Plan de rescate de la cultura

Foto: Cuartoscuro

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 07 de julio de 2020.- Hace unos días, Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, dio a conocer un plan de rescate de la cultura, “sector” seriamente golpeado tanto por la actual crisis sanitaria como por el desprecio que le merece a Ya Saben Quién, a quien debemos una reducción de 9% “para gastos de operación y promoción” en 2020 y una caída de 44% en el “subsidio a actividades culturales, como ferias y festivales”. De ahí que la Universidad Nacional proponga un rescate de emergencia, así como cambios legales, institucionales y presupuestarios, lo que implica destinar una suma extraordinaria “para acciones y casos de emergencia”, la creación de un fondo de ayuda para la reapertura de espacios culturales, exenciones de impuestos, estímulos fiscales para la participación de la iniciativa privada o moratorias retroactivas, créditos a industrias creativas, subsidios temporales a librerías, “cupones” para propiciar el consumo de bienes culturales y facilitar el acceso a actividades de la misma índole, así como la condonación parcial o total de impuestos a los trabajadores de la cultura.

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CRISIS, DINEROS Y LEYES

Como es sabido, entre los mayores damnificados por la crisis están los museos, no sólo por el cierre obligado y la escasa asistencia prevista para los meses próximos, sino por el golpazo que significó quitarles 75% de lo que tienen destinado a gastos operativos, lo que augura el cierre definitivo de algunos de estos repositorios. Como el actual gobierno federal ha dejado al INAH en la miseria, el documento de la UNAM propone reformar la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, lo que tradicionalmente ha sido tentador para gobiernos que, como el de hoy, consideran la cultura como algo superfluo, prescindible, despreciable. Reformar la citada ley sería dejar en una mayor indefensión nuestro patrimonio cultural. En cambio, resulta plausible la propuesta de suspender o de plano cancelar proyectos faraónicos como el de la cuarta sección de Chapultepec o el parque que se quiere hacer en terrenos del cancelado aeropuerto de Texcoco. Esos miles de millones de pesos deben servir para crear un seguro de desempleo para los trabajadores de la cultura, aunque hacerlo no resulte tan espectacular como los proyectos anteriores.

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LAS LECCIONES DE LA UNAM

El proyecto de rescate en favor de los trabajadores de la cultura ya se lo presentó la UNAM a la secretaría que encabeza Alejandra Frausto. Más útil sería proponerle un plan de empleo masivo como el aplicado por Jorge Volpi en la Revista de la UNAM, que cuenta con un consejo asesor que lo conforman cinco personajes, un consejo editorial con 22 integrantes y un consejo editorial internacional con otros 14 individuos, que probablemente no tienen sueldo, pero que, de alguna manera, deben ser recompensados por su ardua tarea. Luego vienen los que sí cobran, como son la directora general, la coordinadora editorial, la coordinadora “de revista digital y medios”, la jefa de

redacción, la encargada de cuidado editorial, la directora de arte, el responsable de diseño y composición tipográfica, tres personas (¡tres!) que atienden lo referente a derechos de autor, otra en investigación y archivos, una más en distribución, otra en “comunicación y relaciones públicas” (¿en una revista?), por supuesto otra funcionaria que está al frente de “vinculación y proyectos para jóvenes”, una más en “edición web”, por si algo faltara, una asistente editorial y dos de diseño, uno en fotografía, dos en “diseño de la nueva época”, que seguramente se cambia cada mes, y dos más en “servidores, bases de datos y web”. En suma, 22 personas para hacer una revista mensual, sí, mensual, que se integra con artículos de colaboradores externos, mexicanos y extranjeros, que también cobran. ¡Que no se note la crisis!

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