No hay que temer a los aranceles, ganaríamos replanteando el T-MEC

Por Arturo Huerta González

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 26 de julio de 2022.- En el diferendo presentado por el gobierno de EUA al gobierno mexicano, se señala que las políticas energéticas que instrumenta son discriminatorias a favor de las estatales CFE y Pemex y en detrimento de las compañías estadounidenses.

El gobierno mexicano ha argumentado que el capítulo 8 del T-MEC reconoce “el dominio directo y propiedad inalienable e imprescriptible de México de los hidrocarburos”. El problema es que el negociador mexicano Jesús Seade no procedió a que se modificaran los elementos adicionales presentes en otros capítulos que abren dichos sectores a la inversión extranjera. Y en eso se basan los diferendos interpuestos por EUA y Canadá, de que no se está cumpliendo con lo firmado.

La gran mayoría de los entrevistados y analistas han alertado que las posiciones del gobierno mexicano de no respetar los acuerdos del T-MEC que negoció el gobierno neoliberal de Peña Nieto, que entregó a empresas transnacionales los sectores estratégicos (petrolero y eléctrico) del país, traerá severos costos al país. Los que defienden la reforma vigente enarbolan el principio neoliberal de competencia, en la cual ganan las empresas transnacionales a costa de desplazar a Pemex y a la CFE, con la consecuente privatización y extranjerización de tales sectores. Y dicen que ello favorece al consumidor, sin considerar que éste será afectado con el alza de precios que se dará una vez que el sector privado domine el mercado, tal como ha venido aconteciendo en otros países donde el sector privado monopoliza el sector energético. La oposición del gobierno frenó en el Congreso la reforma del actual gobierno que pretendía frenar la privatización creciente y rescatar para la nación los sectores estratégicos y así asegurar bajos precios de estos insumos a favor de la dinámica económica y de la protección del poder adquisitivo de la población. Los defensores de los acuerdos del T-MEC que da trato preferencial a las empresas extranjeras frente a Pemex y la CFE, evidencian su posición entreguista y de subordinación al gran capital internacional.

Los economistas neoliberales que negociaron el T-MEC en el gobierno de Peña Nieto han señalado que, si México pierde la disputa comercial interpuesta por Estados Unidos y Canadá, éstos podrían imponerle aranceles equivalentes entre 10 mil millones y 30 mil millones de dólares, lo que afectaría no solo al sector energético, sino también a la industria automotriz y a agricultores. Lo cual no se sustenta como veremos.

Los defensores del T-MEC señalan que el gobierno mexicano ha realizado una serie de acciones que dañan la libre competencia y el estado de derecho. Están por que siga lo que ellos acordaron con el gobierno estadounidense y canadiense de darle preferencia a las empresas extranjeras frente a Pemex y la CFE y ese es el estado de derecho, el que hay que respetar según ellos.

Hay también quienes dicen que nuestro país dejaría de ser atractivo para inversionistas que esperan trasladar procesos productivos desde Asia para asegurar el abasto de productos al mercado estadounidense y así evitar futuros cierres por confinamientos acontecidos en Asia y otros países por la pandemia que frenaron las cadenas de producción y distribución que acentuaron la contracción económica en el 2020. Según tal planteamiento, ello ocasionará un auge comercial donde México no participaría al no respetar los acuerdos del T-MEC. Al respecto cabe decir, que no se vislumbra auge alguno de las economías, ni del comercio internacional, ante las alzas de la tasa de interés y el regreso a políticas de austeridad fiscal que muchos países están instrumentando. Además, muchos países están impulsando el auto abasto para no depender de otros y así protegerse de bloqueos futuros. El hecho que algunos buscarán abastecimiento cercano y seguro, eso no afectaría a México si acaso EUA establece aranceles a nuestro país. De replantearse el T-MEC, estaríamos sujetos a los aranceles establecidos por la Organización Mundial del Comercio hacia los países en desarrollo que están alrededor del 3%, lo cual sería contrarrestado por el costo de trasporte que se ahorrarían las empresas que se establezcan en nuestro territorio para a partir de aquí exportar a EUA y Canadá.

Los tratados de libre comercio han actuado en detrimento de los productores nacionales, así como del empleo, los salarios y han acentuado la desigualdad del ingreso. Cuando la economía tenía políticas proteccionistas, crecimos al 6.4% promedio anual, desde los años cuarenta hasta 1981. La economía nacional dejó de crecer desde los años ochentas por las políticas neoliberales de libre comercio y menos Estado, por lo que México debe replantear el T-MEC para defender no solo a Pemex y la CFE, sino para retomar políticas industriales y agrícolas para el desarrollo manufacturero y recuperar la autosuficiencia en granos básicos, para impulsar condiciones endógenas de acumulación para un crecimiento sostenido, con mejor empleo y menos vulnerable al contexto internacional y más ahora que se vislumbra un decrecimiento de la economía y del comercio mundial.

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