La polarización

Por Porfirio Toledo Delgado

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 28 de mayo de 2021.- La oligarquía y sus voceros vociferan que el presidente de México polariza al país. El ejercicio de todo poder político, beneficia a unos y perjudica a otros. Para ellos, la paz social es el funcionamiento del régimen autoritario que a través de la violencia controla y mantiene soterrado todo viso de lucha de clases.

Los neoliberales convirtieron al Estado en un aparato a su servicio, facilitador de negocios lícitos e ilícitos. Se apropiaron de los bienes de la nación e impusieron el patrón de acumulación por despojo, el modelo extractivista. El apoderamiento de los recursos naturales, a veces se tiñen de supuesta legalidad y las más de las veces, de sangre. No hay que olvidar que los grupos del llamado crimen organizado nacieron en el gris sexenio de Miguel de la Madrid, quien abrió una ventanilla de lavado de dinero, según reportaje de la Revista Proceso de esos tiempos. Tales cárteles están imbricados con agentes sociales estatales, grupos de poder en USA y empresarios, nacionales y extranjeros. Cuando las comunidades no acceden a ceder sus tierras, los grupos paramilitares, siguiendo el manual de tierra arrasada, asesinan y desplazan a sus comunidades. Así mismo, casi desaparecieron al Derecho Social: al derecho Agrario, con la puesta en el mercado de tierras ejidales y comunales; al derecho del trabajo lo hicieron nugatorio con la introducción de la terciarización en las relaciones laborales (los timoratos legisladores no se atrevieron a desaparecerla, sino sólo a regularla).  A las comunidades originarias no les han reconocido personalidad jurídica; hecho que anula el derecho de dichas entidades a su autodeterminación. En este sentido, la llamada Cuarta transformación, tiene una deuda con las culturas originarias.

El noliberalismo, por su propia naturaleza, es antidemocrático, pues la reducen al mero acto de votar, siempre y cuando una mayoría relativa vote por la mercancía ofertada en el mercado electoral. Si a pesar de triquiñuelas y campañas mediáticas, esa mayoría vota por otra alternativa, entonces se desgarran las vestiduras y dejan aflorar su racismo, clasismo y odio discriminador, argumentando que la chusma no sabe discernir y se deja engañar por falsos profetas, por caudillos populistas que conducirán al país a la debacle total, retrotrayéndolo a horrorosos tiempos pasados (Claudio X Gonzáles ya instruyó a jóvenes fanáticos para que eviten que viejos y pobres voten el 6 de junio)

La trascendencia de las elecciones del próximo seis de junio radica en que si el presidente (en realidad, será un evento plebiscitario) pierde la mayoría en la Cámara de Diputados, sus enemigos lo van a maniatar, no dejando pasar sus iniciativas de ley y confeccionando un Presupuesto de Egresos de la Federación contrario a los programas sociales y a los proyectos de desarrollo en marcha (Aeropuerto de Santa Lucía, el ten maya, la refinería de Dos bocas y el corredor Coatzacoalcos-Istmo de Tehuantepec). El propósito es reducirlo a un presidente decorativo. Y si las condiciones les son propicias, deshacerse de él, en el 2022.

El Estado de mínima regulación, fue confeccionado por los neoliberales para una emergencia como la que están viviendo. Bajo la apariencia de una “mayor democracia” por acotación del presidencialismo, crearon los órganos autónomos constitucionales. Cuando ellos administraban, los titulares de esos órganos fueron al gusto del gobierno neoliberal; pero ahora, son entes que desde dentro del aparato del Estado ponen todo tipo de obstáculos a las políticas del ejecutivo que tiendan a rescatar los bienes de la Nación. A lo anterior, hay que agregar al órgano jurisdiccional especializado en materia de competencia económica, v. gr. Ley de hidrocarburos y la Ley de la industria eléctrica.

Bueno es recordar que cuando el Instituto Federal Electoral estaba en manos de ciudadanos, cumplió escrupulosamente con su cometido, pero pronto se desvirtuó cuando los partidos se repartieron las consejerías y lo convirtieron en una fábrica de fraudes. No pudieron manipular las últimas elecciones, porque fueron ahogados en un aluvión de votos.

Entre asesinatos, violencia, encuestas, falsas noticias, guerra sucia (llevada a cabo por extranjeros), amenazas de anulación de elecciones,  inexistencia de Estado de derecho en espacios geográficos y sometimiento al poder del crimen organizado, intervencionismo de los acólitos de Almagro (títere de la ultraderecha golpista), guerras digitales en las redes sociales,  las próximas elecciones presentan un panorama incierto, tanto para el día de las elecciones, como para el tiempo poselectoral  ( ya se habla de la judialización de los resultados, en medio de una crisis del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación).

Las élites antipolíticas de MORENA, resultaron ser tan nefastos y corruptos como todos los “dirigentes” del resto de las franquicias electorales. Son un fraude para las bases y el electorado que confía en la llamada esperanza de México.

La regeneración de la política, solo puede venir por la movilización de los millones de jóvenes que aspiren a demostrar que otro mundo es posible y que arrasen a la clase antipolítica y la pongan en el muladar que les corresponde.

Los neoliberales entienden, por posición de clase, que no se trata de un juego electoral, sino de una guerra donde el enemigo a liquidar es el presidente de la República y para ello, echarán mano de todos sus recursos, que no son pocos.

 

 

 

 

 

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