Mi elogio a la perenne dificultad

Por Paloma Escoto

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 07 de diciembre de 2022.- A lo largo de mi vida he vivido muchas tragedias, a veces llegaba a pensar que ya venía marcada con la fe de erratas, tuve que asumir la resiliencia como estilo de vida. Cada situación me orillaba a hacer una pausa y recapitular o redireccionar mi propósito en este mundo.

Las últimas semanas han sido muy intensas, me han llevado al análisis constante, radiografía tras radiografía de mi propia existencia, y es que soy muy buena para ayudar a sanar a otros, para ayudar en momentos de dificultad a los otros pero tratándose de mi, es complicado, vivo en una constante resolución, en una constante de pruebas a las que en el camino intento sacarle la mayor vida posible. Ese aprendizaje que surge después de cada lección. Y es que al dolor y a la rabia hay que sacudirla o exterminarla despuesito de sentir, no hay campo fértil para quién se aferra a quedarse en la dificultad. La oscuridad es necesaria en todas sus formas, sin embargo no estamos hechos para permanecer en ella.

Vivimos en una adolescencia perpetua, pero también el crecimiento es opcional, en mi caso, abrazo todo lo que adolece, busco entender el por qué o para qué pasan las cosas, me gusta darle significado a todo y no entiendo la vida sin uno o varios propósitos, no consigo aceptar mi existencia sin la comprensión de la misma, y procuro ser una presencia revolucionaria, que acompaña y siembra amor, nunca he esperado respuesta por ello, sin embargo a lo largo de mi camino he entendido que los mejores sitios son dónde hay reciprocidad. Me gustan los mundos con alma. En estas semanas he reafirmado que los planes no se cumplen como una quiere pero si no como tienen que ser.

En menos de dos semanas perdí documentos, una inversión de miles de pesos, me hackearon mis cuentas personales y las de mis micro negocios, y en este momento me pondero a seguir de pie, mientras haya vida y mi hija esté bien, no me clavo en el problema, me clavo en la solución, que caray, sería millonaria si me pagaran por ser resolutiva. Claro que a la hora que me pasan las cosas hay irá, hay derrota y hay frustración, pero enseguida me restauro y me activo, me doy un lavado mental, procuro mi caminar y mis quehaceres, esos que elegí para vivir en este mundo.

Hoy quise escribir sobre la importancia de salir de la dificultad, sobre lo importante que es no quedarnos en la rabia o frustración, lo importante que es resignificar la vida, volvernos seres resilientes, asumir las circunstancias negativas cómo oportunidades para transformar la realidad. Yo que creo en la magia, me basta con transformar la realidad aunque esto no sea una garantía de que no lleguen más circunstancias negativas que al final sirven para avanzar y reafirmar lo valioso, toda crisis es una oportunidad. Toda crisis es una oportunidad. Quienes creemos en la magia sabemos que todo pasa y aprendemos a recibir lo qué pasa con amor, con la facultad de transformación, la capacidad de hacer que las circunstancias se inclinen a favor, es de magos, no es sencillo pero es posible. El poder mental que anhelo aún me queda lejos, pero sigo aquí, procurando llegar. Flaqueó en el intento porque aún no cuento con lo necesario para controlar mis emociones y ese poder maravilloso que tenemos para tomar con autoridad lo que nos acontece.

«También esta noche, Tierra, permaneciste firme.

Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor.

Y alientas otra vez en mí la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia». G

¿Y qué será de las vidas que no buscan la altísima existencia?

No concibo pues el derroche de este tiempo acróbata sin apostar por una existencia altísima, sin encontrar la fórmula de la Paz, en esta búsqueda personal y colectiva, en este misterio del conflicto con la premisa de la histeria que pretende hacernos sucumbir en la derrota. Cualidad tal vez la necedad de construir paz en medio de un caos evidente. Atiborrada de emociones y existencialismo escribo y me escucho, las entrañas y la vida, este profundo y viejo ser que seguramente me ha acompañado durante siglos, inconcebible para mi edad biológica, pero tan posible en las libertades lejos de los paradigmas espirituales. Sin el romanticismo que desarraiga a la oscuridad y a la absoluta devastación donde surge la penumbra que termina por forzar el renacimiento más luminoso.

Y cómo dice Joaquín, ¿a dónde ir cuándo no hay islas para naufragar?  Supongo que dejar de ir, supongo que en la escasez de refugios una va así misma, a la inagotable y permanente esencia del ser, de las que somos, de los que somos, el único sitio al que para llegar no necesitamos invitación. Ahí las respuestas, ahí la quietud anhelada, ahí la guerra y la paz, ahí el orden y el desorden, la luz y la oscuridad, que de vez en cuando precisa de un nuevo orden, aprender a no ser o no asumirnos en las circunstancias, aprender a desbaratar los nudos, aprender que hay planes más auténticos ahí dentro, dejar irnos en el silencio y en la nada, que a su vez es el todo. Oírnos, aprender a oírnos, aprender a sentirnos, aprender a escuchar lo que está pasando atrás de cada suceso, pues sabemos, las apariencias engañan, lo que sucede afuera es lo que sucede adentro pero muchas veces tiene otras caras, otro propósito, hay llamado de atención, hay que aprender a escuchar las respuestas que esperan a que el ego baje su altivez, aprender a no victimizarnos, aprender a salir del berrinche del por qué pasan las cosas como tienen que pasar y no como queremos que pasen. Qué importante adentrarnos a nuestra verdad.

“Cuando todo parezca ir contra ti, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él.”

– Henry Ford

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