Las finanzas sanas, la alta tasa de interés y el libre comercio, impiden contrarrestar el shock generado por el coronavirus
Foto: Justin Lane / EFE
Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 19 de marzo de 2020.- A diferencia de los discursos oficiales pronunicados en la 83 Convención Bancaria la semana pasada en Acapulco, de que «hay condiciones inmejorables para que emprendamos el camino del crecimiento» gracias a la aprobación del T-MEC, y a que existe estabilidad económica con finanzas públicas sanas, la realidad económica del país ha demostrado en más de tres décadas, que el libre comercio, la estabilidad cambiaria y la austeridad fiscal nos han llevado a bajo crecimiento económico, alto desempleo, subempleo, bajos salarios, creciente desigualdad del ingreso, al clima de violencia que padecemos y a que estemos actualmente en recesión. Es inconcebible que el presente gobierno trate de construir la Cuarta Transformación con el mismo discurso y política económica de los anteriores gobiernos neoliberales.
El presidente de la República reiteró en su discurso que “respetará la autonomía del Banco de México con la finalidad de controlar la inflación y dijo que «no queremos crecimiento con inflación, queremos crecer sin inflación, ese es el propósito y esa es una de las tareas del Banco de México». Hay que decirle que el único objetivo que tiene el banco central del país es la estabilidad del poder de compra de la moneda, es decir, la baja inflación y no el crecimiento económico. Por más que los neoliberales monetaristas y de Hacienda dicen que la baja inflación es condición para el crecimiento económico, éste no se da, debido a que las políticas que instrumentan para bajar la inflación, son las altas tasas de interés (para frenar el crecimiento de demanda, como para atraer capitales y abaratar el dólar y el precio de los productos importados y así bajar la inflación), junto con la austeridad fiscal, que contraen el gasto público y la inversión para reducir las presiones de demanda sobre precios. De tal forma, se baja la inflación, restringiendo demanda y la actividad económica, por lo que la baja inflación no mejora los niveles de empleo y de vida de la población. Hay que informarle al presidente que el Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo, a fines del 2018 presentó una Iniciativa de Ley que plantea modificar el objetivo del banco central y se establezca un doble objetivo: el de compatibilizar crecimiento económico con baja inflación. Para ello, se tendría que aumentar la oferta y no restringir demanda para compatibilizar ambos objetivos. Y para incrementar la producción, el banco central tendría que disminuir significativamente la tasa de interés y Hacienda tendría que aumentar el gasto a favor del desarrollo tecnológico y la capacidad productiva, para que la oferta sea mayor que la demanda y así compatibilizar crecimiento con baja inflación, cosa que no se animan a realizar ante el temor de que el capital se les vaya y ello desestabilice el tipo de cambio y afecte la rentabilidad del capital financiero internacional ubicado en el país. Por más que la Ley de Tipo de Cambio establece desde 1995 que éste debe ser flexible, las autoridades monetarias y hacendarias hacen todo lo posible para evitar que sea flexible, De ahí las altas tasas de interés, como la austeridad fiscal y ahora las coberturas cambiarias, todo lo cual impide que haya crecimiento económico y el país no tenga condiciones de enfrentar los embates derivados del coronavirus, manifiestos en caída internacional del precio del petróleo, en desabasto de materias primas provenientes de China, en caída de las exportaciones, de las bolsas de valores, menores flujos de capital, como de turismo, entre otros problemas. Al no modificarse la política económica, la economía caerá en crisis y no sería por el coronavirus, sino por la política predominante que las autoridades no tienen la voluntad política de modificarla. El presidente dijo que “no van a cambiar las reglas del juego…que no va a haber ninguna reforma promovida por el Ejecutivo que afecte a la banca de México y la que trabaja en nuestro país. Si hay algún cambio, saldrá de ellos mismos, ya que los bancos se regulan con los bancos, el mercado se regula con el mercado”. Tal posición hace recordar el discurso de Alan Greenspan, quien fuera presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, sobre la Gran Moderación, refiriéndose al hecho de que la propia banca se autoregula, de que no era necesario intervención alguna del gobierno para regularla, siendo que dicha autoregulación de la banca propició prácticas especulativas que desembocaron en la crisis financiera de 2008 – 2009 en dicho país. No se puede, y menos en el contexto de alta incertidumbre que enfrenta la economía nacional y mundial, dejar al sector bancario-financiero y al mercado regularse por si solos, pues son los que están y seguirán especulando contra la moneda y terminarán, como lo hicieron en 1982 saqueando al país y con las reservas internacionales y las lineas de créditos que se tienen con el FMI y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
El decir por parte de las autoridades de Hacienda y del banco central de que “no se tomarán decisiones precipitadas” y que descartan “adelantar su determinación sobre nivel de tasas de interés como otros bancos”, es no ser cautos, sino miopes, al no considerar el contexto recesivo que padece la economía nacional. El tiempo no debe desperdicarse, tal como la mayoría del resto del mundo está tomando decisiones de política económica (de baja tasa de interés e incremento del gasto público) para encarar los problemas derivados del coronavirus. Al ser obcecados nuestros tomadores de decisiones, serán los responsables de la severa crisis que enfrentará el país.