Por Nelly Segura
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 27 de mayo de 2024.- La utilización de cohetes en la Ciudad de México ha suscitado un intenso debate entre quienes valoran esta práctica como una manifestación de identidad cultural y quienes la ven como una fuente de molestias y peligros. Este conflicto refleja las tensiones profundas entre tradición y “modernidad” en una ciudad marcada por su diversidad.
Para los pueblos originarios, los cohetes son más que un espectáculo pirotécnico. Representan un elemento clave de organización comunitaria y una expresión sonora de su identidad cultural. Las Fiestas Patronales, por ejemplo, utilizan la pirotecnia como un medio para comunicarse y cohesionarse socialmente.
En palabras de la socióloga y maestrante Amada Vollbert, “ese ruido disruptivo está profundamente asociado a usos comunitarios, de las clases populares”. Su rechazo, según Vollbert, a menudo se basa en prejuicios racistas y clasistas, lo que revela una dimensión discriminatoria en la polémica.
Por otro lado, quienes se oponen a los cohetes argumentan que estos causan estrés y daños a las mascotas, así como riesgos de quemaduras y lesiones auditivas en las personas. Además, la contaminación acústica y ambiental es una preocupación creciente en una ciudad que ya enfrenta múltiples retos ecológicos, como muestran las múltiples contingencias recientes.
El tema, sin embargo, no es solo una cuestión de salud pública. Vollbert señala en su artículo “No son los cuetes, es tu blanquitud” que otros sonidos igualmente molestos, como el tráfico vehicular, no generan el mismo rechazo. Esto, según ella, se debe a que los automovilistas en su mayoría no pertenecen a clases populares. La autora subraya que prohibir los cohetes implica modificar la identidad de un grupo de personas, una acción que considera grave al ser impulsada por factores externos.
Laura Elena Corona de la Peña, otra estudiosa del tema, destaca los diversos usos de la pirotecnia, desde el lúdico en la quema del castillo hasta los prácticos y comunicativos, como indicar el avance de una peregrinación o la celebración de una fiesta. Estos usos demuestran la importancia de la pirotecnia en la vida comunitaria y económica de los pueblos originarios.
La confrontación social se intensifica cuando nuevos residentes llegan a zonas con tradición pirotécnica y exigen cambios en prácticas ancestrales. Las Fiestas Patronales, con sus raíces en ritos prehispánicos, permiten a los habitantes originarios reconectar con su pasado. Modificar estas costumbres no solo altera la cohesión social, sino que también borra una parte esencial de su identidad.
Ale Ramírez de los Santos, en su obra “¿La pirotecnia es de ‘nacos’?”, nos recuerda que la convivencia en una metrópoli diversa como la Ciudad de México requiere respeto y tolerancia. Superar estereotipos como “atrasados” y “modernos”, “gente bien” y “naca” es fundamental para lograr una coexistencia armoniosa.
El debate sobre los cohetes en la Ciudad de México trasciende las molestias y riesgos asociados a su uso. Es una discusión que nos obliga a reflexionar sobre cómo equilibrar las posturas hegemónicas con la preservación de nuestras tradiciones culturales, y cómo podemos vivir juntos en una ciudad compleja, sin dejar de lado el respeto a la diversidad y la historia de sus habitantes.