Periodistas Unidos. Ciudad de México. 21 de diciembre de 2021.- Es falso que Frida Kahlo Corporation y Carlos Dorado tengan la titularidad de los derechos sobre imagen, marca y nombre de la artista, declaró la familia Kahlo, mediante un comunicado de prensa, en el cual se aclara que la resolución judicial sobre el asunto “corresponde a un fallo estrictamente de naturaleza procesal y que no afecta, en absoluto, al conjunto de los litigios que mantiene la familia sobre la titularidad de las marcas”. Agrega el comunicado que el tal Dorado “está explotando de manera ilícita y ventajosa la marca prevaliéndose de una ilegal apropiación de la compañía Frida Kahlo Corporation”, sobre la cual pesan demandas interpuestas en varios tribunales “en los que se dirime la disolución de la sociedad Frida Kahlo Corporation, debido al actuar fraudulento del Sr. Carlos Dorado, que ha incumplido sistemáticamente tanto los acuerdos comprometidos con la familia Kahlo, como las obligaciones más básicas que regulan el funcionamiento de toda corporación”. Mara Romeo y Mara de Anda Romeo, quienes se asumen como herederas de Frida, exigen que se disuelva judicialmente la empresa y afirman que “la familia de Frida Kahlo seguirá defendiendo el legado de la artista”, aunque al parecer dicho legado pertenece al fideicomiso constituido por Diego Rivera, viudo de la pintora y heredero de todos sus bienes, algo que tendría que aclarar el Banco de México, que funge como fiduciario y hasta ahora ha guardado silencio.
POLÍTICOS USAN A CHENTE
Exitoso cantante de ranchero que participó en decenas de películas de charros, Vicente Fernández se ha convertido en botín de políticos, quienes ante la muerte del hombre de Huentitán no tardaron en hacer público su pésame. El presidente municipal de Guadalajara, Pablo Lemus Navarro, presentó una iniciativa para cambiar el nombre a la calle Joaquín Romero, también conocida como Paseo del Zoológico (burla que suponemos involuntaria), por Vicente Fernández, “uno de los personajes más prolíficos que ha dado nuestra ciudad”, dijo el alcalde. Peor estuvo doña Alejandra Frausto, que ofreció a la familia Fernández el Palacio de Bellas Artes “porque muy cerca de ahí está Garibaldi” (!!!), quizá porque luego podrían ir al Tenampa a despacharse un ponche de granada u otro tanguarniz. Como se sabe, desde que Carlos Monsiváis consiguió para Juan Gabriel el teatro Blanquito (así lo bautizó Sergio Magaña), cualquiera se siente con el mismo derecho. Lo novedoso es que ahora la más alta autoridad cultural de México (je, je) sea quien promueve tales desfiguros. Chente, más modesto, todo lo que pidió fue que lo despidieran en su rancho Los Tres Potrillos.
LOS EXCREMENTOS EN 1790
“Las calles de la Ciudad de México, antes de 1790, eran —dejó dicho Francisco Sedano en sus Noticias de México— unos muladares todas ellas, aun las más principales. En cada esquina había un grande montón de basura. Con toda libertad, a cualquier hora del día se arrojaban a la calle y los caños los vasos de inmundicia, la basura, estiércol, caballos y perros muertos. No era respetada aún la Santa Iglesia Catedral ensuciándose en sus paredes, la cerca de su cementerio por dentro y por fuera (y) estaba cercada de inmundicia en mucha cantidad, despidiendo intolerable mal olor. Cada semana se arrollaba (la suciedad) con palas haciendo montones y se quitaban con carros. Cualquiera, a cualquier hora, sin respeto de la publicidad de la gente, se ensuciaba en la calle o donde quería… hasta que el excelentísimo señor conde de Revillagigedo, estimulado por su mucha limpieza e infatigable celo, estableció la limpia de las calles, y los carros para recoger las basuras y los excrementos sin arrojarlos a las calles, por bando de 2 de septiembre de 1790, con lo que vino la ciudad a tener tan diferente aspecto que parece otra”.