Mujeres: la razón y la eficacia

Foto: Alejandro Meléndez

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 23 de agosto de 2019.- Nada justifica ni hace permisible el acoso, la discriminación, la ofensa verbal, el contacto físico como agresión ni mucho menos la violación o el asesinato. En ese punto no debe haber términos medios: la sociedad entera, hombres y mujeres, debemos decir clara y terminantemente NO a las muy diversas manifestaciones del machismo.

Nada justifica que, en igual puesto de trabajo, las mujeres tengan sueldos inferiores a los que perciben los hombres. Contra el acoso, todos, ellas y nosotros, debemos tener claro que no es no, y hasta ahí. Hay féminas que se niegan a aceptar los piropos porque, lejos de constituir un reconocimiento de los atractivos físicos o de la simpatía, frecuentemente son el pretexto para humillar, para faltar al respeto, para insultar.

Con quienes aceptan piropos decentes debe existir siempre el límite de lo que ellas consideran adecuado, oportuno y correcto. Lo anterior no debe eliminar el cortejo, la seducción, pero habrá que suprimir en forma absoluta la propuesta brutal, la indelicadeza y todo aquello que le resta encanto a los prolegómenos amorosos… Y recordar que no es no.

El contacto físico no consentido es delito y como tal debe tratarse. Por citar un caso conocido, las apreturas del Metro ofrecen la oportunidad para el abuso, y las autoridades, cuando mucho, ponen a uno o dos uniformados por estación, cuando, desde hace mucho tiempo, debieron capacitar a mujeres policías para viajar como civiles y con ropa llamativa para atraer a los animales y ponerlos en su sitio, que debe ser una celda.

El feminicidio es un crimen rodeado generalmente de agravantes, como el maltrato previo, la tortura y todo horror imaginable. En el caso de la violación debe tenerse presente que es también un delito mayor y como tal debe tratarse. Importa, desde luego, contar con policías, agentes del Ministerio Público y jueces con una capacitación adecuada, porque con alarmante frecuencia se criminaliza a las víctimas o se menosprecia una denuncia. La violencia sexual, no sólo la violación, debe ser castigada en forma ejemplar, sin atenuantes.

Se trata, es cierto, de delitos que no siempre se pueden comprobar con las fórmulas al uso, por eso resulta indispensable que las agencias de investigación se modernicen para que, como en el caso de la chica violada en Azcapotzalco, no salgan con la trastada de que no hay delito que perseguir.

En el comportamiento de las autoridades cuentan, por supuesto, la recta aplicación de la ley y los principios éticos, pero la asunción de principios morales es un asunto de la sociedad, básicamente de la familia. Dar a éstas —sobre todo en el caso de los policías—,vivienda, educación, esparcimiento y oportunidades de superación es la mejor fórmula para impedir las conductas ilegales.

Pero nada de lo anterior será suficiente si no se atiende a la adecuada capacitación física, técnica y jurídica de nuestros policías y de sus jefes de todo nivel. La manifestación del pasado viernes mostró que la policía de la Ciudad de México carece de servicios de inteligencia, capacidad de prevención y contención de la violencia. Se estima que participaron en la manifestación unas dos mil personas, en su mayoría mujeres, y no se previeron ni evitaron los desmanes ni las agresiones físicas que dieron como resultado 34 lesionados, entre ellos 13 policías y un bombero.

Como es obvio, entre quienes desataron la violencia había provocadores infiltrados, entre otros, una exfuncionaria de un gobierno perredista. No se requiere bola de cristal para suponer que hay fuerzas interesadas en crearle problemas al actual gobierno, como es el caso de quienes manejan a los enmascarados que aparecen en cada manifestación. Hay que rechazar a esos provocadores. En tiempos de veras difíciles, los manifestantes daban la cara al salir a la calle. No hay razón para el embozo.

Es obvio que entre las y los manifestantes del viernes había una justificadísima indignación, y que los provocadores sencillamente encendieron la mecha. Pero el resultado no fue favorable a la causa feminista, sino todo lo contrario. Los medios de comunicación se ocuparon de la violencia, de los lesionados, de los destrozos y los lugares pintarrajeados, no de la protesta por los feminicidios. Eso es lo más lamentable.

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