Foto: Alejandro Meléndez / FotorreporterosMX
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 11 de marzo de 2021. Las pandemias: de salud y de agresiones a las mujeres que vivimos, eran el preludio de una manifestación singular de ellas.
Para contenerlo se instaló el gran muro frente a Palacio Nacional y se desplegó un enorme contingente policial, que intentaban impedir que las damas protestaran. No fue así. La manifestación fue de miles, la gran mayoría indignadas y los pequeños grupos del Bloque Negro que van destrozando todo a su paso, no importando que un día antes el gobierno de la Ciudad de México descubriera un sitio donde guardaban martillos, bates y varas.
(Además hubo miles de participantes a través de las redes sociales, algo característico en estos momentos sociales).
El famoso Muro fue intervenido artística y sentimentalmente con los nombres de las desparecidas, arreglos florales, poesía, pintura diversa y lejos de desarmarlo o tirarlo, debería ser un elemento de los nuevos tiempos donde miles expresaron su protesta contra la opresión, la desesperación, la evocación y la esperanza.
Después, a pesar del bicho maldito, marcharon lo mismo jóvenes que traían consignas en su cuerpo, mujeres adultas con trajes típicos, estudiantes que insisten en denunciar los abusos en diversas universidades y hasta infiltrados que trataron de hacer del caos su timbre de orgullo.
Una muchacha conminó a un sujeto a retirarse, y lo logró. Otra, sin cubrebocas dijo que iba a recordar a sus familiares desaparecidos. Un hombre mayor llegó hasta Palacio Nacional con los nombres inscritos en una cartulina de su mujer e hija que habían sido asesinadas.
Hubo, dicen las informaciones, marchas en 31 estados: Desde la blanca y pacífica Mérida con cientos a Ciudad Juárez, donde hay cuentas pendientes de miles quienes fueron asesinadas o desaparecidas. No faltaron, claro, las comandantas zapatistas, que con su orgullo e hijos a cuestas demuestran que no obstante la transformación en sus comunidades falta por avanzar.
Estamos en la gran revuelta de las mujeres, algo que sucede en muchas partes de manera abierta, pacífica y hasta estridente. Algo que no se puede soslayar. Incluso algunos hemos sido recriminados sin cometer alguna falta, pero es parte de un movimiento que viene de siglos y que tiene víctimas constantes y resultados muy pobres.
Elisa Alanís (Milenio, 9 de marzo), dice que hay 45 violadas y 10 asesinadas diariamente. Lo peor es que hay un 97 por ciento de impunidad.
Aunque lo mejor es que a cuentagotas se van descubriendo nuevos abusadores, como un tal Andrés Roemer, imputado por 63 casos, el cual tenía un programa de televisión, hacía un circo llamado La Ciudad de las Ideas a costos exorbitantes y hasta gozaba de ser embajador honorario en la Unesco.
Al mencionado sujeto ya se le cayó el espectáculo, lo cesaron en la pantalla chica y hasta derrumbaron parte de un muro (véase como se repiten las malas prácticas) frente a su casa.
En 2019 hubo 40 por ciento de asesinatos cometidos por sus parejas y 4. 8 millones de mujeres agredidas en el hogar. Anote además que un millón de niñas fueron violadas por padres, tíos, hermanos, parientes y hasta compadres (Alejandro Hope, El Universal, 8 de marzo).
Los sitios para resguardar a las víctimas, en muchas ocasiones, son como hoteles de paso, ya que luego de unos días tienen que regresar a sus hogares y el abusador ni siquiera ha sido citado con el pétalo de un documento, porque quemarlas no es un “delito grave”.
Que en las instituciones de educación superior no hay resguardo y más parecen sitios inferiores, lo vivimos antes de la pandemia por las protestas y tomas de instalaciones largas en la UNAM. Hasta que tuvo que legislarse y correr a decenas de académicos, trabajadores y doctores varios (¿para qué les sirvió tanto esfuerzo intelectual?)
La propia jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum dijo que ella desde pequeña en transportes, como alumna y hasta destacada estudiante tuvo que sufrir agresiones diversas.
En el mundo: Chile, Francia, España y hasta Myanmar hubo manifestaciones de distinto signo y un objetivo: respeto, apoyo, promoción, enaltecimiento de las mujeres. De no ser así nada cambiará, en serio, en el planeta.
Aquí hubo un saldo leve, aunque innecesario de víctimas: 62 policías y 19 muchachas heridas. Se debe, ahora sí, proceder contra los infiltrados.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, señaló que hay una deuda histórica contra el machismo y a favor de la libertad de las mujeres. Claudia Sheinbaum señaló que se reforzará el operativo SOS casa por casa en las colonias donde la brutalidad de los varones es tremenda. Rosa Icela Rodríguez, por otra parte, llamó a combatir la violencia evitando el lavado de dinero de los grupos delincuenciales (algunos muy notorios en la trata de personas como los de Tlaxcala, Chihuahua y Tepito).
Dicho trío más otras muy conocidas, señor López Obrador, deben ir resolviendo ese gran problema que se ha acumulado años ha, pero crece gravemente: el respeto, apoyo e impulso a las mujeres.
Por cierto, hay que legislar acerca del aborto, regresión que llevó a cabo el PRI a través de Beatriz Paredes.
No esperemos otro 8 de marzo violento.
@jamelendez44