Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 29 de marzo de 2025.- La economía mexicana enfrenta caída de consumo, de inversión pública y privada que viene frenando la actividad económica como resultado de las altas tasas de interés y los recortes presupuestales que Hacienda realiza para disminuir el déficit fiscal y el monto de la deuda pública. A ello se sumará la caída de exportaciones al establecerse aranceles en EUA a las exportaciones que México realiza hacia su país, así como el menor ingreso de remesas por las deportaciones de connacionales. Habrá a su vez menor entrada de inversión extranjera, tanto por la incertidumbre, como por el freno de las exportaciones hacia EUA.
Al generalizarse la política arancelaria a nivel mundial, ya no podrá mantenerse la estrategia de crecimiento de exportaciones como motor de crecimiento de muchas economías. Asimismo, muchos países tratarán de reducir su dependencia de EUA a través de buscar otros mercados de exportación, así como replantear su estrategia de crecimiento, donde optarán por impulsar su crecimiento hacia el mercado interno y la sustitución de importaciones, lo que implica modificar las políticas macroeconómicas predominantes para poder flexibilizar la política monetaria y fiscal para tales propósitos.
Se requiere de una política fiscal expansiva y una política monetaria que viabilice la expansión del gasto público, así como de un tipo de cambio competitivo que proteja la producción nacional frente a importaciones y que viabilice la flexibilidad de la política monetaria y fiscal a favor del sector productivo y del empleo.
No se puede proseguir con las políticas monetaria y fiscal restrictivas, debido a que son las causantes del declive de la economía nacional y del menor empleo formal. Ello ha generado rezagos productivos que presionan sobre precios y el déficit de comercio exterior, que nos hace depender de la entrada de capitales y obliga a mantener altas tasas de interés para evitar salida de capitales y para promover su entrada al país. En tal contexto, no se tiene capacidad para hacer frente a la caída de exportaciones, de remesas y de la inversión extranjera y hace que la economía sea más vulnerable a los shocks externos.
Las altas tasas de interés, junto a los recortes presupuestales encaminados a reducir el déficit fiscal seguirán restringiendo el crédito, la inversión y la demanda, lo que nos aleja de la recuperación de la dinámica económica.
De no modificarse la política económica, seguiremos en un contexto en que no crezca la inversión pública y privada, ni el consumo y no se podrá contrarrestar la caída de exportaciones, por lo que la economía va a la recesión y se acentuarán los problemas de insolvencia que presionarán sobre el sistema bancario.
En vez de recortes presupuestales que realiza Hacienda para reducir el déficit y la deuda, se debe incrementar el gasto público a favor del sector productivo y la sustitución de importaciones para hacer frente a la caída de exportaciones y la menor entrada de capitales que se avecina con los aranceles establecidos por EUA a sus importaciones.
La deuda se paga creciendo y para ello hay que impulsar el gasto público para así dinamizar la economía. La expansión del gasto público en el actual contexto de estancamiento tendría grandes efectos multiplicadores sobre la producción y el empleo y más si se encamina a impulsar el auto abasto y a reducir el crecimiento de importaciones y los requerimientos de entrada de capitales. Ello mejoraría los ingresos y las finanzas del sector privado y del sector público que permitiría cubrir el gasto impulsor del crecimiento, por lo que se reduciría la relación de endeudamiento.
Asimismo, el crecimiento de la producción reduciría la inflación y el déficit de comercio exterior, lo que permitiría bajar la tasa de interés y la carga del servicio de la deuda de los sectores endeudados (público y privado) para que puedan incrementar su inversión y consumo para impulsar el crecimiento económico.