La realidad, peor enemiga

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 01 de agosto de 2019.- El alimento espiritual, el equilibrio de la razón en los humanos acepta de todo, o casi, menos de la realidad. Distorsiona caracteres, destruye proyectos, minimiza ambiciones, crea monstruos y favorece la presencia del narcotráfico y la cauda de delitos que le siguen y aclimatan.

Hay un acelerador nuevo a todo lo anterior: el tiempo real y las redes sociales. Resulta imposible eludir lo que es cierto o percibido como tal por los navegantes del ciberespacio, lo que coloca a la humanidad, pero especialmente a los gobernantes y líderes, en dos temporalidades distintas: la de ellos y su lenguaje, su narrativa para justificarse en el mando, y la que desmonta el discurso cotidiano con los datos duros y las insensibles y cruentas confrontaciones con las fosas clandestinas, por ejemplo, o los secuestros, o el desabasto de medicinas, o los policías federales que se revisten de dignidad, o la impensable estatura ética de Carlos Urzúa, que en apariencia no daba para más.

La realidad indica que los corruptos viven en libertad y disfrutan de la vida, mientras los corruptores permanecen en constante contacto con los integrantes del nuevo gobierno. Es urgente, además de necesario, apartar a los que se dejaron convencer y extendieron la mano y otras cosas o personas, pero es importante que tampoco dejen entrar a quienes ponen el dinero donde no debe llegar, a cambio de un contrato, una concesión. Castigan al mensajero, pero no el emisor del recadito.

La mayoría de las veces la realidad no puede verse, pero bien que se siente, por el daño causado, las ilusiones rotas, las vidas perdidas, el hambre que jamás se sacia y la dignidad que se enloda desde la narración política que promueve un pertinaz, perversa, perjura y distorsionadora de los verdaderos sucesos históricos, además de acelerar constantemente la confrontación entre mexicanos, sin distingos si son o no originarios, todos somos iguales. El hecho es que han descubierto que, sin enemigos, sin confrontación, sin dividir al país no pueden existir ni suponer que gobiernan, aunque sean constitucionalmente los verdaderos, auténticos mandamases.

Es la permanencia de Pedro Páramo, la de Demetrio Macías, la del general Rosas surgido de la mente de Elena Garro. No existen para la realidad virtual ni el tiempo real, pero son personajes como ellos los que determinan el carácter y el comportamiento de los mexicanos en el tiempo real, en ese instante que exige respuestas, y en el que la demanda se multiplica como una realidad jamás pensada, y mucho menos aceptada.

@OrtegaGregorio

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