Lucha de facciones

Foto: Cuartoscuro

Por Miguel Ángel Ferrer

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 18 de octubre de 2020.- Son varias las lecciones que pueden obtenerse del arresto en Estados Unidos del general Salvador Cienfuegos, que fue secretario de la Defensa en el sexenio anterior,  y quien ha sido acusado en ese país de vínculos con el narcotráfico.


La primera es que, como ha dicho el Presidente López Obrador, esa acusación evidencia la descomposición a la que llegó el régimen neoliberal que, con priistas y panistas a la cabeza, subyugó al pueblo mexicano por casi 40 años.


Una segunda lección es que el arresto de Cienfuegos, sumado al de Genaro García Luna, constituye un golpe demoledor a las aspiraciones de priistas y panistas de retornar al poder por la vía electoral.
Y, colateralmente, el caso Cienfuegos representa un nuevo triunfo ético y político de López Obrador. Una nueva victoria que refuerza enormemente la base social, popular y electoral del obradorismo, reforzamiento que se hará visible en los comicios intermedios de 2021 y en los presidenciales de 2024.


Este hecho significa que de aquí en adelante la lucha por el poder en México no se dará entre el obradorismo y los partidos políticos de la derecha y el conservadurismo (PRI, PAN y PRD), sino que se dará, como ya se está viendo, entre las diversas facciones del obradorismo, de las cuales, por ahora, las más visibles son las encabezadas por Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Esta nueva situación implica que a partir de ahora, salvo sorpresas, defecciones o traiciones, en la lucha política y electoral no participarán candidatos, fuerzas y agrupaciones franca o descaradamente neoliberales.


Digamos que la lucha se centrará, entre dos facciones que podríamos llamar nacionalistas u obradoristas. O, para decirlo en el lenguaje político tradicional, entre una facción corrida hacia la izquierda y otra corrida a la derecha.


También podría decirse que en estas circunstancias la facción de izquierda vendría a ser la encabezada por Claudia Sheinbaum, en tanto que la de derecha encarnaría en la liderada por Marcelo Ebrard.


La nueva situación, desde luego, todavía no es clara, es aún muy confusa. Ambas facciones declaran su inquebrantable fe obradorista. Pero poco a poco irán apareciendo signos orientadores. Uno de éstos serán las alianzas que necesariamente irán formándose con vistas a la sucesión presidencial de 2024.


Las alianzas con grupos, personas e instituciones de izquierda o de derecha nos dirán más de la verdadera filiación política de ambas facciones que los puros discursos de fe obradorista.


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