Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 26 de marzo de 2025.- El nuevo secretario de Hacienda en su comparecencia en la Cámara de Diputados el 12 de marzo 2025 para su ratificación en dicho cargo, señaló que “el marco comercial de México y la política fiscal del país lo va a aislar de la volatilidad generada por el contexto internacional”. Y dijo que a ello se suma que “el Banco de México ha hecho un buen trabajo”. El problema es que ese marco comercial que representa el T-MEC está siendo modificado por el gobierno de EUA con los aranceles que está estableciendo a las exportaciones que México realiza a su país y que se ampliarán a un mayor número de insumos y productos a partir del 2 de abril. Ello implicará caída de las exportaciones que nuestro país realiza que afectarán el crecimiento de la economía. Y ello no será contrarrestado con la alta tasa de interés establecida por Banxico, ni con los recortes presupuestales que se derivarán de la reducción del déficit fiscal del 5.9% al 3.9% que defienden Hacienda y los diputados del Congreso. Los diputados de oposición le dieron su voto de confianza al nuevo secretario de Hacienda y le demandaron reducir el déficit fiscal y que se deje de endeudar al país. Y señalaron que ello “se trata de una medida importante para los mercados”. En el mismo sentido un diputado de Morena afirmó que “el gobierno actúa con mucha responsabilidad para darle tranquilidad a los mercados, para que vengan a invertir con certeza». Tales aseveraciones reflejan que predomina en el país el enfoque neoliberal de que el déficit fiscal y la deuda son malos, por lo que están a favor de que se reduzca el déficit y la deuda a pesar de los resultados negativos que ello ha ocasionado.
Al respecto cabe hacer las siguientes preguntas, ¿Para quién debe ser responsable la política fiscal? ¿para ser bien vistos por los mercados financieros?, o ¿la política fiscal debe responder a los objetivos nacionales de crecimiento económico y para la generación de empleo?
Una cosa que deben aprender los tomadores de decisiones en Hacienda y en el Congreso es que la política fiscal no debe ser evaluada en torno a la disciplina fiscal y al no endeudamiento, sino en torno a su impacto en la actividad económica. La política fiscal no debe establecerse para ser bien vistos por los mercados financieros, sino debe responder a cumplir las necesidades de los electores. Si la economía no crece y tiene desempleo y subempleo, el gobierno debe gastar lo necesario para impulsar el crecimiento y la generación de empleo. El déficit fiscal y la deuda no son malos, todo depende en que se utilizan. Si incrementan la producción, no generará inflación y al aumentar la actividad económica, lo mismo acontece con la recaudación y con ello se reduce el déficit y se paga la deuda.
Los planteamientos de Hacienda y de los diputados del Congreso de todos los colores, siguen defendiendo la política fiscal que nos ha llevado al estancamiento con inflación en que se encuentra la economía nacional, así como a mayor reducción de la participación del Estado en la economía con la consecuente mayor privatización y extranjerización. Tal política restringe el ingreso de empresas y familias y aumenta los problemas de incapacidad de pago de la deuda dadas las altas tasas de interés, lo que desestabilizará al sector bancario. Ello es consecuencia de los constantes recortes presupuestales que vienen realizándose por los gobiernos para alcanzar el equilibrio fiscal y evitar caer en más deuda y, sin embargo, a pesar de los recortes presupuestales sigue el déficit fiscal y creciendo la deuda y no por el aumento del gasto corriente del gobierno, sino por la alta tasa de interés que incrementa el costo del servicio de la deuda pública.
Se habla en la Cámara de Diputados de que el gobierno gaste lo que ingresa. El problema es que al gastar poco el gobierno para reducir el déficit fiscal, contrae la economía y el ingreso nacional y con ello se reduce la recaudación e incrementan los gastos sociales y de seguridad para paliar los problemas de desempleo y delincuencia, por lo que sigue el déficit fiscal. Un gobierno soberano que controla la moneda no necesita de impuestos y de emisión de deuda para gastar, simplemente gasta y es el gasto el que genera el ingreso, el cual termina financiando el gasto. Esto aconteció en el país en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Y países como EUA, Canadá, Japón, Australia, India, China y Rusia entre otros lo han venido haciendo en las últimas décadas. Los impuestos son para gravar al que más tiene para reducir su poder en la economía y la emisión de deuda es para regular la liquidez de la economía para evitar presiones sobre precios.
Con la reducción del déficit fiscal y las altas tasas de interés no se alcanzarán los objetivos de crecimiento entre 2 y 3% del PIB en el 2025. Tales políticas acentuarán los rezagos productivos que incrementan precios, el desempleo, subempleo y la desigualdad del ingreso. La economía caerá en recesión al disminuir las exportaciones, la entrada de remesas por las deportaciones, la menor inversión extranjera, a lo que se le sumarán los recortes presupuestales impulsados por el gobierno y la alta tasa de interés de Banxico. Ante los embates que vienen como consecuencia de los aranceles, se requiere baja tasa de interés e incremento del gasto público para evitar una fuerte caída de la economía, así como regular al sector externo y financiero para impedir prácticas especulativas.