¿Más fiel la sociedad que la prensa?
Por Gregorio Ortega
Los diversos embates desde el poder en contra de la prensa, proceden de un cálculo político lógico: ésta dejó de ser el mensajero. Ocurrió con 24 horas y Jacobo hubo de irse. Lo que no sirve, estorba. Es el momento de que los dueños de los medios establezcan alianzas con la sociedad y los grupos económicos de poder. Han de reinventarse.
Es de fácil intuición tener los elementos para comprender la reducción del gasto y su realineamiento en la relación prensa-gobierno. La propaganda política en los medios tradicionales e incluso en las páginas digitales, dejó de llegar a sus destinatarios. Lo de hoy son las benditas redes sociales. Es a través de ellas que se alimenta y corre el mito de la 4T, la regeneración nacional y el cambio de régimen.
Por eso la enorme masa monetaria destinada a los jóvenes. Es posible que carezcan de una PC, pero si no todos sí la mayoría tienen un teléfono celular con paquetes que incluyen lo mismo el wasapeo que los mensajes o acceso a Internet. No hay mejor arma para la propaganda política que esos medios de “relación” entre los jóvenes, ni mejor combustible que los programas sociales que los cubren de dinero para sus necesidades básicas.
Las interrogantes que se abren son elementales. ¿Hay combustible suficiente para conservar la lealtad de esa franja de la sociedad, que mueve a sus padres y a los padres de sus padres?
Hace años leí, no recuerdo dónde, que De Gaulle se sirvió del radio para lograr la aceptación de la independencia de Argelia. Roosevelt transmitió sus charlas desde la chimenea, y Chávez retomó la idea con su programa Aló presidente. Hoy lo que funciona para esos menesteres del poder, es el wasapeo, pertenecer a una red social, acceder al estreming, difundir tus sentimientos, ideas, pretextos y justificaciones, con identidad o sin ella. Es el desahogo total, el anonimato absoluto, la manipulación inmisericorde.
El mundo cambió en cuanto cualquiera de nosotros, con un teléfono celular adecuado, pudo subir al ciberespacio un chisme o un suceso, un drama o un infundio, con audio y video y certificados de credibilidad al hacerlo en tiempo real, pero ¿puede durar?
24 horas duró poco más de 25 años como instrumento ideal de información y propaganda, pero era una única empresa la que recibía los favores y se ayuntaba con el gobierno. El esquema de las redes sociales es totalmente distinto. Son millones, sí, pero de humor diferente y cambiante, que lo mismo endiosan que destruyen. Provocan suicidios.
@OrtegaGregorio