No hay talento sin disciplina

Por Paloma Escoto

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 23 de octubre de 2022.- Más de alguna vez he escuchado “es muy talentosa, es muy talentoso”, me llamaba mucho la atención ese término o más bien “sentencia”, normalmente son personas muy brillantes, tienen un brillo propio que particularmente iluminan lo que tocan, se les da a manos llenas y por suerte parece sucederles todo a favor, como por arte de magia están en el momento adecuado en el lugar indicado, sobresaliendo en su zona hábil.

¿Lo has visto?

En una ocasión, fuimos a tomar un café y a pasear por Coyoacán en la CDMX con mi entonces amigo, Pedro Cervera, baterista brillante por cierto, mientras platicábamos, nos interrumpían, querían leernos la mano o las cartas para decirnos nuestro destino, para cantarnos la suerte, y justo discutíamos sobre el talento. Le decía que me parecía un crack en la batería, una bestia en el mejor de los términos, un prodigio, un bataco súper talentoso y que estaba segura que más de alguna persona lo pensaba así.

Él me decía que eso del talento era muy subjetivo y ambiguo y que no le gustaba para nada, que le quitaba todo mérito al esfuerzo cotidiano que era lo que sumaba realmente. Que él podía hablar más de los días y noches que practicó y se esforzó para lograr lo que ahora fluía “con naturalidad”, me decía que detrás de cada aplauso estaba una constante, que si no hubiera sido por su disciplina habitual, definitivamente el “arte del talento“ no tendría ningún valor.

¡NO HAY TALENTO SIN DISCIPLINA!.

Desde ese momento cambio por completo mi perspectiva sobre el talento.

¿De qué sirve tanto brillo si no se pule?

La mitad de la vida es suerte, la otra disciplina; y ésta es decisoria ya que, sin disciplina, no se sabría por dónde empezar con la suerte.

(Carl Zuckmayer)

Empezar por pequeñas cosas, que en su suma van siendo mayores y más, una a una van formando el éxito y la satisfacción de la vida. Cuando se tiene talento pero no se forma la disciplina resulta una insatisfacción y frustración continua.

Durante años viví un día a la vez sin rutina, sin disciplina y sin un compromiso real por los sueños que me abundaban, creía que las cosas y las oportunidades llegarían por si solas como había sucedido muchas veces en mi vida. Me equivoqué y retomar el rumbo con determinación, armando un proceso sin menos incertidumbre, con más certezas, con más dirección y estructura me está costando bárbaro. “¡Ya siéntese señora!”, dirían por ahí, ojalá esto lo hubiera entendido antes, tal vez hubiera aprovechado más el tiempo y es que sin duda hacer conciencia de la importancia de la disciplina en la vida, genera una regalía y aprovechamiento del tiempo tremendo. Una vez que está marcado el objetivo, visto el talento pero sobre todo abrazado, es más sencillo caminar en la filosa orilla de la disciplina, eso que dicen “despacio pero sin pausa”, real, la disciplina crea fenómenos, esas presencias extraordinarias que parecen estar super dotadas, no es más que personas muy comprometidas con sus talentos, puliendo así esas habilidades que si brillan, van brillando mucho más, con el brillo permanente nada fugaz.

En esta etapa en dónde decidí estar sólo dónde hay vida, compromiso, estructura espiritual y disciplina, me siento francamente de pronto abrumada. No es sencillo. Antes disciplina para mi era sinónimo de corral sin salida, una extraviada rebeldía. Hoy es un reto que me está costando, de pronto, la procrastinación aparece, de pronto el auto sabotaje aparece, de pronto la depresión aparece. Rabietas y corajes, la premura por ver ya manifestado cada sueño, sentir esa sensación de haber llegado tarde, de haber puesto lo más importante al final, el mirarme y mirar a algunas de las personas que me acompañaron cuando le di la espalda a esto, no hay peros ni hubieras, no existen, sin embargo puedo ver a esas personas dichosas de ser “amigos”, de ser parte de mi fraternidad, no redujeron ni intentaron hablarme de estas opciones a pesar de que ellos las tenían, las sabían y las trabajaban desde hacía ya muchos años atrás. Si, pues todos o la gran mayoría de “mis amigos”, eran ya bastante grandecitos, incluso hasta 20 años mayores que yo. Que bueno que ya no están y que bueno que quienes se quedaron, se quedaron aún después de todo tanto y que bueno, que bueno que a pesar de mis ratos de acelere, respiro quietud, en dónde me veo justo a tiempo. No existe un momento mejor que este, el valor que le doy a lo que construyo aun costándome tanto trabajo, es un reto acrobático espiritual, psicológico, emocional, y otras tantas surrealista, mágico fantástico encarnando en esta realidad dónde tal vez nunca se creyó en mi y qué importa.

Disciplina, un trago tenaz, un sabor insípido pero que despabila, genera actitud y empuja aptitud. Desde la hora en la que se inicia el día, la agenda de un mes, una semana y el orden del día, disfrutando las eventualidades, disfrutando la magia de cada milagro que no dejan de suceder, salirse y contemplar, a lado del camino sin aborrecer la rutina. Tal vez es el regalo más significativo que me dejó el vivir en la incertidumbre y en la magia constante del fluir al azar… Elevando propósitos simplemente al aire, la antítesis de la manifestación. Tal vez sea un regalo y no un retardo como a veces me cuento. Tener la oportunidad de escuchar, escuchar el ruido afuera, el ruido adentro, la distorsión y la sintonía también, dejarme ir con un rayo inesperado o el tiempo milimétrico de los pasos de una hormiga, catarina o… Será … Es… Escuchar a la misma cuija de hace 20 años o la de ayer, contemplar la resurrección de la planta que nadie regó en mi ausencia y que esperaba mi presencia para volver a nacer, junto a una lavanda, ¿comparten raíz? Será… Disciplina no dejar que se borre el proyecto de mañana, equilibrar el de ayer, continuar siempre es hoy…

La disciplina la que se encarga de nutrir el talento vivo, infante, genuino y sutil, talento nato, inmaduro, luminoso pero espontáneo. Ese que tantas veces se funde en el olvido entre programaciones y cuentos contados por todos menos por quién lo vive. Pasa, talentos opacos y arrumbados, no se supo a dónde o cómo ir, se fue en la bulla, en el tiempo impropio, talento sin cincel, talento relámpago, talento fugaz, talento que ahí fue y para muchos ya no será.

Terror me dio verme ahí, por fortuna hoy a abrazar lo que me llama, apagar la bulla, hacerme del tiempo y hacerme con el tiempo, hacer yo el tiempo, porque ayer se fue y siempre es hoy, disciplina porque me toca manifestar lo que vivo y sueño, me lo otorgo y otredad.

Busca la libertad y conviértete en cautivo de tus deseos. Busca la disciplina y encuentra la libertad. (Frank Herbert)

¡NO HAY TALENTO SIN DISCIPLINA!

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