Lealtad y poder

Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 14 de febrero de 2019.- El 9 de febrero se honró -en ceremonia oficial- la marcha de la lealtad, pero ¿qué significa hoy en política y en términos de poder, esa palabra? De inmediato es preciso señalar que corre en ambos sentidos: el que la recibe de parte de sus gobernados también ha de ser leal con el mandato constitucional y con México.

     En una reunión con José Francisco Ruiz Massieu, él me indicó que lo que era apreciado como una virtud en el oficio de mandar, en 1994 ya no lo era. Y así les fue, se quebraron todos los compromisos, se dejaron de honrar las complicidades, se hicieron a un lado los afectos y campeó la traición que hizo posibles los crímenes políticos determinantes en el fin del salinato y su doctrina económica.

     Habría que revisar la trayectoria de muchos de los actores políticos, de casi todos los líderes sindicales, de jueces, magistrados y ministros…, imposible confundir el servicio al Estado -que no a los gobiernos bajo los cuales se trabaja- con el ejercicio de la traición para hacerse con una o varias parcelas de poder. La lealtad deriva de la convicción, de la ética civil, del compromiso afectivo, de cierta complicidad moral, porque hermana a los que no son hermanos.

@OrtegaGregorio

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