Por Humberto Musacchio
Periodistas Unidos Ciudad de México. 11 de octubre de 2024.- La embestida morenista contra las instituciones ha llegado a extremos que serían risibles de no ser tan peligrosos. Acusar de “golpistas” a los ministros de la Suprema Corte es un recurso infamante que pretende descalificar su función, cuando, en realidad, el golpismo está en el bando acusador.
La reforma del Poder Judicial ha sido prohijada por el caciquismo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien para controlar a la Suprema Corte impuso como ministra a una probada plagiaria, a otra señora que fue designada directamente por él y a una más que considera su función como un servicio al que manda, que no es precisamente el pueblo, como suelen repetir los morenistas. Paralelamente, la bien pagada prensa oficiosa ataca a Norma Piña, una mexicana que con mucho esfuerzo ha llegado al alto cargo que ahora ocupa.
Otra acusación absurda que se lanza contra los ministros es la de “conservadores”, cuando su trabajo es precisamente vigilar que se mantenga, que se conserve en México el orden constitucional, hoy alterado por las ocurrencias de un expresidente al que diputados y senadores de su partido aprobaron sin discusión una reforma que altera gravemente el equilibrio institucional.
Para garantizar este proceder ovino, Morena recurrió a las añejas fórmulas del priismo más acedo y se valió de sus rémoras, el Partido del Trabajo y el PVEM, negociazo de unos cuantos vivales, y de opositores comprados.
Como tales complicidades no le bastaron, Morena se valió de su control sobre los órganos electorales para que la votación propia y la de sus socios, que no llegó a 54%, se convirtiera en casi 70% mediante una tramposa interpretación de la ley, pues lejos de buscar la proporcionalidad, se ignoró al extremo de despojar de curules y escaños a la oposición. Con esa mayoría inventada, se procedió a barrer con el Poder Judicial, gracias a los “representantes populares”.
Ahora la faena se redondea mediante una absurda legislación, según la cual, dizque para proteger del narco la elección de jueces, cada candidato deberá pagar su campaña. Quién sabe de cuál cabecita pudo salir esa ocurrencia que, lejos de proteger la limpieza de la elección, abre de par en par la puerta al dinero del narco, pues ya se sabe que tales procesos se ganan con dinero, mucho dinero, que es precisamente lo que sobra a los criminales, que de esta manera tendrán más jueces a su servicio.
La propuesta que impondrá Morena manda a la basura los conocimientos y la experiencia, pues cualquier advenedizo puede convertirse en juez, se hace a un lado la carrera judicial para dar paso al arribo de quienes dispongan de un título de abogado, así lo hayan comprado en alguna universidad patito.
Y tales barbaridades se le imponen a la ciudadanía mientras arde el país ante el pasmo de quienes debieran imponer el orden, porque la inseguridad, presente desde los tiempos del neoliberalismo, se intensificó al establecer la política de “abrazos, no balazos”, que en la práctica implicó una punible renuncia a la aplicación de la ley, facultad que no es opcional, sino de ejecución obligatoria.
De este modo, seguiremos viendo matanzas como las que en estos días sacuden a Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas, Guerrero o la frontera chiapaneca, mientras en la esfera oficial seguirán los fraudes como el de Segalmex, más obras públicas inconclusas por ineficiencia o corrupción, más de todo aquello que los mexicanos no queremos.
Lo prudente, ya iniciado un nuevo sexenio, era ganar tiempo para amortiguar las presiones tabasqueñas. Es imposible esperar una actitud digna de los priistas que ahora son mayoría en Morena. ¿Pero qué pasa con los que vienen de la izquierda, de la lucha por democracia e igualdad y de sufrir persecución y cárcel por atreverse a decir “no”?
Jugándose la vida, ante la pasividad e ineficiencia de las autoridades y las amenazas y agresiones de los narcos, los integrantes de Gusanos de la Memoria y los voluntarios del Centro Cultural San Francisco siguen llevando alimentos y otro tipo de ayuda a las poblaciones de la Montaña de Guerrero afectadas por el huracán John. Las donaciones se pueden hacer al número Clabe BBVA 012281011419865386 bajo el concepto de Maíz. Más información llamando al teléfono 75-7122-2271.