Mayor salario=mayor capacidad de compra=aumento de las ventas

Foto: Cuartoscuro

Por Arturo Sandoval

“La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse”. Jonathan Swift.

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 21 de diciembre de 2020.- 1993, 1994, excelentes años para toda la gente. Los bolsillos llenos de billetes; el dinero giraba, iba y venía alegremente. La clase media compraba auto nuevo y lo cambiaba al año siguiente; la construcción y obra pública boyante, los albañiles compraban en la tiendita más de lo suficiente para calentar en ese enorme comal de tapa de tambor metálico: tortillas, guisados del tupper, latas de frijoles, a veces un bistec, etcétera. Sí, “Jarritos qué buenos son” no faltaban, ni las chelas en el último día laboral de la semana para preparar religiosamente el obligado San Lunes.

El salario alcanzaba para comprar la canasta básica y quizás lo triple. Desde luego, la gente con dinero del salario compró desde un par de zapatos, una licuadora, cosméticos, comida, ropa, camionetas de trabajo, , vacaciones y hasta se podía ahorrar.

Los empresarios hacían más dinero porque había compradores día a día; hora tras hora. Vino la crisis Salinas-Zedillo, el imperio del neoliberalismo y la orgía de la corrupción exponencial durante 5 sexenios a pesar de algunos años de jauja en el salinismo.

El salario se congeló, los precios no, y subieron constantemente. Se perdió poder adquisitivo, los voraces empresarios para evitar una baja en las ventas, castigaron aún más el salario al implantar el outsourcing. Así dejaron de pagar prestaciones e impuestos con daño directo para los trabajadores y de los ingresos del gobierno. Se metieron de lleno a la evasión de impuestos; contrataron despachos de contadores y abogados para lograrlo por medio de coyunturas legales y otras trampas. Claro, había moches por doquier para intermediarios, legisladores, inspectores y funcionarios de alto nivel.

En esas épocas de antaño, el salario y la inflación casi iban a la par. Hoy los empresarios se quejan de esta alza al salario aunque aún es de los más bajos de Latinoamérica. No se dan cuenta o no quieren aceptar el cambio de los tiempos; se preocupan más por la pérdida de privilegios perversos de correr a sus empleados en diciembre y re contratarlos en febrero para no dar aguinaldo ni reparto de utilidades. A esto sumaban la condonación de impuestos y los contratos con gobierno producto de sobornos. Desde luego, no todos los empresarios se anclan a ese reciente pasado corrupto; dan borrón y cuenta nueva, se ponen a mano con el SAT, se alejan del cochupo y se ponen a trabajar bajo las nuevas reglas de legalidad y certidumbre fiscal. Nadie les tocará la puerta para convertirlos en corruptores.

Saben que sus mismos empleados, sus familias, sus amigos, tendrán dinero en el bolsillo para comprar sus productos y servicios. Las ventas se mantendrán y aumentarán al parejo del engrandecimiento de nivel de vida de la población.

Podríamos mencionar que es curioso, pero más bien es de lo más ruin pedir que el gobierno ponga parte de los sueldos de los trabajadores de las empresas. Las empresas son negocios donde se calculan ganancias, donde registran ingresos y egresos con base en estudios financieros. En ellos, sería ilógico considerar un porcentaje de los sueldos de sus empleados aportado por el gobierno. Como que está medio cabrón poner una aportación así en sus activos contables.

No olvidar: los salarios también suben en los trabajadores del gobierno y, estos son consumidores igualmente. Así los empresarios se verán beneficiados por la mayor circulación de dinero en el mercado interno. El aumento salarial, la formalización del trabajo en el hogar, de jornaleros en el campo y en las ciudades, es un bumerang con regreso de utilidades.

También debe tomarse en cuenta que el aumento no cubre el salario profesional. A principios de los 80, ese salario mínimo profesional era de alrededor de 15 mil pesos mensuales. De esta forma cuando se solicitaba un vendedor, su sueldo era de 15 mil mensuales más comisión y prestaciones de ley. Una secretaria ganaba lo mismo sin comisión. Como son salarios mínimos, los empresarios se daban la libertad de pagar más, por ejemplo un reportero ganaba 17 mil pesos en El Financiero y un poco más en el Uno + Uno, para ser los periódicos que mejor pagaban. Para imaginar aún mejor la desigualdad salarial de esta actual época; también en los 80, un traje de hombre, de lana importada mandado a hacer a la medida, tenía un precio de 600 pesos. Hoy un reportero recibe de 3 mil a 8 mil pesos mensuales sin gastos de transporte ni de nada. Un mesero de fonda 900 pesos a la semana más propinas por 8 ó 12 horas de trabajo sin prestaciones.
Si usted nació de 1970 en adelante, toda su vida ha vivido a la par de las crisis económicas.

Así heredó AMLO a México:

Sin embargo en los años 80 la inflación empezó a crecer más que el salario mínimo proporcionalmente en bajos porcentajes, a partir de Fox todo se vino abajo, menos le desbocada corrupción. La alternancia abrió la puerta a voraces y sanguinarios funcionarios del PAN. Así la danza de los miles de millones de dólares se adentraron en las cuentas bancarias y negocios de los corruptos, hoy aún impunes. Y llegó Peña Nieto apoyado por el panista Felipe Calderón para no sólo abrir puertas, también derrumbar muros y como en el Black Friday de las tiendas de Estados Unidos, entraron frenéticamente decenas de miles de priistas a saquear el país en complicidad con parte de los empresarios más ricos de México, España, China, Canadá, entre más países:

Hoy esa parte de empresarios lloriquean por el aumento del 15% al salario mínimo ( 8 pesitos más), cuando debió ser del 200% para igualar el nivel y condiciones de vida de 1982.
Piden estos líderes del “Sí por México” una acción “populista” del gobierno para colaborar con parte de ese salario, pero rechazan el supuesto populismo cuando el gobierno destina recursos para estudiantes, para desempleados y adultos mayores. Repudian los subsidios, pero no cuando son para ellos convertidos en condonaciones fiscales, de pagos de predial, luz, agua o Fobaproas.
Mejores salarios son una inversión y no un gasto

Según me platica un directivo de una Cámara comercial muy importante; Bimbo al llegar a instalarse en China, comunicó a sus empleados chinos las condiciones del trabajo que iban a tener; desde los sueldos hasta las prestaciones. Los chinos no creían en ellas por ser casi utópicas para ellos. Desde luego son mucho mejores que las dadas por empresas chinas. Al parecer, Bimbo es una empresa que da el mejor trato posible a sus empleados, quienes reciben reparto de utilidades, seguro social y salario justo. Esta es una de las razones muy significativas para el enorme crecimiento internacional de Panificadora Bimbo en todos los continentes. Además de mejorar sus productos con menos azúcar y más nutrientes.

Un ejemplo significativo de dar buenos salarios para obtener éxito empresarial, lo fue el Bancomer de Espinoza Iglesias. De repente, sin avisarles a sus empleados les obsequiaba un jugoso bono de uno o dos meses de su sueldo a todos los empleados; desde directores a empleados de intendencia, policías, cajeras, todos. Los salarios eran tan buenos que una cajera podía vacacionar en Europa; de igual modo el sueldo de un profesor alcanzaba para vacaciones similares. Quizás con los ahorros de dos años, pero se podía tener esos viajes.

NOTA: “Algunas personas sólo guiñan los ojos para poder apuntar mejor”. Billy Wilder.

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