que se requerían y no atendía a los pacientes en hospitales de tercer nivel, donde van los enfermos con males de mayor peligro. Incluso ese Seguro Popular fue algo reprobado por la OCDE (Genaro Lozano, Reforma, 14 de enero).
Ricardo Raphael (EL Universal, 13 de enero) asegura que con Enrique Peña Nieto hubo en el Seguro Popular un extravío de 9 mil millones de pesos y siendo gobernador del estado de México Eruviel Ávila, se desviaron 800 millones de pesos. La lista es corta pero se podría ampliar, ya que los dineros no eran controlables.
En México hay 1.7 médicos por cada 100 mil habitantes y la OCDE recomienda 3.2; el déficit es de 120 mil trabajadores de la salud; el presupuesto es 5 por ciento del PIB y es necesario que sea el 9 por ciento; en las áreas rurales, lógico, la situación de la población es como en África (El País, 14 de enero).
Para los ex secretarios de Salud, Salomón Chertorivsky y Julio Frenk, el Insabi se gestó sin reglas de operación, sin manuales y sin sustento normativo. Están en contra el ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa y ocho gobernadores, panistas la mayoría, y Enrique Alfaro, de Jalisco, el más opositor, quien ni siquiera se molestó porque en Guadalajara detenían a la cantante Flor Amargo y le arruinaban sus instrumentos.
Para el encargado del Insabi, el antropólogo Juan Ferrer, al principio se atenderá 66 enfermedades de forma gratuita y se irá escalando de las clínicas y hospitales actuales a los de alta especialidad para finales de año. Se pondrán en acción en unos días 10 hospitales abandonados; y en el estado de México se utilizarán 220 clínicas de las 524 que se encontraban casi en ruinas.
En este aspecto hay que decir que en Puebla, durante la supuesta gubernatura de Mario Marín, el famoso góber precioso, hoy fugado de la justicia por el asunto de Lydia Cacho, se inauguraron, aparentemente, cinco hospitales de medio nivel. Ninguno funcionó porque eran obras de relumbrón. Igual que aquel famoso hospital en Chiapas, reabierto después del alzamiento del EZLN.
Ferrer y Claudia Sheinbaum dijeron que este año se abrirá en la capital una Universidad de la Salud, para capacitar a más médicos. Y López Obrador hizo el ofrecimiento de pagar más a enfermeras y doctores que vayan a trabajar a las zonas más distantes de las ciudades.
Estamos ante un parteaguas, donde Andrés Manuel ha lanzado este proyecto que tiene muchas trabas: empresariales, de las farmacéuticas, burocráticas y claramente políticas.
No es posible, ya, que la salud siga viéndose únicamente como un negocio. Se necesita que sea una prestación a toda la población (en eso coincide hasta el organismo neoliberal: la OCDE), ya que de ello depende el futuro y el avance del país.
La apuesta de López Obrador, como otras, es muy arriesgada porque se hace sin una planeación bien orquestada, pero es hora de desplazar a quienes ganan incluso con la muerte de cientos de miles de personas. Ojalá que el famoso y nuevo Instituto cumpla con las expectativas.
Sabemos que todas las propuestas anteriores eran con fines de hacer clientela política y posibilitarles el negocio a los amigos, protegidos e incluso opositores que se deseaba corromper.
El cambio debe ser en serio y a fondo.
@jamelendez44