Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de febrero de 2022.- Murió Colombia Moya, nacida en Colombia en 1935, pero mexicana desde la cabeza hasta las zapatillas. Fue bailarina, coreógrafa, maestra y crítica de danza, especialidad que estudió en varias instituciones, aunque lo más recordable es que fue discípula de las hermanas Campobello. También estudió actuación y en México tuvo como mentores, entre otros, a personajes como Fernando Wagner y Seki Sano, formación que continuó en Francia, donde estuvo en el Teatro de las Naciones y se inició en la coreografía guiada por Karin Waehner, además de que cursó historia del arte en La Sorbona y economía política en la Université Nouvelle. A su regreso de Europa fundó con Waldeen las escuelas nacionales de Danza Moderna y de Instructores de Arte. Montó coreografías para el equipo olímpico de gimnasia de Cuba. Fue profesora del Centro Universitario de Teatro y del Centro de Teatro Infantil. Como bailarina perteneció a los grupos Ballet Infantil, Ballet de la UNAM, Ballet Moderno de México, Grupo de Ana Mérida, Katherine Dunham Dance Co., Ballet Contemporáneo de Bellas Artes, Ballet Folklórico de México y al Ballet Nacional de México. Fundó y dirigió (1979-84) el departamento de Danza de la UNAM, donde formó y dirigió la Compañía de Danza Folklórica. Participó en el programa de radio Telecultura semanal y condujo Tiempo de danza y Danza y sociedad. Dirigió Teledanza en Canal 11, donde también condujo Fuera Máscaras, y Ocio y Cultura. Escribió en La Jornada y fue una figura que llenó el panorama de la danza en México. Nuestro abrazo al gran Rodrigo Moya.
Doñán y Donde hay música…
Con palabras tomadas del Quijote (2ª Parte, capítulo 34), el melómano y divulgador de muchas y muy buenas composiciones de concierto, Juan José Doñán, tituló su más reciente libro: Donde hay música no puede haber cosa mala, volumen que reúne trabajos del autor sobre artistas populares (o comerciales, si se quiere) como Javier Solís, Agustín Lara, Chava Flores, Mike Laure, Georges Brassens o Paul McCartney, lo mismo que grandes figuras de la llamada música formal, como Stravinsky, Mahler, Sviatoslav Richter o nuestro Eduardo Mata. Se incluye un trabajo sobre Cornelio García, un señorón de la música de mariachi (desconocido para el republicano que firma esta columna) y otro en torno a Arturo Xavier González, “músico todoterreno”, que lo llama Doñán porque era de los convencidos de que sólo existen dos tipos de música: la buena y la mala. Escritos con la amenidad que suele desplegar el autor, los textos son muy disfrutables y hasta instructivos para los villamelones, pero donde Juan José tiene los registros más altos –creo–, es en dos de los ensayos que abren el libro: “Una de las formas de la felicidad” y “El soundtrack de la charrería”. En suma, en esas páginas, el autor jalisciense despliega su pasión por la música, por la tierra. Bien por eso.
Breviario…
Pablo González Casanova cumple 100 años y en su honor el diario de la 4T ha publicado varios artículos y hasta un suplemento a todo color. Su mayor mérito es haber creado el Colegio de Ciencias y Humanidades, pero lamentablemente, sus panegiristas no mencionan que como rector de la UNAM, el señor González Casanova se opuso por todos los medios al sindicalismo universitario, promovió la creación de un organismo charro y ante su fracaso, renunció. Tampoco se hace una referencia crítica a sus libros, como La democracia en México, una obra con datos extemporáneos desde su aparición, pero de adquisición obligatoria para los estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. @@@ Algún vivales quiere aprovecharse de la popularidad de Elena Poniatowska y en Mercado Libre anunció la venta de un cuadro, fechado en 1995, que la escritora dice que no pintó. Se trata de un paisaje de 85 por 98 centímetros con marco azul marino y un costo de 18 mil pesos.
Descanse en paz!