La Secretaría de Hacienda sigue sin encarar el desempleo y la contracción económica.

Por Arturo Huerta González

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 05 de abril de 2022.- A pesar de que la política que viene instrumentando la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en los tres años previos, nos ha llevado a que el PIB del 2021 esté en los niveles del 2016 y la economía este enfrentando rezagos productivos, escasez de productos y presiones sobre precios e importaciones caras, continúan privilegiando las llamadas finanzas “sanas” y la reducción de la deuda, causantes de tales problemas.

Los tomadores de decisiones no han entendido que mientras disminuya el consumo e inversión privada y se enfrente un contexto externo adverso que se manifieste en déficit de comercio exterior, que frenan la actividad económica e incrementan el desempleo, la política fiscal debe ser expansiva para contrarrestar tal situación. Al proseguir la política de equilibrio fiscal y de no endeudamiento, se contrae más la demanda, la producción y la generación de empleo formal, lo que ocasiona presiones de oferta (escasez de productos) sobre precios e importaciones. No hay problema del déficit público y del mayor endeudamiento si impulsan el crecimiento económico y el empleo, lo que se traducirá en mayor recaudación tributaria que reducirá el déficit público y la mayor deuda pública. A las finanzas públicas no hay que evaluarlas en torno a su equilibrio fiscal y baja relación de endeudamiento, sino en torno a su impacto sobre la actividad económica. Las consecuencias de menor crecimiento económico y alto desempleo, demuestran lo disfuncional que ha resultado el balance primario de las finanzas públicas (el que excluye el pago de la deuda), que viene predominando desde inicios de los años ochenta y que el gobierno actual mantiene.

Hay que reiterar que los problemas de contracción económica e inflación que enfrentamos, no son resultado de la pandemia, sino de la política económica predominante que privilegia la estabilidad del tipo de cambio a través de altas tasas de interés y austeridad fiscal, aunado a las políticas de libre movilidad de capitales y mercancías que han actuado contra el sector productivo. Ello nos ha llevado a no tener condiciones para encarar la pandemia y los shock externos. Además, la economía ha perdido la autosuficiencia de granos básicos, por lo que hemos estado sujetos al comportamiento de los precios internacionales de tales bienes, por lo que ahora estamos siendo afectados por la inflación mundial. En vez que el gobierno instrumente una política agrícola para impulsar el auto abasto de los granos básicos, para encarar la escasez de éstos y para reducir importaciones, Banxico aumenta las tasas de interés para atraer capitales para abaratar el dólar y así evitar mayores alzas de precios de los productos importados, pero el alza de la tasa de interés contrae más la inversión y la producción nacional agrícola, por lo que seguirá la escasez de productos y el crecimiento de importaciones caras. Y Hacienda con sus recortes presupuestales, contrae demanda y desestimula el crecimiento de la inversión y la producción, por lo que seguirá la escasez de productos y las presiones sobre precios. La Secretaría de Economía ha anunciado que eliminará aranceles a las importaciones de alimentos básicos para facilitar su crecimiento y así contrarrestar la escasez interna de éstos bienes. Esa es una política neoliberal que sigue favoreciendo importaciones en detrimento de la producción nacional, lo que explica el rezago de producción que enfrentamos en la producción de granos básicos y en muchos otros productos, que se reflejada en menor crecimiento, menos empleo formal, menores salarios, en presiones crecientes sobre el sector externo, alta dependencia de entrada de capitales y fuerte vulnerabilidad externa.

Los pronósticos de los Pre Criterios Generales de Política Económica 2023, no se cumplirán ni para el 2022, ni para el 2023. Mientras se mantengan las finanzas “sanas”, la reducción de la deuda, como las alzas de la tasa de interés, seguirá el no crecimiento económico, como las presiones inflacionarias. No hay condición alguna de crecer al 3.4% en el 2022, ni al 3.5% en el 2023, ni de que la inflación sea 5.5% en el 2022, ni de 3.3% en el 2023. La economía nacional se encamina hacia un contexto recesivo, con fuertes rezagos productivos, escasez de productos y presiones inflacionarias y sobre el sector externo. Ello irá acompañado de problemas de cartera vencida y presiones sobre el tipo de cambio, pues en un contexto de incertidumbre y falta de opciones atractivas de inversión, el capital buscará otras opciones de inversión.

 

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