La política económica ¿garantizará una transición ordenada hacia la siguiente administración?

Por Arturo Huerta González

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 28 de septiembre de 2023.- El secretario de Hacienda en su comparecencia en la Cámara de Diputados el 21 de septiembre, 2023, señaló que “el impulso al crecimiento del país bajo los principios de austeridad, eficiencia y racionalidad para consolidar el nuevo modelo económico puesto en marcha por este gobierno, y garantiza una transición responsable, ordenada y sin sobresaltos para la próxima administración, la cual podrá iniciar sin crisis económica ni recesión”. El problema es que la austeridad fiscal no ha impulsado crecimiento alguno. El crecimiento del PIB del cuarto trimestre del 2018 al segundo trimestre del 2023 trae un crecimiento de 0.6% promedio anual y además las finanzas públicas enfrentan presiones por el alza de la tasa de interés establecida por Banxico, que restringe capacidad de gasto e inversión necesaria para impulsar el crecimiento y cumplir con las obligaciones que le competen al gobierno. La desatención al sector productivo ha incrementado el déficit del sector externo que demanda cada vez mayor entrada de capitales para financiarlo y para mantener la estabilidad cambiaria. EL país no tiene asegurada entrada de capitales en forma permanente y menos en el contexto de incertidumbre que está presente a fines del sexenio, como en el contexto internacional de desaceleración de la economía y el comercio internacional. La economía no cuenta con condiciones productivas, ni macroeconómicas que aseguren estabilidad en el fin de sexenio, ni para sortear sobresaltos. La crisis económica no se evita con austeridad fiscal, ni baja relación de endeudamiento, ni con el peso fuerte, sino con desarrollo industrial y agrícola, menores presiones sobre el sector externo y con crecimiento de ingreso nacional que asegure el pago de las obligaciones financieras, situación no presente en la economía nacional.

El secretario de Hacienda señaló que “la conducción eficiente de las finanzas pública ha sido reconocida por las propias agencias calificadoras y organismos internacionales, quienes han destacado la solidez fiscal y la capacidad de adaptación de la economía mexicana ante los retos que plantea el entorno externo”. Es un discurso parecido a los anteriores secretarios de Hacienda que siempre reiteran que el presupuesto es elaborado para ser bien visto por las calificadoras internacionales. Ello evidencia que son éstas las que dictan la política económica la cual tiene que actuar a favor de los acreedores y del capital financiero internacional, y de ahí que los gobiernos obedecen a las calificadoras a costa de desatender el crecimiento económico, de no tener política industrial y agrícola, ni política de empleo formal bien remunerado y política para atender el medio ambiente, ni para reducir la desigualdad del ingreso, ni para disminuir nuestra dependencia de la entrada de capitales.

La austeridad fiscal (balance primario superavitario, o muy reducido déficit) que ha venido predominando desde los años ochenta, ha sido a costa de reducir la inversión pública (después de haber sido 11.5% del PIB en 1981 pasó a niveles del 3% del PIB), lo que ha contribuido al menor crecimiento económico, como a permitir la mayor inversión privada en los sectores estratégicos y en la infraestructura y en los servicios sociales, con la consecuente mayor privatización de la economía.

El secretario de Hacienda se vanaglorió de que existe cobertura para la estabilidad sustentada en las líneas de crédito del FMI por 47 mil millones de dólares, como por “la línea de swaps que permite intercambiar valores mexicanos contra valores americanos en situaciones especiales con el Tesoro de Estados Unidos por 9 mil millones de dólares”, así como por las coberturas petroleras. Hay que aclarar que ello no viene de gratis. Se paga por esas coberturas y además vienen condicionadas a que se mantenga la política de austeridad y estabilidad cambiaria a favor del capital financiero. Ello además evidencia que la economía no tiene condiciones endógenas para alcanzar estabilidad alguna, sino descansa en entrada de capitales y apoyo externo.

Reiteró el secretario de Hacienda que “estamos convencidos que la continuidad de nuestro proyecto de nación pasa necesariamente por la estabilidad y disciplina fiscal”. Hay que aclarar que un proyecto de Nación no se construye con la estabilidad y disciplina fiscal que reduce el tamaño y participación del gobierno en la economía y desatiende el desarrollo productivo y la generación de empleo formal bien remunerado. Un proyecto de Nación tiene que sustentarse en el desarrollo de las fuerzas productivas que impulsen el desarrollo económico, que reduzca el déficit de comercio exterior y nuestra dependencia de la entrada de capitales. Debe bajar la inflación en condiciones de alto empleo y mejorar los niveles de ingreso de empresas e individuos para que paguen la deuda y la reduzcan para asegurar la estabilidad bancaria.

Partidos van y vienen en la conducción del país y no tienen proyecto de Nación que retome el manejo soberano de la política económica para atender las necesidades de la población y no dependa de las decisiones del capital internacional.

 

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