No hay 4ª. “T” en lo económico, sigue la misma política económica, con iguales resultados.

Foto: Cuartoscuro

Por Arturo Huerta González

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 14 de julio de 2020.- México entró a la pandemia cuando la economía ya venía decreciendo, lo que la ha colocado en una situación de debilidad para encarar la crisis internacional. A ello se suma el hecho que el gobierno se empecina en no aumentar el gasto público, ni el monto de la deuda. El banco central mantiene altas tasas de interés para evitar salida de capitales y continuar promoviendo su entrada, para evitar presiones sobre el tipo de cambio para favorecer al sector financiero. De ahí que no hay política económica para apoyar a las empresas, ni a los trabajadores, ni a los que quedan desempleados. Los más pobres son los más afectados por el COVID 19, como por la crisis económica, debido a que no tienen ingreso para resguardarse, por lo que exponen su vida para conseguir empleo que no encuentran.

La pandemia sigue sin ser controlada, tanto por la falta de apoyo para que la población guarde cuarentena, como por el hecho de que empresarios no quieren seguir teniendo pérdidas por el encierro, por lo que han abierto negocios (con el permiso de muchas autoridades locales), lo que ha llevado a que se pierda la sana distancia y la cuarentena.

La postura del gobierno federal ha sido que el sector privado tiene que valerse por si mismo, y piensa que la política a favor de los pobres, beneficia a los de arriba por la demanda que los pobres ejercen. Sin embargo, es tan insignificante la política a favor de los pobres, que no ejercen demanda suficiente para impulsar la producción y la dinámica económica.

El gobierno federal no considera que las finanzas públicas deben tomar en cuenta cual es la situación del sector externo y del sector privado. Si el sector externo es deficitario, debido a la fuerte caída de exportaciones, del turismo internacional, de las remesas, de la entrada de capitales, como por la fuerte salida de éstos, ello afecta las finanzas del sector privado. Para contrarrestar el déficit del sector privado, así como el endeudamiento y los problemas de insolvencia que éste sector enfrenta, la política fiscal debe trabajar con déficit público para expandir demanda y sin embargo hace lo opuesto. Predomina la austeridad fiscal y los recortes presupuestales, que contraen demanda y ahondan los problemas de empresas y familias. La política social y los mega proyectos del gobierno federal se ubican dentro del contexto de austeridad fiscal, y el paquete fiscal contra el COVID 19 (que según CEPAL es el 1.1% del PIB), no contrarrestan la caída del consumo, de la inversión, como de las exportaciones y demás variables externas. Ello llevará a que la economía en la presente década pase a tener menor crecimiento del que se tuvo en la década perdida de los años ochenta.

No pasa por la mente de los tomadores de decisiones romper con el neoliberalismo de las altas tasas de interés, la austeridad fiscal, el libre movimiento de mercancías y capitales, ni mucho menos postergar el pago del servicio de la deuda externa. Prefieren mantener el status quo, que nos lleva a la crisis y al estancamiento, que replantear toda la política económica para hacer frente a los problemas. Se relegan los propósitos nacionales de preservar y desarrollar la planta productiva y alcanzar el pleno empleo bien remunerado con las prestaciones laborales correspondientes.

El gobierno federal actual, como sus antecesores, se preocupa por incentivar la entrada de inversión extranjera (de ahí su viaje a Washington) para así supuestamente, tratar de impulsar a la economía nacional y al empleo. Tenemos décadas con extranjerización creciente del país, sin que ello impulse el desarrollo industrial, ni el empleo, ni los salarios, sino por el contrario nos ha llevado a que el país casi no nos pertenezca y se acentúe la desigualdad del ingreso y de la riqueza.

El incentivar la entrada de mayor inversión extranjera, evidencia que no se quiere flexibilizar la política monetaria y fiscal para impulsar las condiciones endógenas de crecimiento económico. Optan por seguir subordinados a las decisiones de inversión de las empresas trasnacionales. Éstas, en las últimas décadas han ingresado para producir para el mercado externo, y el problema es que éste está contraído y lo seguirá por varios años, y además la crisis del COVID 19 está replanteando las cadenas internacionales de valor y muchos países instrumentarán políticas proteccionistas, por lo que tales inversiones no fluirán al país como en el pasado. Ni tampoco vendrán para producir para el mercado interno, pues éste está contraído y además es abastecido por importaciones, dada la apertura comercial.

El gobierno de la 4ª. “T”, va a terminar abriendo la industria petrolera y eléctrica a la inversión privada, ante su decisión de mantener restringido el gasto e inversión pública para no caer en deuda, por lo que seguirá en lo económico con más de lo mismo que los anteriores gobiernos. No se revertirá la caída de la actividad económica y no se dará la recuperación en forma de “V”, mientras no se venza la pandemia y no se incremente el gasto público y baje la tasa de interés a niveles cercanos a cero, se revise la libre movilidad de mercancías y capitales y se postergue el pago de la deuda externa. De continuar la política económica actual, ni se aplanará la curva de la pandemia, ni se superará la recesión económica, ni los problemas de desempleo y la desigualdad del ingreso.

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