No sólo es la prohibición del maíz transgénico

Foto: Cuartoscuro

Por Joel Enríquez Sánchez

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 01 de febrero de 2021.- En mi columna anterior, dejé en el aire la posibilidad de que la herramienta de la arqueoastronomía, de la cual es pionero el Dr. Arturo Motero, nos puede ayudar a saber si un año será más caluroso que otro o cómo serán los huracanes en cuestión de magnitud.

Lo sé,  porque el mismo Dr. Montero me dijo que era posible, por cierto, pueden ver sus transmisiones por medio de su página en Facebook titulada: Arqueología Extrema, los días viernes por la tarde noche y los días sábados a las 11 de la mañana.

Con ánimo de que provoque en el lector una certidumbre de hacia dónde vamos  y dejar atrás la incertidumbre que nos aplasta, hago la reflexión que titula éstas líneas en donde el Presidente de México ya se ha pronunciado en contra de los transgénicos, pero desafortunadamente  ése no es el gran problema. Y digo el gran problema, ya que la agroindustria de la cual es parte los transgénicos, está extinguiendo un ecosistema  fundamental (desierto, océanos, polos/ártico y selva que hacen uno solo) como el de los insectos, que polinizan los alimentos que ingerimos como ciudadanía.

Los transgénicos son organismos genéticamente modificados en laboratorios  donde se juntan especies en estado natural para resistir las inclemencias de un ecosistema básico.  Un ejemplo es la mezcla del gen de un pez para esperar resistir el agua y que se mezcla con el gen de un maíz que espera resistir una plaga.

Esta mezcla hibrida, no ha funcionado, por ejemplo  las semillas que producen su propio insecticida están extinguiendo a los insectos polinizadores que son parte de la biodiversidad e integran un ecosistema global necesario para la humanidad, el casó principal es la extinción de las  abejas.

Los herbicidas son otro ingrediente que se traduce en la infertilidad de la tierra, ya que se esparcen por cientos de litros para las plantaciones de monocultivo de aceite de palma, caucho,  aguacate,  maíz,  arroz, etc… Para evitar que la maleza crezca,  estos fertilizantes,  dejan los campos contaminados, enfermos y al borde de la muerte. Los trabajadores del campo desarrollan cáncer, por ejemplo, en el caso del herbicida Randup que contiene glifosato de la compañía Monsanto parte de la empresa alemana Bayer.  Ya en Estados Unidos y Europa empiezan las demandas por las afectaciones a la salud humana  y a la tierra que se vuelve infértil.

En México el glifosato se dejará de usar dentro de 5 años  pero  lo correcto es que se deje de usar ¡ya! Bosco de la Vega, es un defensor del glifosato por su dinero invertido en la industria ecocida que es parte de la 6ª extinción masiva de las especies y de ésta pandemia que nos aplasta.

Solo hay que ir a Autlán, Jalisco, y hacer una medición del veneno de glifosato que tienen los infantes en la sangre y ver las afectaciones del uso de un herbicida.

No hay mejor controlador de plagas que las mismas plantas, la diversidad. La chinampa mexicana es el mejor ejemplo de la siembra transversal y en vez de producir un monocultivo, en la chinampa se siembra biodiversidad de especies que mantienen la tierra fértil y un equilibrio con el entorno tan necesario en un mundo en caos.

En China, por ejemplo, se utilizan cientos de patos para comerse los mosquitos que devastan los sembradíos de arroz, en vez de utilizar pesticidas, herbicidas, insecticidas, transgénicos, etc.

De México para el mundo, la chinampa que mantuvo a una civilización por siglos y la arqueastronomía que nos ayudará a prevenir desastres humanitarios tienen que ser modelos importables para contener la 6ª extinción masiva de las especies.

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