Matar la identidad nacional

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 21 de marzo de 2019.- Ahora comprendo que esa peregrina idea de conservar y enaltecer el sentido de pertenencia a un hogar, un barrio, una ciudad, una república, una patria, resulta peligroso para que se cumplan los estándares de sumisión que exige el cambio de paradigma: la globalización sólo admite generalidades.

     Ciertos usos y costumbres resultan peligrosos en ambos sentidos: para quienes los difunden, y para quienes los consideran un agravio. Lo que se requiere es no pensar ni sentir, sólo ser anuente a unas políticas públicas que trascienden la dimensión humana.

Recuperemos el trabajo de Emiliano Monge, porque aclara y educa: “Y no hablo de territorio tal y como lo imaginamos los habitantes de las ciudades ni tampoco en la acepción que a este le otorga el diccionario: ‘1. m. Porción de la superficie terrestre perteneciente a una nación, región, provincia, etc. 2. Terreno. 3. m Circuito que comprende una jurisdicción, un cometido oficial u otra función análoga. 4. Terreno o lugar concreto, como una cueva, un árbol o un hormiguero, donde vive un determinado animal, o un grupo de animales relacionados por vínculos de familia, y que es defendido frente a la invasión de otros congéneres’.

     “Hablo del territorio tal y como era comprendido, vivido y protegido por Samir y por Noé, tal y como fue comprendido, vivido y protegido por los más de 200 líderes indígenas, campesino y comunales que, durante los últimos cinco años, según Frontline Defendershan perdido la vida en los diferentes rincones de México. Hablo, pues, del territorio como ese espacio físico, pero también simbólico; donde además de lo tangible (una cosecha, por ejemplo) se reproduce lo intangible (todo aquello que se imagina y se sueña alrededor de una cosecha, por ejemplo); donde importa tanto el futuro como el pasado, y donde la economía no es más que una herramienta de la política, la cultura y el medio ambiente.

     “Obviamente, resulta fundamental entender el territorio de esta manera, para entender el miedo y el odio que los líderes como Samir y Noé inspiran en los factores reales de poder en nuestro país -entre los cuales, desgraciadamente y por increíble que nos parezca, debemos contar, desde hace tiempo, al crimen organizado-. Y es que nadie se opone con mayor fuerza y radicalidad a las mineras, a la agroindustria, al narcotráfico, a los grupos paramilitares y a los latifundistas de toda la vida, que aquellos que defienden una forma de habitar el mundo diferente a la que busca imponer el hipercapitalismo”.

     Es la confrontación entre dos mundos, dos ideas. El concepto de patria no cabe, la identidad es un insulto. Lo que buscan es sumirnos para convertirnos en el escabel de sus comodidades.

@OrtegaGregorio

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