Ojalá, Juntos
Foto: Alejandro Meléndez
Por Paloma Escoto
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 22 de mayo de 2019.- Vamos a combatir juntos, si esto fuera una invitación, definitivamente, la pensaríamos, hay tantos términos que nos paralizan, nos hacen replantearnos, volvemos al proceso de cambio, a transformar lo conocido, tal vez a desaprender lo que nos dijeron y enseñaron que era “lo cómodo”, sin darnos cuenta de que esta decisión, tal vez sea la más importante de nuestra vida. No es un absoluto, hay personas en este momento que dijeron sí, combatamos juntos, sin saber con quién, cómo, dónde, contra quién o favor de quién (es). Es un código impregnado ya en la psique. Hay, tal vez una sordera o una consciencia atrapada por inmensas telarañas de egoísmo, competitividad y desigualdad. Hay resultados que caben en esa inmensa distorsión de la realidad común. Si bien, siempre he defendido la libertad de crear la realidad más oportuna para el que la desea, también me embarro contra el suelo en pleno berrinche dramático de dolor cuando esta parte, afecta la realidad de lo común, o sea, somos, todas y todos. ¡Hey!, ¿me estás viendo?
Desgano, depresión disfrazable, presiento que esta última de tantas atroces que pasaron por mi cabeza, es. Y es que la indiferencia es un factor que en automático nos desarma de la seguridad. Tantos van construyendo para tener seguridad y a su paso, todo es manifestado en total inseguridad, una ironía tras otra, es que somos muy simpáticos, diría alguien por ahí. Y es que quién se cree esa de que algo construido desde la inseguridad, puede ser seguro? En primera instancia, lo dudo.
Lo que es cierto es que nos hemos vuelto en cantidades, polarizados y cegados por un ritmo que controla más de lo que creemos y pensamos estar sobreviviendo cuando en realidad nos estamos quitando todas las formas de sobrevivir. ¡La destrucción es un vicio delicioso, la autodestrucción es un soplo de placer!, pero ¡que falta de responsabilidad!, diría alguien más por allá.
Un espíritu que se golpea tras pasa cualquier muro, la continuidad es lo que sigue…
Hay dos peligros eminentes, tal vez más pero me concreto en estas líneas a hablar, tal vez de los que más temo, uno sería la consciencia que por ser consciencia se respira agriamente, con esa sensación de asfixia por no saber qué hacer, y la otra, la que se respira a pesar de todo y deja morir todo a su lado. Si fueran sólo este par de peligros eminente, ¿en cuál te gustaría estar? No, no voltees a ver al de a lado, en este momento es tú decisión. ¿En qué peligro eminente te gustaría estar? O si ni por aquí te pasaba un peligro u otro y ahora estuvieras decidiendo, ¿cuál peligro elegirías? Yo tampoco elegí alguno, me reusé a que existiera una u otra salida, preferí no irme, si no quedarme e irme en las profundidades que suelen siempre parecer un interminable camino, en dónde estoy segura, a la superficie volvemos a salir… ¿Cuantas veces no hemos callado esa voz que nos irrita o nos hace sentir en desventaja? Y es que no es fácil pasarnos al jardín del vecino y regar el jardín y las macetas que no son nuestras. ¡Va, que cada quién pague su agua!, ¡que cada quién respire sus plantas!, como si el cielo pudiera dividirse, un ejemplo y otro y otro, siempre surgirá… Es absurdo creer que quien nos sostiene no se da cuenta de lo que devolvemos y compartimos en nuestro tránsito. Y es que verlo, saberlo y sentirlo, es un sobrepeso al que no estamos acostumbrados.
Y nos vamos en la indecisión de hacer o no hacer mientras nuevas latentes surgen, y a todas pretendemos darle una importancia que transgrede incluso a nuestras raíces, incluso no, directamente, de ello hablo, y es que es tan difícil hablarlo con toda mi consciencia de ser la que soy, de ser esta que fuma, traga y hace basura. Repito la consciencia y su inconstante, fumo pero siembro, hago basura pero la separo, me muero pero vivo, para pronto, es una constante incongruencia con la que respiro, contingente sin contingencia, tal vez, tan sólo se trate de eso, ¿cómo podremos lograr ir a la par sin destruirnos? Ojalá ofrecerte un manjar retorico fuera la solución contra incendios, contaminación, destrucción pero falsearía, las palabras se construyen y se consumen muchas veces más rápido de lo que podríamos hacerlo juntos.
Tal vez quiera llegar a un desglose que asegure la sobrevivencia del monstro que construimos y seguimos construyendo. Pero no es así, sólo es un paréntesis de una vida cotidiana que día tras día se detiene a contemplar el jardín, los árboles que avivan su existencia, que son cada día menos… Que me gustaría fuera una realidad distinta pero que sola hago a medida de lo que puedo y los que me acompañan, lo mismo, tal vez si te llego al apego y te digo que te necesito, pueda suceder lo inimaginable, pero ¿qué propuesta suena a un cuida tu hogar y cada paso que lanzas a este inevitable azar? Nos consumimos en la brevedad posible, y cada ventarrón te invito a tomarlo como un milagro que sacude el tamaño astuto que intuyes tener… Porque es cierto, es muy cierto, el mundo se está desmoronando en nuestras manos.