Recesión, inflación, devaluación, insolvencia e inestabilidad financiera, escenario del 2023 y 2024
Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de octubre de 2022.- Frente a la inflación que enfrenta el país, derivada de escasez de productos internos e importaciones caras, Banxico aumenta la tasa de interés y el gobierno restringe su gasto para frenar la actividad económica, aumentar el desempleo para reducir el nivel de vida de la mayoría de la población y su poder adquisitivo para bajar la demanda por debajo de la oferta (producción) y así disminuir las presiones sobre precios. Hacen recaer la reducción de la inflación en el deterioro del nivel de vida de las grandes mayorías de la población.
El alza de la tasa de interés y la austeridad fiscal contraen la inversión pública y privada, lo que impide encarar la escasez de productos, por lo que se alarga la inflación, la recesión económica y la caída de la Bolsa Mexicana de Valores.
Banxico y Hacienda bien saben que la inflación que enfrentamos es un problema de oferta, pero no proceden a estimular el crecimiento de la producción para así reducir la escasez de productos y las importaciones caras, debido a que tendrían que bajar la tasa de interés e incrementar el gasto público respectivamente y no lo hacen debido a que temen que ello ocasione salida de capitales y se devalué la moneda. En vez de priorizar el combate a la inflación favoreciendo el desarrollo productivo, el empleo y el crecimiento económico, optan por favorecer al sector financiero a través de alta tasa de interés, estabilidad del tipo de cambio y austeridad fiscal.
El alza de la tasa de interés aumentará los problemas de insolvencia para aquellos deudores cuyo ingreso no se ajuste a la inflación y no crezca por arriba del alza de la tasa de interés. Este es el caso sobre todo de las familias. Las empresas por lo general ven incrementados sus ingresos nominales con la inflación, por lo que, si ésta está por arriba de la tasa de interés, pueden cubrir el pago de sus deudas. El problema se presenta cuando la tasa de interés pasa a estar por arriba de la inflación, que es lo que ya está pasando en la economía nacional, al aumentar Banxico la tasa de interés a 9.25% a fines de septiembre del 2022, donde la inflación es de 8.7%. De hecho, la tasa de interés a la cual cobra la banca comercial está por arriba de la tasa de interés de referencia de Banxico y del crecimiento del ingreso nominal de los deudores, por lo que se recrudece el problema de incapacidad de pago de la deuda, tanto para empresas como para familias, lo que avecina una crisis bancaria.
La desaceleración de la actividad económica, aunado a la caída de la Bolsa Mexicana de Valores, reduce el ingreso y el valor de los activos de las empresas, lo que aumenta los problemas de incapacidad de pago de la deuda, además de reducir su capacidad de gasto e inversión, configurando la tendencia recesiva de la economía y de desestabilización del sector bancario y a pesar de ello el banco central continúa aumentando la tasa de interés y el gobierno sigue con su austeridad fiscal, lo cual contrae el ingreso de empresas e individuos y su capacidad de pago de la deuda.
La desaceleración de la economía mundial contrae las exportaciones, lo que aunado al aumento del costo de la deuda externa (debido al alza de la tasa de interés externa), acentúa los problemas de balanza de pagos, lo que presiona sobre la paridad cambiaria. La economía nacional, según el documento del Paquete Económico 2023, tendrá un déficit de cuenta corriente de balanza de pagos en el 2022 de 28,449 millones de dólares. Para evitar la devaluación del peso, Banxico procede a aumentar la tasa de interés para atraer capitales para financiar dicho déficit y el gobierno restringe su gasto, para mandar señales a los mercados financieros de que se tiene condiciones de pago, y el problema es que con ello menos condiciones se tiene para contrarrestar la caída de la actividad económica. Además, no será fácil atraer capitales para financiar el déficit externo ante las perspectivas de desaceleración de la economía mundial y nacional, y la vulnerabilidad de los mercados financieros internacionales. Y el problema es como se va a pagar esa alta tasa de interés al contraerse la actividad económica.
El equipo de especialistas del FMI que visitó a México en días pasados, dijeron que nuestro país “está bien colocado para navegar el entorno mundial potencialmente turbulento que se avizora, dada la prudencia de la política macroeconómica y los sólidos marcos de política fiscal y monetaria que le caracterizan”, pues se equivocan. Es el mismo discurso que Agustín Carstens cuando era gobernador de Banxico, dijo en septiembre del 2008 que México estaba bien posesionado con su estabilidad macroeconómica para encarar la crisis hipotecaria manifestada en Estados Unidos en esas fechas y sin embargo la actividad económica cayó en el 2009 en 6.5%. No es el equilibrio de las finanzas públicas, ni la estabilidad del tipo de cambio lograda con alza de la tasa de interés para atraer capitales, lo que protege a la economía frente a la vulnerabilidad externa, sino su desarrollo productivo y su situación del sector externo, los cuales no tienen capacidad de encarar la problemática económica nacional e internacional que está y estará presente en los próximos meses.
La desaceleración de la economía y del comercio mundial van acompañados de reducción de la entrada de capitales, lo que sacará a flote el desequilibrio externo y desestabilizará el tipo de cambio y contraerá más la economía. El país no cuenta con manejo soberano de la política monetaria y fiscal para encarar los problemas productivos, financieros y del sector externo, por lo que vamos a un contexto recesivo-inflacionario y de inestabilidad bancaria-financiera.