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Cerrado el camino electoral, a la oposición de derecha sólo le quedan la vías del muy improbable golpe de Estado y, como en Nicaragua, ahora mismo, de la intervención extranjera, sobre todo de Estados Unidos, fuente inagotable de dinero para la desestabilización y la propaganda negra.
Sea quien sea el candidato o candidata del obradorismo para la elección presidencial de 2024, la oposición de derecha carece de figuras y partidos prestigiados y carismáticos con posibilidades de triunfo. Ni juntos ni separados.
De modo que la verdadera lucha por la Presidencia de la República se dará (y ya se está dando) puertas adentro en Morena. Y ya están a la vista al menos tres contendientes: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal. Dos hombres y una mujer, dos antiguos priistas y una luchadora social siempre de izquierda.
La oposición de derecha entiende bien esta situación y, sin posibilidades propias, sin duda optará por el candidato o candidata al que le vea capacidades y posibilidades regresivas. Una especie de Lenín Moreno en Ecuador. Recuérdese que Rafael Correa pensó que dejaría a su sucesor y dejó a su verdugo. Verdugo no sólo de Correa, sino sobre todo y lo más grave, del programa reformista y antineoliberal de Rafael.
Es cierto que la baraja no se agota en la tercia morenista citada. Y también es verdad que, como ha dicho López Obrador, en Morena hay muchos cuadros susceptibles de convertirse en candidatos presidenciales. Ahí está, para empezar, otro luchador social de probada bandería izquierdista y antineoliberal: Gerardo Fernández Noroña.
La continuidad de la Cuarta Transformación dependerá en buena medida del candidato que escoja Morena. Eso está muy claro. Y, como siempre en la lucha política, la solución dependerá de la correlación de fuerzas. Y una de esas fuerzas, sin duda, es y será el Presidente López Obrador.
Indudablemente el actor político mas interesado en la continuidad de la Cuarta Transformación es el fundador y líder del movimiento Transformador. Su voz y sus señales serán muy orientadoras. El pueblo confía en el Presidente. Y bien haría Morena en seguir ese mismo camino.